Cuando mi esposa obtuvo el cuarto orgasmo decidí parar, su coño estaba bastante rojo y eso me llenó de orgullo, su cuerpo estaba totalmente sudoroso, desaté sus pies y sus manos. Pero no quite la corbata de su boca, la cargué y la coloqué en el arnés que cuelga del techo, luego de tenerla justo como la quería, tomé mi miembro y lo guíe hasta su entrada, estaba tan empapada que esto parecía la gloria, así que me dejé llevar… Subía y bajaba mi ritmo cada cierto tiempo. Eso la tenía frustrada, pero seguí con mi tarea por largo rato, luego salí de ella, tomo la fusta y comencé a dar pequeños golpecitos en su coño, pensé que a estas alturas ella se rendiría, pero sus ojos me demostraron todo lo contrario. Estaba excitada y fascinada con lo que estaba sucediendo, eso me sorprendió y me sacó de lugar, ya que mi idea era castigarla, romperla hasta el punto de que ella pidiera el divorcio, así que tendré que ser un poco más rudo.

Di pequeños azotes por todo su cuerpo, en especial por su redon