Ese baño y esa enfermedad le provocaron mucho al señor Elwood... ¡Muchas gracias por leer mi novela! No te olvides de dejar tu voto y comentario.
AriaÉl se mueve de forma lenta dentro de mí, pero con una intensidad abrasadora y que me está quemando más que la misma fiebre.No me preocupo por fingir que tengo miedo de que me embarace, simplemente disfruto de lo que me hace con tanta pasión.Alec Elwood está hasta el último rincón de todo mi ser. No hay parte de mi alma o de mi cuerpo que no le pertenezca, y por eso estoy entregándome a él una vez más. Quiero llevarme este recuerdo de él para poder resistir, para no quedarme con las ganas de ser suya una última vez.—Debes cumplir con lo que has dicho —me reitera—. Debes hacerlo.—Sí, lo haré —vuelvo a mentirle.El señor Elwood jadea por respuesta y me besa de nuevo. No tengo fuerzas para cambiar la posición en la que estamos, pero no me importa, lo quiero así. Tan solo me basta sentirlo dentro de mí para tocar el cielo.Solo por esta vez me permito fantasear con que me hace el amor, con que soy algo más que su amante. Él tiene cierto miedo a que me descontrole y abra la boca, pe
AriaJohn pasa por mí aproximadamente veinte minutos después de que la doctora me da su diagnóstico. Ella tuvo un buen acto de caridad conmigo y esperó paciente a que él llegara, dado que cuando el señor Elwood fue por un vaso con agua para que pudiera tomarme la pastilla, le pedí que no me dejara a solas con él.—¿Se siente mejor? —me pregunta John cuando estamos de regreso en el auto.—Sí —le miento—. Estoy segura de que pronto me voy a recuperar. Es tan solo un resfriado.—Lamento mucho que se contagiara. Ahora está circulando un virus por la ciudad producto del clima tan frío. Hace años que no se sentía así.—Todos los años hace frío —respondo en voz baja, intentando distraer mi mente—. Pero tiene razón: hace más frío de lo normal.Miro por la ventanilla y trato de no pensar en nada, pero me resulta imposible. En estos momentos el señor Elwood debe estar de camino a auxiliar a su novia. No tengo derecho, dado que soy yo la que está haciéndole un mal, pero la odio. La odio porque el
AlecLos pensamientos con respecto a Aria me torturan una y otra vez mientras conduzco hacia el departamento para encontrarme con Natasha, a quien muchas veces le he advertido que no use esos enormes tacones si no está en una pasarela. Hace algunos años me preocupaba su seguridad; hoy en día lo hago porque de ella depende mi ventajoso matrimonio. Mi empresa no puede actuar sobre la suya hasta que no haya un matrimonio de por medio; nuestros padres lo dejaron muy claro y, aunque no es una obligación en sí, no pienso perder esos beneficios. El patrimonio de mis suegros es cuantioso, es una mina de oro. ¿Para qué me engaño? Lo único que quiero es que nada impida que se vaya pronto y yo pueda seguir mi vida sin tener que complacerla y volver a tener a Aria libremente.Aria… ¿Acaso ella estará bien? No quería dejarla, pensaba pasar todo el día cuidándola o al menos el mayor tiempo posible, pero no puedo dejar mi papel de prometido preocupado.Natasha me necesita más en estos momentos.Dete
AriaLos medicamentos llegan al poco tiempo de que llego a casa, pero también un almuerzo, el cual debe ser algo bueno, pero que no puedo oler por culpa de la congestión nasal que tengo. La comida proviene del restaurante que el señor Elwood frecuenta y que sabe que me gusta. Aquel gesto me emociona por un instante, aunque de inmediato me arranco ese sentimiento del corazón.Saco de la bolsa la bandeja de comida, la cual luce deliciosa, y el jugo apetecible. Sin embargo, termino descartando la idea de comerla. No soy capaz de tirarla, pero decido guardarla para Jackson. Él seguramente la comerá con gusto, ya que ese restaurante no es algo que nos podamos permitir con regularidad, además de que no es posible hacer reservaciones o pedir comida a domicilio como si nada. Ese último servicio está reservado solo para los clientes más exclusivos y mi jefe lo es.En sustitución de aquel almuerzo, decido prepararme algo más. No siento capaz a mi estómago de comer otra cosa que no sea yogur con
AlecCuando las llamadas de ese estúpido de mi empleado se incrementan, pido permiso a Natasha y a mi madre para salir del auto y poder contestar.—Señor, qué bueno que contesta —me dice Rowan—. Es que…—Lo que sea que tengas que decirme, que sea rápido —exijo—. ¿Por qué te tomas la libertad de llamarme tantas veces? Estoy en algo importante.—Discúlpeme, pero pensé que esto podía ser importante. Vi a mi cuñado, digo, al hermano de Aria, tirar una comida que parece provenir del restaurante que usted frecuenta. No sé si envió usted la comida o si ella la pidió, pero Jackson parecía furioso.—¿Qué demonios?Esto es el colmo y solo me confirma que Aria está furiosa conmigo, que no va a cumplir ni una m****a de nuestro acuerdo porque la muy idiota quiere algo más y está celosa.Maldito esguince. Si hubiera tenido más tiempo, habría logrado convencer a Aria de obtener algo más a cambio de mantener las cosas como están. Una mujer despechada es peligrosa, y tal vez su hermano ya sabe sobre lo
AriaPor más que trato de convencerme de que la prudencia debe caber en mí, no puedo evitar caer en ese sentimiento de rencor y tratar de chantajear emocionalmente a mi jefe con la esperanza de que se sienta mal cuando yo me vaya.Pero siendo realista, ¿realmente va a importarle? No. Tal vez tenga miedo de que yo divulgue lo que hubo entre nosotros, pero no se angustiará y al poco tiempo encontrará a una amante que pueda cumplir a la perfección con el papel, que pueda estar con él sin enamorarse. Yo he perdido por ser una idiota sentimental, que realmente hizo el amor con él. Me dejé seducir por su inteligencia, su manera de mantener la calma ante las situaciones y, sobre todo, por su pasión en la intimidad.No tengo la menor idea de si algún día volveré a tener sexo, pero no creo que vuelva a sentirme como me siento con él. No creo que nadie sea capaz de encontrar mis puntos exactos como él lo hace.—Nos vamos al hospital —me avisa Jackson, asomando la cabeza por la puerta—. ¿Puedes q
AriaCuando recobro la conciencia, estoy en una camilla y hay ruidos molestos a mi alrededor. El rostro de mi hermano es lo primero que me encuentro, aunque eso no me tranquiliza en lo absoluto.—Jackson —susurro—. ¿Qué pasó?—Te descompensaste, o eso fue lo que entendí al doctor —me responde—. Ay, hermana, este embarazo está siendo muy problemático para ti.—Sí, pero seguro que se pasa rápido. Vamos a casa, por favor. No podemos estar aquí.—¿Por qué no? —pregunta extrañado—. Casi te mueres, Aria. Necesitas la vía para hidratarte.En ese instante me doy cuenta de que tengo colocada una vía, lo cual me hace sentir algo mareada porque detesto las agujas. No les tengo fobia, pero si puedo evitarlas, mejor.—Debes descansar y ya nos iremos a casa.—No le dijiste a nadie lo que pasó, ¿verdad? —pregunto nerviosa.—¿A qué te refieres? Solo sabemos Stacy y yo.—Okey. A Rowan no puedes comentarle nada, es un… periódico.—¿En serio él no es el padre del bebé? Sé que es un idiota, pero el que lo
AriaDe camino a casa, Jackson está muy callado y cuenta una y otra vez con los dedos. Sé que está haciendo cálculos de todo lo que tendremos que gastar cuando lleguen cuatro bebés a nuestras vidas. Y es mejor que él lo piense, pues yo no tengo cabeza para pensar en esas cifras estratosféricas de pañales, ropa, medicamentos y demás cosas que necesita un bebé, por no contar con el colegio y otros gastos a futuro.—Vamos a quedar en la ruina. Necesitamos ganar la lotería de aquí a mañana —comenta cuando el taxi estaciona frente a la casa.—No debes preocuparte —le digo—. Vamos a estar bien, yo… tengo una salida.—No vas a abortar —dice muy serio—. Ni se te ocurra.—No, claro que no —respondo ofendida—. ¿Cómo puedes pensar que quiero deshacerme de mis bebés?—Alguno de ellos será varón y heredará…—Entremos en la casa —lo interrumpo antes de que me deje en ridículo con el taxista, quien espera a que salgamos—. Vamos, Jackson.—Está bien —refunfuña. Los dos salimos del auto, luego de que