21.

 

Las clases eran un incordio, me aburría horrores, ni siquiera chatear con Samuel, que seguía preguntándome a todas horas por mi estado de ánimo me animaba, ni las charlas con mis nuevas amigas, o con Lucas. Necesitaba a Charlie.

 

Habían pasado algunas semanas desde nuestro encuentro, desde esa violación que quería borrar de mi mente, aún me sentía asqueada cuando pensaba en ello, aún refregaba mi piel con fuerza al ducharme, o veía a ese degenerado disfrutar de mi cuerpo al cerrar los ojos…

No había vuelto a saber nada de mi camello favorito. Estaba ocupado, por supuesto, metido en líos con los rusos, y sabía que tenía que dejarle espacio, pero … le echaba de menos, eso es todo.

 

- Leo – me llamó Becks, con ese pelazo que llevaba, siempre despampanante, mientras yo miraba hacia el teléfono, y ponía los ojos en blanco. Me apetecía cero hablar con ella - ¿viene
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