LEO (Redención)
LEO (Redención)
Por: kesii87
Prólogo.

Los gemidos desesperados desgarraban mi garganta, mientras él recorría mi cuerpo con sus manos, sin pensar, tan sólo llenándome de placer, obligándome a dejar cualquier sentimiento fuera de aquello.

Sólo era sexo, placer, una mera distracción para huir de mis pensamientos. Como cada viernes, después de una intensa jornada laboral, era tomada por aquel imbécil.

Sus estocadas eran cada vez más fuertes, tanto que mi mente dejó de pensar en gilipolleces, concentrándose en el duro placer que me proporcionaba.

El éxtasis me invadió y por un momento pensé en el hombre al que amaba, dejando que una despistada lágrima cayese por mi mejilla y se perdiese en mis cabellos.

Me tumbé al lado de ese niñato y miré hacia la fea lámpara que colgaba del techo. Me obligué a mí misma a guardar el amor y el dolor en un remoto lugar de mi corazón, antes de sentarme en la cama y agarrar mis medias.

–Quédate a dormir, Leonor.

–Eso no forma parte de nuestro acuerdo – me quejé, poniéndome en pie, agarrando mi vestido para comenzar a vestirme – sólo follamos, Abel, nada más que eso.

–¿Cuándo te vas? – quiso saber, sacándome de mis pensamientos – A Chicago.

–En tres días – contesté, colocándome la chaqueta, más que dispuesta a marcharme, pero él me detuvo. Miré hacia él, sin comprender, observando mis bragas en su mano.

–Olvidas algo – las agarré, le hice la cobra cuando intentó besarme y metí la prenda en el interior de uno de los bolsillos de mi chaqueta.

Mientras bajaba por el ascensor, luchaba conmigo misma por extirpar esa sensación que tenía dentro. Saqué el teléfono del bolso, con rapidez, sin importarme si quiera la hora que era y llamé a Lucas.

–Leo, me has despertado, joder – se quejó, al otro lado – espero que sea importante, si no… me vengaré.

–Esta noche ha sido mi último encuentro con Abel – le dije, como si le interesase – me han encargado un importante caso en el bufete.

–¿Aún sigues acostándote con ese niñato?

–Me iré en tres días a Chicago, Lucas.

–¿En serio? ¡Eso es fantástico! ¡Así podremos vernos!

–No tendré mucho tiempo para eso. Ya sabes que esto no es un viaje de placer. Estaré reunida con mi cliente y …

–Oye, tengo que dejarte, es tarde y mañana tengo que ayudar a mi padre con los preparativos del desfile.

–Mañana hablamos, bombón.

Habían pasado 5 años desde que dejé Madrid, en el aquel momento vivía en Barcelona, la ciudad en la que terminé la carrera y encontré trabajo en un importante bufete de la ciudad. Los contactos de mamá me ayudaron mucho a abrirme paso en este complicado mundo.

Era muy buena en mi trabajo y pronto llamé la atención del jefe. Jamás perdía un caso.

Me había convertido en toda una abogada de prestigio. Tenía todo lo que siempre había deseado: una casa lujosa, dinero que no dejaba de crecer y estaba cerca de los míos. Pero… ya no tenía a ese hombre para disfrutar de tiempo a su lado. Eso me perseguiría por siempre, pues aún me seguía culpando de su muerte.

Llegué a casa, eché de comer a Simón, mi hámster y me tumbé sobre la cama. Estaba exhausta, sin tan siquiera quitarme el vestido de pedrería que llevaba esa noche.

Mi teléfono comenzó a sonar, de nuevo. Miré hacia la pantalla, de nuevo era el pesado de Samuel, y cómo de costumbre iba a ignorarle, no quería volver a saber nada sobre las locas ideas del hermano de mi novio muerto.

Diez llamadas perdidas tenía de ese día. Debía de ser urgente, porque eso ya era pasarse.

Cerré los ojos, y cuando volví a abrirlos eran cerca de las siete de la mañana, ¿cómo había podido quedarme dormida? Le había prometido a mi jefe que le enviaría un resumen del caso a primera hora de la mañana.

Me di una ducha rápida, me puse las mayas y una camiseta ancha y me puse a estudiar aquel importante caso de malversación de fondos. Era un caso complicado, y debido a lo bien relacionado que estaba aquel sujeto, había solicitado ayuda legal del mejor despacho de abogados español que existía.

Me eché hacia atrás en el sofá tan pronto como terminé el resumen y envié el archivo a mi jefe. Entonces desvié la vista hacia mi teléfono en el que había una insistente luz parpadeante.

Tenía un nuevo mensaje, pero no podía reconocer el número.

Número desconocido.

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*Foto

Abrí la foto, despreocupada, observando a dos chicas allí, a una de ellas podía reconocerla en cualquier parte, era Rita, estaban en una discoteca, sonriéndole a la cámara.

Yo:

¿Rita?

Número desconocido:

No te fijes en nosotras, mira detrás.

Volví a abrir la foto. Había mucha gente en esa discoteca, gente riendo, gente bailando, y … un par de hombres dándose la mano, como si estuviesen sellando un trato. Pero no fue eso lo que me dejó helada, lo que hiciese que me faltase el aliento y que mi mundo se detuviese, si no descubrir que uno de esos hombres era Charlie.

Yo:

Si esto es uno de tus juegos, no me interesa.

Número desconocido:

Estuve en Miami el mes pasado, esa foto fue tomada entonces.

Yo:

Deja tus putos juegos de una vez, Rita.

Número desconocido:

Sé que cuesta creerlo, yo también me quedé flipando cuando lo vi, por eso hice algunas investigaciones por mi cuenta. Pero ahora lo sé, no estaba soñando. Charlie está vivo.

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