CAPITULO 35- NO SABES NADA DE LO QUE SIENTO POR TI.Grace se detuvo frente a la puerta de la habitación y respiró profundamente un par de veces. Sus manos temblaban ligeramente, aunque intentaba ocultarlo. No sabía por qué Lucien estaba enojado o para qué quería verla, pero algo le decía que estaba a punto de averiguarlo, y que no sería algo sencillo. Reuniendo el poco valor que le quedaba, alzó el puño y golpeó suavemente la puerta.—Entra —al instante escuchó la voz grave y poderosa desde el otro lado.Giró el pomo y abrió la puerta con cautela, solo para encontrarse con un espacio que parecía sacado de una revista de lujo. La habitación era impecablemente masculina, con paredes en tonos oscuros y detalles en cuero y madera pulida. Las cortinas gruesas dejaban entrar apenas un rayo de luz, lo suficiente para iluminar las sábanas negras de una cama king-size perfectamente tendida. Cada rincón desprendía elegancia y autoridad, un reflejo perfecto del hombre que habitaba ese lugar.Gra
CAPÍTULO 36 - ¿ESO ES HARINA?El beso no fue suave ni delicado. Fue una tormenta desatada. La fuerza con la que Lucien la besó la dejó sin aliento, como si quisiera reclamarla, como si estuviera dispuesto a destruir cualquier barrera entre ellos. Grace, sorprendida, intentó resistirse al principio y sus manos empujaron débilmente su pecho, pero la intensidad del hombre delante de ella era un huracán que la arrastraba sin remedio.Lucien no cedió.Su boca no solo demandaba, también ofrecía; su beso era una batalla feroz, cada movimiento una declaración de que él sabía exactamente lo que estaba haciendo.—…No… no puedes… —Grace intentó murmurar entre sus labios, pero el calor que emanaba de Lucien la quemaba desde dentro, derritiendo su resistencia poco a poco. Sus dedos temblaron antes de finalmente aferrarse a su camisa, y poco a poco, su resistencia comenzó a desmoronarse.Él profundizó el beso, inclinando su cabeza ligeramente para explorar cada rincón de su boca con una destreza qu
CAPITULO 37- NO VOY A PARAR.—¿Harina? —repitió Lucien, intentando sonar casual mientras limpiaba la comisura de sus labios —. No es nada, Alessia. Debe ser de... algún bocadillo en la cocina. Ya sabes, estaba probando algo.Sin darle tiempo a replicar, caminó hacia el baño, tomó una toalla y comenzó a limpiarse con movimientos rápidos.—¿Qué querías? —preguntó desde el baño, mirando a Alessia por el reflejo en el espejo. Su tono era seco, casi mecánico.Ella apretó las manos, sintiendo cómo sus uñas se clavaban en sus palmas, pero se obligó a sonreír mientras lo seguía con la mirada.—Quería hablar de la luna de miel —dijo con dulzura medida—. La boda será en unas semanas, Lucien, y todavía no hemos decidido a dónde iremos.El detuvo sus movimientos, la toalla colgando de su mano, antes de girarse hacia ella con una expresión de fastidio apenas disimulado.—Alessia, puedes elegir lo que quieras. A mí realmente no me importa. —Hizo un gesto vago, como si estuviera apartando un mosquit
CAPITULO 38- YA PUEDES IRTE. —Eres perfecta... —susurró contra su piel, antes de capturar sus labios en un beso hambriento, feroz. Sus lenguas se encontraron en una danza desesperada, mientras él reclamaba cada gemido que ella dejaba escapar. Deslizó una mano entre sus cuerpos, encontrando su clítoris hinchado y pulsante. Lo frotó con firmeza, arrancándole un grito ahogado, mientras aceleraba el ritmo de sus embestidas. Sus caderas se movían con una fuerza casi brutal, impulsadas por la necesidad de hundirse más profundamente en ella, de marcarla como suya en cada sentido posible. —Lucien... —gimió Grace, aferrándose a él como si fuera su única ancla en un mar de placer—. No pares... por favor... —No voy a parar, nena. No hasta que grites mi nombre, hasta que no puedas pensar en nada más que en mí. —Su voz era un gruñido ronco, cargado de deseo y posesión. Marcó un ritmo más duro, más intenso, cada embestida arrancándole gemidos desgarradores a Grace. Sus piernas comenzaron a
CAPITULO 39- YA NO ERES PARTE DE MI VIDA.Al día siguiente, el silencio reinaba en el comedor. Los trillizos disfrutaban de su desayuno, riendo entre ellos, mientras Grace les ayudaba a cortar la fruta con paciencia. Lucien, estaba sentado al otro extremo de la mesa, pero apenas había probado bocado. Estaba ajeno a todo. Las palabras de Grace seguían resonando en su mente, una y otra vez. Pinchó una fresa con el tenedor y se la llevó a los labios, masticando lentamente. Sus ojos no dejaban de observarla, era como si quisiera descifrar cada uno de sus pensamientos.Pero el silencio se rompió con la llegada de Aaron.—¡Buenos días, niños! —exclamó, acercándose a los trillizos con una sonrisa—. ¿ A ver qué tenemos aquí? ¿Fruta? ¿De verdad nadie quiere invitar a su tío Aaron?Emma lo miró con una risita y le ofreció un pedazo de melón.—¡Solo si prometes no comértelo todo!Aaron se inclinó hacia ella con fingida seriedad.—¿Yo? ¿Comérmelo todo? Emma, ¡me rompes el corazón!Las carcajadas
CAPITULO 40- ERES UN COBARDE.Esa noche, Grace estaba en su habitación terminando de arreglarse para la cena con Aaron. Se miró en el espejo mientras pasaba el cepillo por su cabello, pero las palabras que le habia dicho a Lucien seguían resonando en su mente. La frustración y dolor cruzó su rostro antes de dejar el cepillo con brusquedad sobre la mesa.—¡Basta, Grace! —se dijo a sí misma —. No puedes seguir así... No puedes seguir queriéndolo cuando él solo sabe hacerte daño.Sus ojos brillaron, pero no dejó que las lágrimas cayeran. Inspiró profundamente y volvió a mirarse al espejo. Por otro lado, sabía que Aaron era un buen hombre. Ya no había dudas de que sentía algo por ella. Pero también sabía que no podía corresponderle.—No es justo para él —murmuró, enderezándose y fijando la mirada en su reflejo—. Por lo que merece que sea ser sincera. Él se merece algo real.Con una nueva determinación, respiró hondo, se dio la vuelta y salió de la habitación. Cuando bajó las escaleras, Aa
CAPÍTULO 41- SON MIS HIJOS.El restaurante irradiaba una elegancia discreta. Y Aaron hojeaba el menú con una sonrisa tranquila, mientras Grace, sentada frente a él, luchaba con las palabras que había ensayado durante todo el trayecto.—Tienes que probar el risotto de mariscos —dijo, levantando la vista hacia ella—. Es la especialidad de la casa, y te aseguro que no te arrepentirás.Grace le devolvió una sonrisa, pero era apenas un reflejo de su habitual expresión alegre. Su mente seguía atrapada en el dilema que había estado rondándola desde que aceptó la invitación. Aaron, siempre perceptivo, notó la sombra en su rostro. Extendió la mano con suavidad y cubrió la de ella.—¿Estás bien? —preguntó.Grace lo miró por un segundo, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que no podía seguir postergándolo. Tomó aire, tratando de reunir el valor necesario.—Aaron, tengo que decirte algo —dijo finalmente, con un tono serio.La sonrisa de Aaron se desvaneció mientras fruncía el ceño, percibiendo
CAPITULO 42- DETENCIÓN CONFUSA.Después de que Grace le soltara la bomba, Aaron pidió una botella de whisky. Lo necesitaba en ese momento. Mientras el licor llegaba, Grace comenzó a contarle todo. Desde el primer momento en que había conocido a Lucien hasta cómo su primo la había contactado tiempo después. Su voz era tranquila, pero cargada de un dolor que no podía ocultar.En un momento, Aaron golpeó la mesa con dureza, haciendo que algunos clientes voltearan a mirar.—¡Lucien es un imbécil! —espetó—. ¿Cómo se le ocurre creer semejante estupidez y no investigar?Grace suspiró, negando levemente con la cabeza.—Tampoco podemos culparlo del todo… y no es que lo esté justificando, pero… mi padre… —los labios de Grace se apretaron, y su voz se quebró—. No tenía corazón. Fue… —no pudo continuar, y llevó las manos a su rostro, tratando de contener el llanto.Aaron se levantó de inmediato y la rodeó con sus brazos.—Ninguna madre merece ser separada de sus hijos, Grace. Ninguna —dijo con fi