Todo esto ha sido demasiado para mí, realmente no me interesa si son mafiosos, políticos o indigentes, eso no cambiará el hecho de que Leandro me ha humillado de la peor manera posible y mucho menos de cómo me siento al respecto. Lo que más deseo es poder ir a mi casa y refugiarme en los brazos de mi padre, pero eso es algo imposible, para él estoy de luna de miel. Y ahora mismo no estoy triste, sino enojada, no quiero que ellos me vean con lástima, así que de ahora en adelante tomaré las riendas de mi vida y me pondré a trabajar qué es lo que tengo que hacer.

—¡Buenos días, Valeria! ¿Cómo amaneces? Mi niña —¡Buenos días, suegra! Le puedo decir que he tenido días mejores, pero igual no me quejo, tengo salud y creo que eso es lo más importante. Justo a usted la quería ver, su esposo ha hablado conmigo, me ha contado un poco, pero tengo muchas preguntas al respecto, ¿será que me podría aclarar las cosas?

—sí, cariño con gusto te contaré todo, no sabes el peso que eso me quita de encim