Capítulo 66. Podrías quemarte.

Dominic

El líquido caliente empapó mi pantalón, pero la quemadura no era nada comparada con la rabia que bullía dentro de mí como lava negra, espesa y letal, recorriendo mi cuerpo como un incendio incontrolable.

Todos en la sala contenían la respiración, esperando mi reacción. Esperando que la destrozara.

Y Dios, cómo lo deseaba.

Pero no como ellos pensaban.

Trina seguía allí de pie, desafiante, con ese collar de “mi sumisa” brillando alrededor de su cuello, una burla viviente a mi autoridad, con la jarra vacía en la mano y la respiración agitada.

Su rostro estaba encendido de furia, sus labios entreabiertos temblaban levemente, no de miedo, sino de furia contenida y desafiante, su mirada clavada en mí, sin un atisbo de arrepentimiento.

Esa maldita mujer disfrutaba esto.

Un silencio sepulcral llenó la sala. Todos los jefes de las mafias observaban con atención, esperando mi reacción. Sabían que no podía dejar pasar este acto de rebeldía sin consecuencias.

Mi primer impulso fu
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