1. Nuevo comienzo

Me bajé del avión con mi maleta y mi bolso en mano, estaba llegando a la ciudad, una nueva ciudad para mí y una nueva vida y distinta para mí; estaba convencida de que todo iría bien, iba a vivir con mi mejor amiga de la infancia y juntas vivíamos siempre cosas divertidas, aunque no siempre tuviéramos buena suerte, siempre podíamos superarlo.

Arrastré enérgicamente mi maleta por el gran aeropuerto para dirigirme a la salida. Fuera empezaba a oscurecer, el viento soplaba amigablemente y me hacía sentirme en casa. Conseguí un taxi que pronto me llevó a la dirección que le di. Mientras iba de camino saqué mi móvil del bolso y le marqué a Allison, contestó con el segundo repique.

—¡Hola amor! —escuché su voz —Dime que has llegado ya.

—¡Así es! No sabes cuántas ganas tengo de abrazarte, ahora me estoy dirigiendo a la casa por eso te llamo.

—¡Ay cariño! Yo también quiero verte, pero ahora no estoy en casa. No obstante te dejé la llave bajo una planta, la encontrarás y abrirás la puerta. Yo llegaré un poquito más tarde y luego nos vemos ¿te parece bien? —suspiré. 

—De acuerdo, me encuentras en la casa, pero no tardes demasiado.

—No te preocupes, pronto estaré contigo, te quiero.

—Y yo a ti.

Finalizamos la llamada. 

Me bajé del taxi y siguiendo la instrucción de Allison abrí la puerta de la casa, no era muy grande, pero era perfecta para las dos, tenía una preciosa cocina que estaba unida al salón. Encontré el cuarto libre y me metí en él. Me senté sobre la cama para descansar un ratito, el viaje había sido intenso.

Abrí la maleta y saqué una ropa cómoda con la que pasar la noche, ya me encargaría mañana de deshacer la maleta y organizarlo todo.

Me fui al salón y abrí el frigorífico, ya sabía que no estaría vacío, a Jessica le encantaba tenerlo siempre lleno, le encantaba cocinar y siempre estaba siguiendo alguna receta ya sea por Internet o por uno de sus incontables libros de cocina que tenía, no sé cómo lo hacía. 

Saqué unas patatas fritas y una coca cola, me senté en el sofá y prendí la televisión, se estaba mostrando concurso de magia. Me acomodé en el sofá mientras comía las patatas y esperaba a Allison.

Nunca entenderé cómo funcionaba la magia por más que me revelen los trucos siempre acaba impresionándome.

Escuché cómo se abría la cerradura de la puerta y supe que era mi amiga, sonreí contenta.

Dejé las patatas sobre la mesa y me dirigí a la puerta. Ésta se abrió y apareció frente a mi ella, no perdí más tiempo y me lancé a sus brazos emocionada. Nos abrazamos, nos reímos. Nos sentamos en el sofá y nos contamos nuestras vidas sin la otra. Era todo emociones hasta que se le ocurrió estropearlo cuando me dijo toda sonriente.

—¡Me alegra que hayas llegado a tiempo para que comencemos juntas las clases de cocina! —en serio, oírla decir eso apagó de golpe toda la magia que estaba disfrutando.

—¿Que qué? —la miré incrédula, pero seguía con su sonrisa en los labios.

Sacó de su bolso unos documentos y me los entregó. 

—Hice la matrícula para las dos esta tarde ¡comenzamos dentro de poco! ¿no te parece genial?

Me la quedé mirando durante un rato preguntándome cómo es que podía creer que a mí me parecía genial, no se me daba bien la cocina y ella lo sabía. 

—No, no me parece genial, para nada ¿por qué no me avisaste primero? 

—Quería que fuera una sorpresa Jess, que hiciéramos algo juntas.

—Entonces podrías habernos apuntado a una clase de fotografía ¿no hay de esos aquí? Es lo que por lo menos se hacer.

—Tú lo has dicho, sabes hacerlo, no creo que pierdas nada aprendiendo hacer algo que no sabes.

—Pierdo muchas cosas, como por ejemplo mi precioso tiempo, y mis ganas de vivir.

—¿No crees que estás exagerando un poco? Solo es cocina, lo pasaremos bien, hazlo por mí por favor —hizo pucheros. Me rendi, era tan dulce que cada vez que intentaba contradecirla yo acababa perdiendo.

—Está bien, de acuerdo, pero si al final no me convence, lo dejaré, estás advertida.

—Gracias amiga, mientras lo intentes me vale—me dio otro abrazo.

—Ven, siéntate conmigo y sigamos este programa.

Nos sentamos pegadas y juntas. comimos patatas fritas mientras observabamos la tele y comentábamos lo que veíamos. 

—Ah, por cierto. Mañana se celebrara una fiesta de inauguración del centro y vendrá gente muy importante.

—¿Eso significa que debemos participar?

—Por supuesto, nos vendría bien conocer gente de alta sociedad—nos reímos. 

—Todo por ti.

Cuando se hizo tarde nos despedimos y cada una se metió en su cuarto. Mañana comenzaría mi vida en este nuevo lugar y por primera vez sería con ella, alguien super importante de mi vida.


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