Capítulo 8. Paseo y promesas.

Trina Quintero.

—¿Te gustó el paseo? —preguntó, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y algo más profundo que no pude descifrar.

—Fue... increíble —admití, sin poder contener la sonrisa que se extendía por mi rostro. —Nunca había hecho algo así.

Dominic se acercó, su mano rozando suavemente mi mejilla.

—Hay muchas cosas que nunca has hecho, Trina. Pero eso puede cambiar y yo estoy dispuesta a enseñártelas.

Su toque envió escalofríos por mi columna, y por un momento, me perdí en sus ojos. Había algo en ellos, una promesa de aventura, de peligro, de pasión... y no pude evitar sentirme atraída.

—¿Qué quieres decir? —, pregunté, mi voz apenas un susurro.

Dominic sonrió, una sonrisa que era a la vez seductora y peligrosa.

—Quiero mostrarte un mundo que nunca has conocido, Trina. Un mundo donde puedes ser quien realmente eres, sin las expectativas de tu familia, sin las restricciones que te mantienen prisionera, aunque no te rodeen barrotes —pronunció en un susurro.

Sus palabras
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