—No sé si lo sea en el caso de un embarazo múltiple —le recuerdo. —Oh, es verdad —asiente—. Preguntaremos al médico cuando te revise, no te preocupes. De todos modos, daño no te hará estar un poco de tiempo en el agua y relajarte allí. —Supongo que no —digo sonriendo—. Me gusta nadar. —Pasen —nos
Aria El camino hacia ese pueblo es bastante ameno, aunque en cierto momento siento un raro hormigueo en las piernas que hace que tengamos que detenernos para que salga a estirarme un poco. Julia me tiene paciencia, al igual que Kai, y esperan a que me sienta mejor para volver a la marcha. Nada ha i
—Pero no lo hará, incluso si me pierde. Él va a casarse con su prometida, que es todo lo que quiere. —Esperemos que no, pero si lo hace, desde luego que voy a desheredarlo. La única forma de que pueda acceder a mis bienes, que no es por presumir, pero son muchos, es casándose contigo. —¿Qué? —Mi r
Alec No me siento capaz de ver más el dibujo que Richardson ha hecho sobre ese hombre, pero no lo necesito. La imagen la tengo muy bien grabada en el cerebro y sé que no la dejaré ir hasta que no lo elimine.En el fondo sé cuán absurda es la descripción que hicieron, pero el detective afirmó que el
—Tiene todo el sentido del mundo, te amo —le contesto—. Vuelve, Aria, vuelve a mí. —Estoy embarazada. —Lo sé —sonrío al tiempo en que las lágrimas bajan por mis mejillas—. Amo a ese bebé, te amo a ti. Quiero una vida junto a ustedes. —Alec, ¿qué estás haciendo? —me pregunta Natasha—. ¿Con quién h
Aria La casa no es menos hermosa por dentro, pero admito que me dio miedo el primer día porque el trasladarse de una zona a otra es difícil por lo grande que es. Sin embargo, llevo más de una semana aquí y me he adaptado mejor de lo que creí. También me he adaptado bastante al hecho de prácticament
Cuando me doy cuenta, ya he llegado a la cocina, la cual es enorme y de muebles blancos de granito. Me encanta estar aquí y ver a las empleadas cocinar, también que me inviten a ser parte de la preparación cuando hacen pan o algún postre. En esta casa es tradición halagar al visitante o a los dueños
Alec Aria y ese hombre no dejan de besarse por más que grito y mis pies no se mueven para correr en su dirección porque los tengo anclados al suelo. Es como si yo estuviera muerto para ellos, para todo el mundo. El miedo se acrecienta cada vez más, pues ese beso se profundiza y llega a niveles dema