Los tres observamos en silencio como Eva se alejaba apresurada con Mickey hasta desaparecer por las puertas divisorias y luego volvimos a vernos unos a los otros sin saber cómo proceder.
―Hmm, bien, ¿Qué acaba de ocurrir? ―Cuestionó el hombre que acaba de llegar.
―La señorita Brooks y yo estábamos hablando del caso cuando su prometido llegó de imprevisto―Comenzó a decir el renacuajo que momentos atrás había tomado la mano de Eva con la suya.
Dicha mano ahora temblaba visiblemente gracias a que su dueño no apartaba la vista de mí.
―Mi cliente y su... prometido―Comenzó a decir el otro tipo mirándome por un segundo antes de seguir hablando con el otro―. No hace mucho que decidieron cambiar el estatus de su relación.
Observé al hombre en cuestión sintiéndome un poco inestable ante lo que veía.
Era el mismo que había abrazado y besado a Eva el día que ella había terminado conmigo y oh sí, me sentía completamente seguro de mi h
En mis muy bien vividos 36 años, jamás había tenido un ataque de celos. J.A.M.Á.S ¿Había sido receptor de ataques de celos? Uf, claro que sí. Hasta podía aceptar que no solo recibí celos de mujeres con las que salía, más de una me había regalado un bonito y doloroso puñetazo en la nariz, había recibido al menos una docena de cachetadas y creo que mi cabeza fue el receptor de más de un tacón. ¿Y cuando al fin me intereso lo suficiente en una mujer como para darle celos? Era ignorado. Total, y completamente ignorado por ella. Me había paseado cada vez que podía con cada mujer que se me insinuaba delante de sus narices, y aunque podía notar ciertos cambios en sus facciones, no conseguía la reacción que quería de ella. Ah, pero eso no era todo, no. Lo peor de todo es que apenas vi a dicha mujer siendo tocada por un insignificante hombre... ¡Bum! Ataque de celos a la vista. ¿Y a qué me había llevado mi primer ataque
―Buenos días, señorita, ¿Cómo amanece? ―Muy temprano para mi gusto―Le contesté al portero con una sonrisa fingida al meter mis manos en la chaqueta de cuero negro que cargaba. El pobre hombre solo estaba siendo amable conmigo, él no tenía la culpa de que mi prometido me exigiera anoche antes de irse, que le esperara en el portal del edificio a las nueve de la mañana para entregarme los documentos que Matt nos había exigido. Te fijaste que me referí a él como prometido, ¿Cierto? Así me había exigido Louis que me refiriera hacia él; al menos hasta que nos casáramos. Entonces sería esposo. ¿Lo más extraño de todo? Él parecía tranquilo con todo aquello, ¿Yo? No tanto. Siempre había apreciado mi libertad, el no tener que dar explicaciones de nada a nadie y hacer lo que me viniera en ganas era algo que amaba, ¿Ahora? Tendría que vivir con un completo extraño para conseguir la potestad de mis dos ahijados. Si, Louis era un com
―Tú puedes hacer esto―Le dije a mi reflejo―Eres fuerte, decidida y volverás a ser independiente tal vez no en unos meses, pero si en unos años. Terminé de colocarme los zarcillos de oro en forma de gotas y me decidí a quitarme las otras perforaciones de mis orejas. Igual no se verían porque el cabello suelto les estaría tapando. Me coloqué el septum con diamantes falsos que lucían reales y que solo usaba en ocasiones especiales y di un paso atrás para verme de arriba abajo una última vez. Me veía... como una novia para nada decidida a serlo y el sutil maquillaje por el que me había decantado ayudaba a acentuar el pánico en mis ojos. ¿Del resto? Me veía de infarto. Para ser algo pasajero, Louis se había tomado el tema de la boda muy en serio; me había llevado de compras a la quinta avenida donde me arrastró de tienda en tienda hasta dar con el vestido que, de acuerdo a él, era perfecto para mí. Dicho vestido era blanco y me lleg
― ¿Y entonces? ¿Como lo harán? ―Nos preguntó Olivia dándole un sorbo a su bebida. ― ¿A qué te refieres? ―Dije yo antes de tragar una gamba. ―A esto del matrimonio falso―Respondió ella con interés― ¿Cada quien estará por su lado? ¿Cuartos separados? ¿Vidas sexuales separadas? ―No será un matrimonio falso―La declaración de Matt calló tanto la respuesta de Louis como la mía. ―Si, ya Louis y yo habíamos llegado a esa conclusión―Respondí con tensión―Debemos lucir como una pareja en público... ―No sólo en público―Me interrumpió bajando la voz―Se supone que se casaron por amor, que la llegada de los niños no influyó en esta decisión. ―Entiendo...―Murmuré no muy segura de realmente hacerlo. ―No, Eva, no lo haces―Insistió él dejando su copa a un lado―Están adoptando, lo que significa que el estado estará sobre ustedes siempre que puedan, quizá envíen investigadores a sus sitios de trabajo y hagan preguntas a sus empleados y amigos... Lo
―Hmm. Estiré el brazo buscándola sin éxito pues su lado de la cama estaba vacío. ― ¿Eva? Miré la habitación en penumbra con los ojos entrecerrados por el sueño y me di cuenta de que estaba solo, lo que hizo que me levantara a buscar a mi recién estrenada esposa al ver que no eran siquiera las tres de la madrugada. Bendita mujer. Después del desenfreno sexual que habíamos vivido hasta media noche, hubiese pensado que no tendría fuerzas para levantarse, pero aparentemente estaba equivocado. Me restregué los ojos con fuerza con las palmas de las manos mientras recorría el pasillo hacia el salón y me detuve en seco apenas la vi. Ahí estaba ella, acostada a lo largo del sofá modular con su laptop apoyada en el estómago, luciendo concentrada en lo que sea que estuviese haciendo. Pero eso no era lo que me había detenido; Sansa se encontraba a su lado siendo acariciada por la mano libre de mi esposa. Me acerqué
―Eres hermosa―Murmuré tocándole una oreja. Ella sólo se dedicó a verme mientras la acariciaba con todo mi amor. ―Y esos ojazos, ¿Quién demonios tiene los ojos tan hermosos y expresivos? ―Como si me entendiera ella parpadeó dos veces y siguió esperando a que le dijera más―Y no hablemos de tus pestañas, tus largas y exquisitas pestañas. Sonreí cuando me miró expectante como si esperara a que yo le dijera algo más. ―Tu pelo es tan brillante y suave, tus orejitas naturales tan expresivas, ¿Y tus bigotes? ¿Qué chica lleva sus bigotes con tanto orgullo como tú? ―Si ya terminaste, creo que es hora de irnos. Tanto Sansa como yo giramos la cabeza hacia Eva, que nos veía desde la cocina con los brazos cruzados y una expresión de incomodidad en la cara. ―Y ella es una aguafiestas, ¿Cierto, pequeña? ―Rasqué su estómago haciendo que gimiera de placer y me regalara un lametón en la cara antes de bajarla de mi regazo y levantarme del sofá.
―Está bien, Aiden, Sansa no va a hacerte nada malo―Le explicó Eva al intentar alejarlo de su espalda. ― ¿Qué es eso? ―Preguntó él sin salir de su escondite, aunque siguiéndonos fuera del ascensor. ―Eso es un perro, y se llama Sansa―Respondí viendo que Milena veía con curiosidad a mi mascota por lo que me agaché para que la viera mejor. Al menos la niña estaba curiosa. ― ¡Aléjalo de ella! ―Exclamó Aiden quitándome la bebé de los brazos y haciendo que comenzara a llorar y que Sansa ladrara de nuevo creyendo que jugaban con ella. ¿Qué? Sabía reconocer los ladridos de mi perra. Miré a Eva sin saber qué demonios ocurría con el chico y callé a la perra con una señal, dejándonos sólo con Milena llorando y a Aiden respirando con fuerza mientras este caminaba de regreso al ascensor sin quitar la mirada de Sansa. ―Aiden, todo está bien, te lo prometo―Le dije sin saber qué hacer al ver lo asustado que el niño se encontraba―Sansa no les h
― ¿Qué ocurre, cariño? ―Preguntó Eva con ojos inquisitivos cuando nos giramos hacia él. ―Nada―Murmuró él serio antes de estirar sus brazos hacia la niña―Yo la baño, ese es mi trabajo. ― ¿Tu trabajo? ―Preguntó Eva confundida―Aiden, tu trabajo es salir bien en clases y mantener tu habitación limpia, los niños son el trabajo de los adultos, cariño. Aiden apartó la mirada tragando saliva antes de bajar los brazos. ―Elisa siempre dejó en claro que mi trabajo era cuidar de mi hermana―Murmuró él incómodo. ―Pues ya no tienes porqué encargarte de nada más que de ti, chico―Respondí yo palmeándole el hombro intentando quitarle peso al asunto― Qué te parece si vamos al baño y nos explicas cómo lo haces, ¿Sí? Él asintió tragando saliva y nos siguió al baño. Al entrar al baño que usarían ellos, cerramos y Aiden automáticamente fue a la bañera y comenzó a llenarla. ―A ella le gusta el agua tibia―Comenzó diciendo aun sin hacer contacto