Trina Quintero.Sus labios se estrellaron contra los míos con una intensidad que me dejó sin aliento. Por un momento, me quedé paralizada, sorprendida por la repentina acción. Pero luego, algo dentro de mí se encendió. Una mezcla de deseo y peligro que me hizo responder al beso con igual fervor.Sus manos se deslizaron por mi espalda, atrayéndome más cerca. Podía sentir el calor de su cuerpo, el aroma de su colonia mezclándose con el perfume de las flores del jardín. Era embriagador, peligroso y completamente irresistible.Mis dedos se enredaron en su cabello, sintiendo su suavidad mientras profundizaba el beso. Una parte de mi mente gritaba que esto estaba mal, que apenas conocía a este hombre, que podría ser peligroso. Pero otra parte, una parte más salvaje y temeraria, quería más.Finalmente, nos separamos, ambos jadeando ligeramente. Los ojos de Dominic brillaban en la penumbra, una mezcla de deseo y algo más oscuro que no pude identificar.—Eso fue... inesperado —logré decir, tra
Trina Quintero.—¿Te gustó el paseo? —preguntó, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y algo más profundo que no pude descifrar.—Fue... increíble —admití, sin poder contener la sonrisa que se extendía por mi rostro. —Nunca había hecho algo así.Dominic se acercó, su mano rozando suavemente mi mejilla. —Hay muchas cosas que nunca has hecho, Trina. Pero eso puede cambiar y yo estoy dispuesta a enseñártelas.Su toque envió escalofríos por mi columna, y por un momento, me perdí en sus ojos. Había algo en ellos, una promesa de aventura, de peligro, de pasión... y no pude evitar sentirme atraída.—¿Qué quieres decir? —, pregunté, mi voz apenas un susurro.Dominic sonrió, una sonrisa que era a la vez seductora y peligrosa. —Quiero mostrarte un mundo que nunca has conocido, Trina. Un mundo donde puedes ser quien realmente eres, sin las expectativas de tu familia, sin las restricciones que te mantienen prisionera, aunque no te rodeen barrotes —pronunció en un susurro. Sus palabras
AntecedentesLa mafia roja, o la Bratvá, tiene sus raíces en las antiguas organizaciones criminales de Rusia que se expandieron hacia América durante el colapso de la Unión Soviética. A lo largo de los años, han consolidado su poder mediante alianzas estratégicas y una reputación temida por su brutalidad. La historia del grupo está marcada por sangrientos enfrentamientos con familias rivales y un legado de venganza que ha moldeado su cultura interna.Vor (El Padrino o Jefe): Máximo líder del grupo criminal, toma las decisiones y supervisa todas las operaciones.Pakhan: Miembros de alto rango que eligen al Vor. Élite criminal.Sovietnik (Consejero o Diplomático): Maneja relaciones con otras organizaciones criminales y con el gobierno.Brigadier (Brigadier o Capitán): Supervisa a los grupos de soldados y dirige operaciones de alto nivel.Avtoritet (Hombre de influencia): Miembro respetado que ha demostrado su valía y controla territorios o actividades específicas.Boyevik (Soldado o Luch
Dominic Luego de aterrizar ese mismo día en la ciudad de Nueva York, el cambio para mi es radical, de la tranquilidad de mi mansión en Rusia, a la vibrante marea de luz y color de un desfile de moda en Nueva York.La primera fila es un escenario propio, donde cada gesto es observado, cada expresión analizada. Pero nadie puede leerme. Mi rostro es una máscara de serenidad inescrutable, un contraste gritante a la oscuridad que dejé tras las puertas de mi fortaleza ancestral.Sentado allí, rodeado de la elite, las cámaras y las sonrisas fabricadas, puedo sentir cómo se diluye cualquier vestigio de duda. El ruido, el bullicio, la superficialidad del glamour... Nada toca la esencia de lo que soy. Soy un depredador vestido de etiqueta, un lobo entre ovejas, y sin importar cuánto brille el mundo a mi alrededor, mi naturaleza oscura no se ve afectada."Adaptabilidad," pienso, mientras mis ojos recorren la pasarela. Esta habilidad para camuflarme entre las facetas de la sociedad es tanto mi a
Trina QuinteroEl último paso resonó como un eco en la pasarela, y con él, el tumulto de aplausos que marcaba el final de mi desempeño. La adrenalina aún latía por mis venas como una melodía frenética, mientras las luces me cegaban y los flashes capturaban cada instante fugaz de gloria. De pronto, alguien se acercó y me entregó un ramo de rosas; lo sujeté con fuerza. Las flores eran hermosas, de un rojo tan profundo que parecía beber la luz a su alrededor.Al leer la tarjeta, sentí cómo una leve corriente eléctrica recorrió mi piel."Me recordaste lo que es la belleza en un mundo oscuro. Dominic Ivankov."—Dominic Ivankov, —murmuré para mí, dejando que el nombre se repitiera en mi mente. Mi corazón, ya acelerado, saltó un compás.Nerviosa, dejé atrás el fulgor y comencé a caminar hacia el caos de bastidores, donde cada sombra parecía susurrar su nombre.Había algo en ese nombre que se sentía vagamente familiar, como si lo hubiese escuchado antes en un contexto que no lograba recordar.
Al escuchar sus palabras, sentí como si el aire se hubiera escapado de mis pulmones. Las palabras de Dante resonaban en mi cabeza, mezclándose con recuerdos borrosos de un niño de ojos amables y sonrisa reconfortante.Me dejé caer en la silla, sintiendo que el mundo giraba a mi alrededor. Las imágenes de aquel día, enterradas en lo más profundo de mi memoria, comenzaron a surgir como fantasmas del pasado.—No puede ser —murmuré, cerrando los ojos con fuerza—. Él me salvó... y yo... yo ni siquiera...—No es tu culpa, Trina —dijo Izan, su voz suave pero firme—. Eras solo una niña.Izan se acercó, arrodillándose frente a mí. Sus ojos verdes, tan parecidos a los míos, estaban llenos de preocupación.—Lo siento, hermanita. No queríamos que cargaras con ese peso.Asentí mecánicamente, incapaz de procesar completamente la información. Mi mente vagaba entre el shock de la noticia, sentía mi corazón adolorido, como si alguien le hubiese asestado una gran herida. Pese a ello, me armé de valor,
Dominic King.La gala benéfica era todo lo que había esperado: lujo excesivo, conversaciones triviales y la fachada cuidadosamente construida de personas que jugaban a ser altruistas mientras escondían sus verdaderos intereses. Me ajusté el moño del smoking, sintiendo el peso del Rolex en mi muñeca. Cada detalle de mi apariencia había sido cuidadosamente calculado para proyectar poder y sofisticación. Era una máscara perfecta para ocultar al depredador que acechaba debajo.Mis ojos recorrieron la sala, evaluando a cada persona presente. Políticos, celebridades, magnates... todos ellos peones en un tablero mucho más grande. Pero solo había una pieza que realmente me interesaba esta noche.Caminé entre la multitud, mi mirada evaluando cada movimiento, cada sonrisa, aunque solo la buscaba a ella.Trina Quintero Armone. Su nombre era un eco constante en mi mente, una melodía que oscilaba entre la obsesión y el desprecio. Me aseguré de que estuviera invitada, es que me encargué de que le