C145- REGALO EXTRAVAGANTE.Después del episodio con Cristine, Kate no hizo demasiadas preguntas. En realidad, no quería dañar su relación con Aaron. Además, le había quedado demasiado claro que a él no le interesaba su exnovia. Si algo tenía Kate D’Winter, era que no discutía por tonterías.Sin embargo, Aaron era otra cosa.No entendía cómo Cristine estaba fuera. No era seguro después de su diagnóstico. Por eso, en ese momento hablaba con su exagente, su mandíbula tensa y la mirada fría.—¿Dime por qué está fuera de la clínica?El hombre del otro lado resopló, sin paciencia.—Ya no tengo nada que ver con los asuntos de Cristine. Si está fuera es porque los médicos decidieron que ya estaba bien.Aaron apretó el teléfono con fuerza.—Ella no está bien —gruñó.—¿Crees que no lo sé? Estaba igual que tú cuando supe que estaba libre. Es más, incluso cambié de dirección. No voy a arriesgarme a que intente apuñalarme de nuevo con el abrecartas. Mi recomendación es que te alejes de ella, Aaron.
C146- EXNOVIA PELIGROSA.Aquella mañana, Aaron bebía su café como de costumbre y decidió revisar sus redes sociales sin imaginar lo que estaba por venir.Apenas vio la pantalla, por poco y escupió el café.—¡Qué mierda! —gruñó, mirando el teléfono con ganas de incinerarlo.El titular era directo y humillante: Kate D'Winter: La Zorra Traidora Que Destrozó Un Hogar. Cómo Sedujo y Robó a Aaron Anderson De Los Brazos De Su Prometida, Destruyendo Una Relación Sagrada"Sintió cómo la furia le subía por la garganta. Su vista se nubló de ira y, sin necesidad de pensarlo mucho, supo exactamente quién estaba detrás de esto. Cristine.Ella tenía una base enorme de seguidores y un talento enfermizo para manipular la narrativa en redes sociales. Sus publicaciones nunca pasaban desapercibidas y, en cuestión de minutos, los comentarios maliciosos se habían vuelto virales, arrastrando a Kate con ellos. Y, por extensión, a él.Mientras tanto, Kate, ajena a la tormenta digital, terminaba de servirse
C147-PLAN DE ACCIÓN.―¡Vete a la mierd@, Cristine! ―espetó Aaron antes de colgar.No iba a quedarse de brazos cruzados. Si Cristine quería pelea, él se la iba a dar. Pero no con gritos ni rabietas infantiles como las de ella. No. Él iba a jugar con inteligencia, con estrategia. Y cuando terminara, ella se lamentaría de haber siquiera pensado en meterse con Kate.Por eso, ese mismo día, estaba reunido con Richard Langley, el director de uno de los grupos de medios más influyentes de Londres. Un hombre que no solo tenía poder, sino que también sabía cómo mover los hilos correctos para hacer que una noticia desapareciera de la faz de la tierra.Richard tomó un sorbo de su whisky y miró a Aaron con interés.—Sabes que esta clase de "limpieza" no es sencilla. Cristine tiene seguidores fieles y una red bien tejida. Pero… dime, ¿qué tan rápido quieres que esto desaparezca?Aaron apoyó los codos en la mesa; su expresión era dura y fría.—Para ayer.Richard soltó una leve risa.—Bien. Tendremo
C148-PROVOCACIÓN.Aaron regresó a casa después de haber pasado horas planeando cómo acabar con Cristine. Su mente estaba nublada, no solo por la estrategia, sino por la culpa que lo carcomía. Sabía que todo lo que estaba pasando con Kate era su culpa. Al estacionar frente a su casa, su ceño se frunció al instante. Un auto conocido estaba aparcado frente a la entrada. Lo reconoció de inmediato: era el auto de Sergio, el mismo que vio el día de la fiesta. Su estómago se retorció y una ola de malestar lo invadió.Con un movimiento brusco, cerró la puerta del auto con fuerza y avanzó hacia la entrada. Justo en ese momento, Sergio salió de la casa con una sonrisa despreocupada, como si estuviera en su propio hogar. Aaron lo observó con una mezcla de rabia y desdén siendo incapaz de contenerse.—Vaya… ¿Qué tanto hace el “mejor amigo” de mi esposa rondando por aquí? ¿No tienes otra cosa que hacer? —preguntó con sarcasmo y desdén.Sergio, lejos de inmutarse, se metió las manos en los bolsill
C148- MALDITO POLICÍA. Aaron besó a Kate con una pasión intensa, como si necesitara marcar su territorio, como si ese beso fuera la única prueba de que ella seguía siendo suya. Kate, a pesar de la rabia y la confusión que bullían dentro de ella, le correspondió. Sus manos se aferraron a su cuello, y él la sostuvo con fuerza, como si temiera que en cualquier momento pudiera escurrirse entre sus dedos.En un movimiento ágil, Aaron la levantó en brazos y la llevó hasta el sofá sin romper el beso. La depositó con suavidad, su cuerpo se inclinó sobre el de ella, recorriendo su cuello con los labios, mientras sus manos la acariciaban con urgencia. Kate, por un instante, se dejó llevar, su cuerpo respondiendo por instinto. Pero entonces, algo dentro de ella hizo clic.Y lo empujó con fuerza. Aaron cayó de lado, jadeando, su cabello revuelto y la respiración descontrolada. La sorpresa en su rostro era evidente.—¿Qué carajos fue eso? —preguntó, desconcertado.Kate se puso de pie de un salto,
C150- EL DESAYUNO DE LA MANIPULACIÓN.Madison entró con paso seguro al restaurante privado, su vestido entallado y su maquillaje impecable la convertían en el centro de atención, incluso en un lugar lleno de personas influyentes. Cristine ya estaba sentada en una esquina, moviendo nerviosamente una cucharilla en su café. Su cabello estaba desordenado, y sus ojos, enrojecidos por el insomnio, delataban noches de llanto y obsesión. Madison se acercó con una sonrisa calculada, se sentó frente a Cristine, quien apenas podía mirarla a los ojos. —Cristine, querida, lamento haberte hecho esperar. ¿Estás bien? Pareces… cansada —dijo con fingida dulzura. —No he dormido mucho. No dejo de pensar en Aaron… y en ella —respondió Cristine con voz temblorosa y a la vez tensa—. Esa m*****a oportunista. Madison ocultó su sonrisa de satisfacción. Tomó la mano de Cristine, un gesto que parecía reconfortante, pero que era una herramienta para ganarse su confianza. —¡Ay, querida! No tienes derecho a su
C151- NUNCA ESCAPARÁS DE ESTO.El eco de los pasos en el pasillo de la prisión era frío y constante. Lucrecia avanzaba con el rostro endurecido, mientras los guardias la conducían hacia el patio donde estaban las reclusas. Al llegar Alessia ya estaba allí, sentada con una calma que rozaba lo perturbador. Aunque vestía el uniforme gris de reclusa, su postura altiva y la mirada helada daban la impresión de que la prisión no podía tocarla.El aire pareció volverse más denso y Alessia apenas levantó la mirada, manteniéndose impasible ante la presencia de su madre.—¿Sabes lo que has hecho? —preguntó Lucrecia, sin molestarse en suavizar el tono—. Todo esto... todo lo que está pasando... es culpa tuya.Alessia esbozó una ligera sonrisa, tan fría como el metal.—¿Mi culpa? —repitió con desdén, sin molestarse en mirarla directamente—. Qué curioso, mamá. Pensé que eras la experta en señalar culpables.—¡No te burles de mí! —gritó Lucrecia, dando un paso hacia adelante—. Hablaste con la policía
C152- DEGUSTACIÓN EN LA PASTELERÍA.La pastelería era un lugar elegante, con vitrinas repletas de pasteles que parecían obras de arte. Apenas cruzaron la puerta, Emma, Olivia y James se separaron del grupo como pequeños tornados, corriendo hacia las vitrinas con ojos emocionados.—¡Quiero ese! ¡No, ese! ¡Mamá, mira, tiene chispitas! —gritó Olivia, pegando su naricita al vidrio.—¡Yo quiero el que tiene chocolate por todos lados! ¡Se ve delicioso! —añadió James, saltando emocionado.Emma, siempre más observadora, señalaba diferentes pasteles con un dedo mientras decía:—¿Y si probamos ese? ¡Es rosa! Me gusta el rosa.Grace respiró profundo e intentó tomar el control.—Por favor, no toquen nada. Solo estamos aquí para probar, no para comprar todo el lugar.Lucien, que ya estaba resignado, se encogió de hombros.—Solo intentemos no destruir el lugar.Los trillizos se giraron con caritas angelicales y asintieron al unísono.—¡Prometemos portarnos bien! —dijeron con voces dulces, aunque su