Charlie.Volver a sentirla de aquella manera fue un alivio. Sentir sus jadeos, sus caricias, su piel… casi había olvidado todo lo que sentía al hacer todo aquello, con ella. Mis sentimientos hacia esa preciosa mujer seguían siendo los mismos, incluso más fuertes que antes. Ella siempre consiguió lo que ninguna otra antes pudo, me hizo libre.Quería luchar a contra marea, con quién fuese, sólo para quedarme a su lado, a pesar de que sabía que sería peligroso para ambos. No quería volver a perderla.- Escapémonos juntos – sugirió ella. Dejé de pensar en toda esa mierda, y besé su cuello, mientras la abrazaba aún, por detrás, sin que tan siquiera se hubiese vestido, en aquella habitación de hotel donde me fugué con ella la noche anterior, en la que no dejamos de entre
Charlie.Frente al espejo, pensaba en el plan, hecho un manojo de nervios. Al fin había llegado el día en el que todo aquello se acabaría, pero … ¿a qué precio? Debía fingir que no sabía nada y ver a Mica siendo arrestada por sus colegas de asuntos internos, aunque… en el fondo sabía que ella no caería sin luchar, quizás era eso lo que me tenía tan ansioso y preocupado.Me acaricié la barba, más larga de lo que me gustaba, antes de meterme la maquinilla y dejármela casi a ras.Tenía ganas de que todo terminase, de dejar de acostarme con esa mujer por la que no sentía más que odio, volver a abrazar a mi princesa y vivir una vida sin preocupaciones. Añoraba aquellos días frente al mar, abrazado a ella, con las miradas de desaprobación de su padre, y una sonrisa por
Los gemidos desesperados desgarraban mi garganta, mientras él recorría mi cuerpo con sus manos, sin pensar, tan sólo llenándome de placer, obligándome a dejar cualquier sentimiento fuera de aquello.Sólo era sexo, placer, una mera distracción para huir de mis pensamientos. Como cada viernes, después de una intensa jornada laboral, era tomada por aquel imbécil.Sus estocadas eran cada vez más fuertes, tanto que mi mente dejó de pensar en gilipolleces, concentrándose en el duro placer que me proporcionaba.El éxtasis me invadió y por un momento pensé en el hombre al que amaba, dejando que una despistada lágrima cayese por mi mejilla y se perdiese en mis cabellos.Me tumbé al lado de ese niñato y miré hacia la fea lámpara que colgaba del techo. Me obligué a mí misma a guardar el amor y el dolor en un remoto lugar de mi corazón, antes de sentarme en la cama y agarrar mis medias.–Quédate a dormir, Leonor.–Eso no forma parte de nuestro acuerdo – me quejé, poniéndome en pie, agarrando mi ve
Ignorando las señales.Preparaba la maleta, ya había empaquetado casi todo para mi próximo viaje a la ciudad de las oportunidades, pero esa vez no estaba pensando en eso, si no en visitar por un corto periodo de tiempo la ciudad que me vio nacer. Debía investigar esa maldita foto, a pesar de que no tenía ninguna esperanza de que fuese cierto.El timbre de la puerta sonó. Era raro, porque no estaba esperando a nadie.¿Samuel? – pregunté, al verle allí, frente a mí, tan cambiado. Ya no se parecía en nada a ese niño con el que me acostaba en el pasado - ¿qué haces aquí?No me coges el teléfono – contestó – es un asunto importante, Leo.Leonor – corregí. Me miró, sin comprender – ya no dejo que nadie me
2. Infiltrado.Samuel:Sabía que había más en todo aquello de lo que había descubierto, mucho más, y lo que había encontrado sobre Charlie sólo era la punta del iceberg. Aquel tema parecía ser mucho más grande.Charlie estaba colaborando con la mafia rusa, pero eso no era lo más preocupante. ¿Por qué había fingido su propia muerte? ¿Por qué nunca nos buscó? ¿Por qué no cumplió la promesa que le hizo a Leo? ¿Por qué estaba en Miami trabajando para los rusos con esa tipa, esa tal Mica?Un remolino de preguntas inundaba mi mente, allí, sentado en el asiento del avión, pensando por un momento en ella, en Leo, en lo mucho que ella quería creer que todo era un montaje. Quizás porque de otra manera, sentiría que mi hermano la había traicionado, hab&ia
3. EspejismoJamie:Era un día como cualquier otro, con riesgos, rodeado de rusos, ante el solo apoyo de Mica, y cubriendo sentimientos, como si nada importase, como si mi vida se hubiese detenido con aquel disparo, como si realmente hubiese muerto. Una parte de mí lo hizo, porque Charlie Hurtado estaba muerto, era Jamie Miller en aquel momento, y siendo esa persona no había nada que me llenase, como si estuviese vacío por dentro, como si cada noche cuando me acostaba en esa fría cama junto a esa mujer a la que me beneficiaba, fuese una puta obligación. Y lo era, tenía un maldito contrato.Dramas aparte, no quiero recordar esa mierda y menos hablar sobre ella. Lo dejé atrás todo, lo que llenaba mi vida, lo que era importante para mí, y lo cambié todo, incluso el nombre. Así que ni siquiera quería pensar en ello, porque ya no había vuelta at
4. Empezar de cero.Leo.La residencia universitaria era genial, mi compañera de habitación era muy parecida a mí, en cuanto a forma de ser, porque de físico éramos como el agua y el aceite. Ella era morena, ojos verdes, alta, delgada y con poco pecho.Deshacía la maleta en mi armario, mientras ella me contaba el largo viaje que había hecho desde Colombia hasta Chicago.Sin lugar a dudas mi parte favorita de la habitación era el balcón, desde dónde se podían ver unas vistas espectaculares.Entonces… ¿crees que te llamaran de esa prueba? – preguntó, justo después de que le hablase sobre ello. Me senté sobre la cama, sonriente.El resultado no es importante – contesté, demasiado profunda para tratarse de mí misma –
Soñar Despierto. Jamie: Dormía con los brazos de Mica enredados en mi cuerpo, mientras yo pensaba, con los ojos abiertos, como platos, sin poder dormir, tras un par de polvos con aquella mujer. Cerré los ojos un momento, recordando cada una de sus caricias, sin que sintiese nada. Echaba de menos sentir esa corriente eléctrica que recorría mi cuerpo cada vez que Leo me tocaba. Añoraba sus besos, su voz, su mirada, sus locuras, a mi princesa. Tragué saliva, intentando mantener a raya los sentimientos, pensando en ella… ¿dónde estaría en aquel momento? ¿qué estaría haciendo? La imaginé en mi cabeza, en ropa interior, mirándose al espejo, agarrando su cabello en una coleta alta. Tragué saliva, recorriendo cada parte de su cuerpo, de esas curvas que me volvían loco con la mirada, deseándola, justo como siempre. Aparté a Mica, con cuidado y me levanté de la cama, dejándola allí, saliendo al balcón,