Seamus McLoughlin. Jefe de la mafia irlandesa.El humo del cigarro dibujaba espirales grises en el aire viciado del almacén, cuando recibí la llamada de mi espía. Ese que estaba justo en el poblado donde había llegado Dominic con su gente."Confirmado", murmuró el hombre al otro lado de la línea “Esa mujer es el talón de Aquiles de Dominic. Hubieses visto como la marcó con hierro al verla coqueteando con otro, y ella le regresó el gesto marcándolo".La voz al otro lado de la línea era áspera, grave, sin sombra de duda. El hombre había estado infiltrado durante un par de semanas en aquel maldito pueblo ruso, escondido entre los mercados, las sombras y los techos con francotiradores.Una risa seca resonó desde mi garganta.—Entonces lo tenemos.Me levanté del sillón de cuero desgastado donde había estado repasando planos y fotos.—Nos pondremos en Trina, y él hará todo lo que le pidamos. Todo.Giré el cigarro entre los dedos, observando cómo la ceniza caía al suelo.—Creo que Nadia ser
TrinaAnte mi pregunta, vi el cambio en sus ojos. Como si hubiese tocado algo que no debía. Su cuerpo se endureció. Su mano subió rápido a mi cuello, sin apretar, solo posándose allí como una amenaza velada.—Tengo miedo de que alguien más tenga el placer de apretar este precioso cuello antes que yo —murmuró.Su tono fue oscuro. Letal. Pero en sus ojos había otra cosa. Un brillo ahogado. Una angustia que no combinaba con su voz.Y eso me desarmó por dentro.No tuve tiempo de pensar más.Porque sus labios cayeron sobre los míos como una tormenta, y todo volvió a prenderse fuego.Su cuerpo me aplastó de nuevo contra la cama, su lengua invadió mi boca como si quisiera borrarme la memoria, la voluntad, el mundo.Lo abracé con los muslos, con las manos, con los labios, sabiendo que él no era mi refugio. Era mi guerra.Y yo había nacido para pelearla.Y si eso me costaba la vida... entonces que el infierno venga por mí.Porque antes, iba a llevármelo conmigo.DominicLa tenía bajo mí, sus g
NadiaLa rabia me carcomía como un ácido. Seguía abajo, entre los restos del humo, la música decadente y los gemidos apagados de sumisas y jefes de clanes ebrios de poder. Pero yo... yo estaba ardiendo.¡Maldita perra!Dominic se la había llevado. Marcada. Poseída. Conquistada. Y no, no le dio el escarmiento que todos esperábamos. No la humilló. No la dejó sangrando. No la hizo suplicar, no la golpeó.Aunque dijo que le haría pagar, se la llevó como si fuera un trofeo.Como si... la amara.Me crucé de brazos, apretando los dientes hasta que me dolieron. Sentí las miradas de los hombres que antes me buscaban desviarse. Ya no era la mujer al lado del jefe. Ahora era solo otra que miraba desde la sombra.—Tengo que acabar con esa perra —espeté entre dientes.Fue entonces cuando sentí la vibración del teléfono. Un mensaje de un número desconocido. "Responde. Te conviene". Dudé un segundo, con miles de preguntas revoloteando en mi mente. ¿Quién era? ¿Por qué la llamaban? ¿Qué quería?Mi cu
Seamus.El humo del cigarro se enreda entre mis dedos mientras observo las fotos esparcidas sobre la mesa. Trina. Dominic. Nadia. Piezas en un tablero que solo yo veo completo. —Prepárense —digo, levantando la mirada hacia mis hombres—. Es cuestión de horas para arrancarle el corazón al Zar —concluyo con burla. Y cuando ese momento llegue… que el infierno tiemble, pensé.Me giré hacia uno de mis hombres de confianza.—Cuando tengan a Trina. Tráiganla viva, aunque la quiero que la aten con gruesas cadenas, porque sí, algo me he dado cuenta de que ella no es tan simple como parece. Si ha enamorado a un hombre como Dominic, es porque está hecha del mismo material que él.Trina.Desde la ventana veo cómo los autos se pierden en la noche, llevándose a Dominic con él. Me quedo en la oscuridad, mientras el viento frío azota mi piel marcada por sus dientes, sus manos, su ira disfrazada de pasión. “Te mandaré con unos hombres a otro lugar, no es bueno que estés aquí”, sus palabras
Advertencia: Es romance oscuro que se caracteriza por tratar temas intensos y sombríos en el contexto de una relación romántica. Aquí son malos los mafiosos, no se arrastran ante la mujer y tienen pocos gestos romántico. Demuestran su amor a lo bruto. Si no les gusta este tipo de historia por favor vayan a leer otra de su agrado. Antecedentes La mafia roja, o la Bratvá, tiene sus raíces en las antiguas organizaciones criminales de Rusia que se expandieron hacia América durante el colapso de la Unión Soviética. A lo largo de los años, han consolidado su poder mediante alianzas estratégicas y una reputación temida por su brutalidad. La historia del grupo está marcada por sangrientos enfrentamientos con familias rivales y un legado de venganza que ha moldeado su cultura interna. Vor (El Padrino o Jefe): Máximo líder del grupo criminal, toma las decisiones y supervisa todas las operaciones. Pakhan: Miembros de alto rango que eligen al Vor. Élite criminal. Sovietnik (Consejero o D
Dominic Luego de aterrizar ese mismo día en la ciudad de Nueva York, el cambio para mi es radical, de la tranquilidad de mi mansión en Rusia, a la vibrante marea de luz y color de un desfile de moda en Nueva York.La primera fila es un escenario propio, donde cada gesto es observado, cada expresión analizada. Pero nadie puede leerme. Mi rostro es una máscara de serenidad inescrutable, un contraste gritante a la oscuridad que dejé tras las puertas de mi fortaleza ancestral.Sentado allí, rodeado de la elite, las cámaras y las sonrisas fabricadas, puedo sentir cómo se diluye cualquier vestigio de duda. El ruido, el bullicio, la superficialidad del glamour... Nada toca la esencia de lo que soy. Soy un depredador vestido de etiqueta, un lobo entre ovejas, y sin importar cuánto brille el mundo a mi alrededor, mi naturaleza oscura no se ve afectada."Adaptabilidad," pienso, mientras mis ojos recorren la pasarela. Esta habilidad para camuflarme entre las facetas de la sociedad es tanto mi a
Trina QuinteroEl último paso resonó como un eco en la pasarela, y con él, el tumulto de aplausos que marcaba el final de mi desempeño. La adrenalina aún latía por mis venas como una melodía frenética, mientras las luces me cegaban y los flashes capturaban cada instante fugaz de gloria. De pronto, alguien se acercó y me entregó un ramo de rosas; lo sujeté con fuerza. Las flores eran hermosas, de un rojo tan profundo que parecía beber la luz a su alrededor.Al leer la tarjeta, sentí cómo una leve corriente eléctrica recorrió mi piel."Me recordaste lo que es la belleza en un mundo oscuro. Dominic Ivankov."—Dominic Ivankov, —murmuré para mí, dejando que el nombre se repitiera en mi mente. Mi corazón, ya acelerado, saltó un compás.Nerviosa, dejé atrás el fulgor y comencé a caminar hacia el caos de bastidores, donde cada sombra parecía susurrar su nombre.Había algo en ese nombre que se sentía vagamente familiar, como si lo hubiese escuchado antes en un contexto que no lograba recordar.
Al escuchar sus palabras, sentí como si el aire se hubiera escapado de mis pulmones. Las palabras de Dante resonaban en mi cabeza, mezclándose con recuerdos borrosos de un niño de ojos amables y sonrisa reconfortante.Me dejé caer en la silla, sintiendo que el mundo giraba a mi alrededor. Las imágenes de aquel día, enterradas en lo más profundo de mi memoria, comenzaron a surgir como fantasmas del pasado.—No puede ser —murmuré, cerrando los ojos con fuerza—. Él me salvó... y yo... yo ni siquiera...—No es tu culpa, Trina —dijo Izan, su voz suave pero firme—. Eras solo una niña.Izan se acercó, arrodillándose frente a mí. Sus ojos verdes, tan parecidos a los míos, estaban llenos de preocupación.—Lo siento, hermanita. No queríamos que cargaras con ese peso.Asentí mecánicamente, incapaz de procesar completamente la información. Mi mente vagaba entre el shock de la noticia, sentía mi corazón adolorido, como si alguien le hubiese asestado una gran herida. Pese a ello, me armé de valor,