1.

  1. Ignorando las señales.

Preparaba la maleta, ya había empaquetado casi todo para mi próximo viaje a la ciudad de las oportunidades, pero esa vez no estaba pensando en eso, si no en visitar por un corto periodo de tiempo la ciudad que me vio nacer. Debía investigar esa maldita foto, a pesar de que no tenía ninguna esperanza de que fuese cierto.

El timbre de la puerta sonó. Era raro, porque no estaba esperando a nadie.

  • ¿Samuel? – pregunté, al verle allí, frente a mí, tan cambiado. Ya no se parecía en nada a ese niño con el que me acostaba en el pasado - ¿qué haces aquí?

  • No me coges el teléfono – contestó – es un asunto importante, Leo.

  • Leonor – corregí. Me miró, sin comprender – ya no dejo que nadie me llame Leo – bajé la mirada, apretando los labios con despreocupación después - ¿qué es lo que querías?

  • ¿Ni siquiera vas a invitarme a pasar? – se quejó. Entré en casa, indicándole que entrase. Echó una leve ojeada alrededor, observando todas mis cosas metidas en cajas y maletas - ¿te vas a alguna parte?

  • Samuel, tengo prisa – le corté, cansada de que no soltase prenda.

  • Yo también me alegro de verte – me dijo – hay un tema sobre el que tenemos que hablar – se sentó en la mesa del salón y me hizo una señal para que yo también lo hiciese. Resoplé, molesta, y me senté frente a él, muy reacia a todo aquello. Dejó un sobre que llevaba consigo, en el que ni siquiera me había fijado sobre la mesa, sacando de su interior una fotografía impresa en un folio – dime qué opinas sobre esto.

Miré hacia el papel, observando de nuevo la fotografía que Rita me había pasado esa misma mañana.

  • Sólo es un montaje – contesté, levantando la vista para observarlo. Negó con la cabeza, sacando otro documento del interior del sobre.

  • Eso mismo pensé, por eso contraté a tu padre para que lo investigase. Como sabes ahora se dedica a esto – asentí, porque sabía que mi padre había abierto una oficina de detectives privados – y él encontró esto – agarré el documento que me facilitaba, encontrando algo que ni siquiera podía creer, era una fotografía reciente de Charlie, estaba muy cambiado, tenía el pelo más largo que la última vez y la barba también. No lucía como él en lo absoluto, tenía la mirada perdida, ni siquiera parecía preocupado de la mujer que estaba a su lado, con una gran sonrisa – la fotografía la hizo la interpol – aseguró, dejándome tremendamente perdida – esta mujer se hace llamar Mica, es la mano derecha de un importante capo de la mafia rusa – dejé caer las manos, sobre la mesa. Mica. Reconocía ese nombre.

Se supone que la tal Mica pertenecía al FBI, en una operación en cubierta para atrapar a los más importantes capos rusos de la mafia. Eso es lo que él me dijo una vez. Incluso me confesó que él mismo había colaborado con ellos. Entonces… ¿qué significaba aquello?

Mi cabeza daba vueltas, ni siquiera podía pensar con claridad, mi corazón dolía.

  • Jaime y yo creemos que mi hermano fingió su propia muerte…

  • ¡Basta! – rogué, tan pronto como derramé la primera lágrima, limpiándola con rapidez – tu hermano está muerto, tú estuviste en su funeral, viste el cuerpo…

  • El cuerpo estaba destrozado – me contradijo, haciendo que recordase ese detalle, ni siquiera nos dejaron verlo – puede que no fuese él, que sólo lo hicieran pasar por él, para poder llevárselo – el miedo invadió mi cuerpo, ni siquiera podía pensar con claridad – Esos tíos son importantes, peligrosos, podrían haberlo hecho.

  • Si tu hermano estuviese vivo habría vuelto a buscarme – contesté, dejando que un par de lágrimas más invadiesen mis mejillas. Negué con la cabeza, volviendo a limpiarlas – él me prometió que haría todo lo posible por volver a mi lado, Samuel.

  • Ya… pero … ¿y si no pudo hacerlo? – Preguntó, creando en mi esa duda, expandiéndola por cada parte de mí, agarrándose a ella. Si Charlie estaba vivo… si realmente él… - tenemos que ir a Miami – insistió – corroborar con nuestros propios ojos si es él, o si sólo es alguien que se le parece – negué con la cabeza, aterrada.

  • No – le corté – si él no nos ha buscado… si realmente está vivo y es él… ¿no crees que nos hubiese buscado, Samuel? Si no lo ha hecho quizás es porque no puede hacerlo. Lo estaríamos poniendo en peligro si vamos a por él – él comprendió entonces lo que mis palabras querían decir – Si realmente es él… si está vivo… me basta solo con saberlo.

  • Haz lo que quieras – contestó, molesto, poniéndose en pie, recogiendo las pruebas que había traído, metiéndolas de nuevo en el sobre – pero yo iré a buscarle.

Se marchó sin más, cerrando la puerta detrás de él, mientras yo sólo miraba hacia ese punto, sintiendo como algo dolía dentro.

Charlie… ¿realmente estás vivo?

A veces las señales están ahí, situaciones que pasan desapercibidas a nuestros ojos, momentos en los que ni siquiera te fijas, pero que si lo hubieses echo hubieses descubierto más de lo que se ve a simple vista.

Ese fue mi error en aquel entonces, ignorar las señales, querer creer que todo era una coincidencia, un montaje, una broma de mal gusto. Si hubiese hecho las cosas de otra forma, quizás el sufrimiento y el dolor podrían haberse evitado.

Leía por enésima vez la carta que me enviaron los tipos de Hollywood, fijándome en los detalles.

“Un anónimo benefactor nos ha enviado una gran cantidad de dinero por contar con gente como tú para este corto.

Hemos visto tu vídeo en el portal de Vimeo, y queremos contar con usted…”

Cerré el email y abrí el de la universidad, fijándome en las similitudes de ambas cartas. En ambas hablaban de un anónimo benefactor, de una cantidad de dinero que donaba, de una oportunidad para gente como yo.

¿Qué demonios estaba pasando? ¿Por qué tenía la corazonada de que había algo que las relacionaba? No era simple coincidencia.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo