¡Recta final! A pocos capítulos del final. Próxima semana ¡COMPLÁCEME Y DESTRÚYEME! Apenas cumplida la mayoría de edad, Livy se ve obligada a trabajar en un exclusivo burdel como sustituta de su endeudada y fugitiva hermana mayor. Sin experiencia de ningún tipo pero sin más opción que hacerlo, la primera noche el antifaz rojo y el mafioso frente a ella cambian su destino por completo.
El adormecedor sonido del motor se detiene bruscamente, adormilada abro los ojos. El paisaje es muy diferente al de De Silvanus, aquí no hay rosas ni majestuosos palacios, solamente una hogareña cabaña en medio de un césped muy bien cortado. Julieta ya ha llegado; hay un coche rojo brillante aparcado frente a la fachada de la pequeña construcción. Me ajusto el abrigo y trato de bajarme el vestido. Estoy nerviosa, aún no la conozco, pero sé que es una mujer despampanante. —Es hora. Jade me muestra su móvil, son exactamente las 12 del día. —Veena, no te preocupes, rondaré cerca y te avisaré si veo algo extraño. Asiento y salgo del auto, me pongo los lentes de sol y tomo mi cartera. Inhalo profundamente antes de encaminarme a la puerta con paso inseguro. Y en cuanto llego a la cabaña, escucho a Jade encender su auto y después el característico sonido de los neumáticos en la gravilla. Es mejor que se vaya, Julieta fue clara en sus condiciones para vernos: asistir sola a la cita. A
—Alteza, aunque mi familia era noble, nosotros no teníamos lazos familiares con la familia real y papá tuvo que mover muchas de sus influencias para que me permitieran estudiar con los hijos de las más importantes casas de Laured. Recuerdo que, cuando llegué por primera vez al ahora castillo Cianí... Me lanza una mirada triste, yo me remuevo incómoda en mi lugar. —Me sentí importante y, sobre todo, llena de seguridad. Pero eso no duró mucho, pocos minutos después llegó una caravana de lujosos autos con el escudo de la familia Creel. Sus ojos comienzan a brillar con auténtica emoción y yo escondo una mueca. Puede que sea mi natural recelo como ex agente, pero nadie puede ser tan buena como Julieta parece ser, menos una noble exiliada del glamoroso mundo en el que nació. Julieta no puede tener tan buen corazón como para hablar de su pasado sin sentir rabia hacia quienes se lo arrebataron. —Fue algo muy impresionante verlos aparecer acompañados de los agentes de De Silvanus. Los dos
Cuando Gian volvió de su expedición y tuvimos sexo en su oficina, yo estaba muy borracha, pero recuerdo vagamente oírlo decir que él había hecho cosas que me pondrían los pelos de punta. Ese día él habló de pecados y placeres; dijo que no me gustaría conocerlo de verdad. Ahora lo recuerdo, también recibí una especie de amenaza de su parte, Gian dijo que de mí depende que él se convierta en un monstruo o no. Julieta asiente y se toma su tiempo para continuar. —Gian me llevó hasta su habitación, hizo que sus criados me ataran de manos y pies, y abusó de mí. Confiesa muy despacio, con la voz rota. Y yo siento como mi alma cae a mis pies, rompiendose en incontables trozos. Esto es lo que más temía escuchar. —Lo hizo repetidas veces, hasta hartarse. Me habló y trató como si yo fuera la peor de las mujeres. Mis ruegos, llantos y disculpas no sirvieron de nada, él ya no era el mismo Gian de siempre, y yo no lo conocía ni un poco. Los oídos comienzan a zumbarme, creo que me voy a hiper
Me aferro con las uñas al lustroso cuero del asiento, mi respiración es rápida y mis jadeos se han convertido en fuertes gemidos que no puedo controlar. Cierro los ojos con fuerza mientras siento como mi orgasmo se aproxima a lo lejos, igual a una enorme ola en la lejanía. Esta limusina es muy parecida a la que transportaba a los hermanos Creel el día del atentado, de un color blanco hueso, al gusto del caprichoso príncipe de Pangea. Una lágrima se desliza por mi mejilla y un quedo grito escapa de mis labios cuando siento el golpe de su palma contra mi trasero; no ha sido una suave nalgada, sino la viva expresión de la agresión. Pero el doloroso escozor en la piel viene acompañado de un inexplicable placer en mi entrepierna, de una deliciosa descarga que me recorre todo el cuerpo hasta concentrarse en mi sexo. —¡Oh, Gian...! ¡Por favor! Vuelvo a gritar y abro los ojos de golpe, las piernas me tiemblan y estoy a punto de correrme. —Por favor, ¿qué? —dice en mi oído, aprisionando mi
El atentado contra los hermanos Creel fue hace tres semanas, hoy estoy esperando hablar con Emma; la Reina me ha prometido que hoy me dejara hablar con ella, por fin. El comportamiento de la Silvana Creel para conmigo me asusta, es demasiado amable y atenta, antes apenas me miraba y estoy segura que ni mi nombre sabía; pero sé que toda su actual amabilidad se debe a que salvé a su hijo, a su adorado primogénito.Pensar en él me hace apretar las manos en puños, menudo idiota, mira que abandonar a su herida hermana menor en pleno caos. Sí ese chico no la hubiera encontrado..., pero ahora ella está bien, aunque sigue en Diamante; no puede volver a casa por ahora, es arriesgado y más peligroso de lo que la Reina le ha dicho. Para todo el mundo Emma fue rescatada del atentado y está a salvo en el palacio, herida y grave, pero segura.Mi puerta se abre y entra Fanny.—Hola—saludo.<
Me tenso, mantengo la mirada al frente, las manos me tiemblan a los costados. —Buenos días—saluda. —Buenos días, Su Majestad—le devuelvo el saludo con la amabilidad más fingida que el mundo ha oído. Suelta una risita entre dientes. —Veo que no has superado lo que pasó anoche. Debido a las cámaras no puedo hacer nada cuando roza un frío dedo contra mis labios, parte de mi labial se va en su dedo cuando lo retira. —Yo tampoco, hace mucho que una mujer no me provocaba una erección con tan sólo mirarme. Mi expresión ausente desaparece cuando se mete el dedo a la boca y lo chupa, trago saliva con una rara sensación en el estómago. Por suerte me repongo en el momento justo, la Reina aparece en una esquina junto a su dama de compañía; la monarca no parece molesta al ver a su hijo hablando con quien no debe. Al contrario, me sonríe de esa forma dulce que marea a todo Pangea, es claro que el Príncipe heredó la sonrisa de su madre.
—¿Quién es él?La brusquedad de su pregunta me deja pasmada, literalmente acabo de entrar y ya me está exigiendo respuestas. Julissa le hace una reverencia y sale cerrando bien la puerta, bastante sensata.No me muevo, prefiero estar lejos de él y cerca de la salida.—¿En qué me necesita?—Responde, te hice una pregunta.Me muerdo el labio.—¿Quién es? —insiste—. Has estado hablando más de media hora con él, parecían muy amistosos.¿Me espiaba desde su ventana? Como no, menudo pervertido.—Es el chofer del Rey, se llama Jade. Somos amigos...De sus labios brota una risita.—¿Jade? ¿Igual que la capital de ese país al oeste de Gondwana? No sé en qué momento o a que idiota se le ocurrió la magnífica idea de nombrar pa&i
Después de una noche inquieta en su mayoría, conseguí algunas horas de sueño profundo, y eso me ha servido para enfriar mi cabeza y pensar con claridad. Cuando los rayos del sol cruzan la delgada cortina, me levanto de la cama y comienzo a ponerme el uniforme que corresponde a los agentes. Tal vez sí soy persuasiva logre comunicarme mejor con el Príncipe, y hacerle desistir de tal tontería. 10 minutos despues, estoy parada en la puerta de la casa de empleados, mirando la enorme estructura que es el palacio De Silvanus, antiguo nombre de la familia real, perdido en la tercera guerra con la muerte del Rey Éric, y tras la cual, su esposa Esis cambió el apellido real De Silvanus por el suyo, Creel. Sólo pensar en mudarme a ese enorme edificio como esposa del actual Príncipe, me provoca un vértigo desagradable y tengo que sujetarme a la pared para no caer. El palacio De Silvanus es tan antiguo como hermoso, cuando era niña jamás creí que trabajaría ahí, con personajes tan i