Leo.
Esperé paciente, con el corazón en un puño, mirando hacia ellos, para ver que sucedía, al final ella se marchó de nuevo a la sala de conferencias, y él se quedó allí, exasperado, refregándose las manos por el cabello, despeinándolo.
Sacó su teléfono desechable y envió un mensaje, que me llegó de lleno. Sonreí, al darme cuenta de que él estaba pensando en mí.
Número desconocido:
Si me dejas un poco más de tiempo, te lo explicaré todo.
Yo:
¿Cuánto tiempo, señor Miller?
Pude ver como sonreía allí, al leer mi mensaje, calmando mi corazón.
Núme
Leo.Saludé a varios compañeros de la universidad, llegando a la barra, donde Tammy servía las copas, me saludó con un persistente “zorra”. Iba rompiéndolo todo con aquel corto vestido rojo, de pedrería, el cabello recogido en una coleta alta, con mis flequillos hacia delante.Me pedí una copa y acepté los cumplidos de Abel, sorprendiéndome de encontrarle allí. Sonreí, divertida.Se suponía que iba a ser una sorpresa – me dijo. Sonreí, divertida – pero al final me has sorprendido tu a mí, estás preciosa.¿Cómo sabías que estaba aquí? – quise saber. Abrazándole, dándole dos besos.Tengo mis contactos – aseguró, apoyando la mano en la zona baja de mi cintura, muy ce
En un aprieto.Jamie.Aún no podía creérmelo. Era mi Leo, mi amor, la única mujer que lo significaba todo para mí, y estaba allí, en mis brazos, sin querer soltarme, aterrada de volver a perderme.Besé su coronilla, mientras ella cerraba los ojos, quedándose allí un rato más. Mi teléfono empezó a sonar, en mi bolsillo, y entonces me retiré.Tengo que irme – le dije, observando su rostro apenado, no quería dejarla, pero no tenía otra opción – volveremos a vernos, princesa – me despedí.Hice el amago de irme, pero ella me agarró de la mano, impidiéndomelo en el último momento.Prométeme que esta vez volverás a mi lado – sonreí, levantando su mano, bes
Capítulo 11 – Despejar la mente.Leo.Tomaba el sol en la terraza, los pocos rayos de sol, que podía haber en pleno invierno, con mis gafas de sol y el teléfono sobre la mesa. Miré hacia él, pues seguía sin sonar. Hacía ya como dos semanas que no tenía noticias de Charlie.Quizás debería ser más dura con él, quizás me estaba engañando…. – esos pensamientos rondaban mi mente en aquellos días. Más después de tanto tiempo sin verle, quizás él ya no era el mismo chico del que me enamoré. Habíamos estado demasiado separados, era obvio que habíamos cambiado.También estaba todo el tema ese de Mica. Sabía que él se acostaba con ella, y que no iba a dejar de hacerlo, aun habiéndomelo reconocido. Entonces… ¿c&o
Capítulo 12 – La cabaña.Leo.Justo íbamos en el autobús de camino a casa, él era divertido, me seguía el juego, así que supuse que seríamos grandes amigos. No os mentiré, me pareció guapo, pero mi vida ya era demasiado complicada como para complicarla con más dramas.Era un cielo, no quería marcharse a su residencia, hasta no dejarme en la mía, sana y salva. Había oscurecido, pero de normal solía ir sola a casa, no había problema.Mi móvil comenzó a sonar justo cuando llegamos a la puerta. Ambos miramos hacia la mano en la que iba encerrado, sabía perfectamente quién era, pero no iba a cogerlo en ese momento, iba a pagarle con la misma indiferencia con la que él llevaba tratándome durante esas dos semanas.Me lo he pasado muy bien, Se
Capítulo 13 – Te perdí.Jamie.Cerraba los ojos, sintiendo como su lengua se enroscaba en mi pezón, aún no entendía cómo había podido convencerla, cómo podíamos estar allí, desnudos por la parte de arriba, mientras nos calentábamos el uno al otro. La deseaba demasiado, no estaba seguro de poder comportarme como un caballero, no cuando había pasado tanto tiempo sin ella.¿Ella también te hace esto? – preguntó, deteniéndose. La agarré del cuello y la atraje hacia mis labios, no quería responder, porque eso implicaría detenernos, y no estaba cerca de eso – Charlie… - ella parecía resistirse, y no la culpaba.Todo esto es tuyo – prometí, agarrándola de la nuca para atraerla a mí, ap
Capítulo 14 – Me gusta esto.Samuel.Corría por el pasillo, con dificultad, tras una paliza por aquellos rusos, en la que había escapado de milagro tras la distracción de uno de ellos, que estaba llamando a su jefa, una tal Mica.Tenía el rostro lleno de sangre y el pie ensangrentado, pero no iba a quedarme a que me rematasen.Poli – llamé, con el móvil en la mano, aún sin poderme creer la situación – tienes que ayudarme…Jamie.Sobre la cama, con los ojos cerrados, y mi lengua haciendo su magia, podía escuchar los gemidos de mi princesa, cada vez más constantes, estaba a punto de terminar, y aunque eso me encantaría, sentir la sensación que produce un trabajo bien hecho, quería hacer mucho más con esa chica.El tel
Leo. Era relajante estar en aquella parte del mundo, en aquella cabaña, junto a Lucas. Le había echado tanto de menos, y relajarme después de una dura semana en la academia y en mi día a día… lo necesitaba. Me toqué los brazos, había refrescado, el sol estaba a punto de desaparecer, a lo lejos, en el horizonte, y el sonido de los pájaros era cada vez más lejano. Parecía que pronto se marcharían a dormir, pero yo aún no quería hacerlo, no quería volver a soñar con él, con sus besos, sus abrazos… Le añoraba, demasiado, a pesar de lo mucho que me lo negase a mí misma. Me había pasado toda la semana sin tener noticias suyas, y eso sólo me hacía preguntarme a cada minuto si estaría en los brazos de esa mujer. ¿Realmente me compensaba? ¿Tenerle a medias? ¿Esperar por algo que ni siquiera sabía si era seguro? Quizás debería dejarle ir de una vez por todas, centrarme en otras etapas de mi vida, atreverme a conf
Charlie: Me fumaba un cigarro en la sala de fumadores del hotel, con una camisa roja de flores y unos pantalones de pinzas, como un verdadero chulo de playa de la época de mis padres, totalmente metido en el papel, más que dispuesto a llevar a cabo mi misión. Levanté la vista, luciendo despreocupado, justo cuando el puto ruso de m****a entró por la puerta, seguido de sus tres secretarios. Se notaba a leguas de que eran tipos peligrosos, con tan sólo una mirada. Siguieron su camino, tras hacerle una señal a la recepcionista, que corrió a recibirles. Para nadie era un secreto que aquel tipo era respetado por allá por dónde pisaba, como si sus pisadas fuesen dejando un rastro de billetes. Sonreí ante mi estúpida imaginación, mientras escuchaba al equipo de operaciones, más que listo para entrar en acción. Me levanté, y eché a andar hacia el casino, apagando el cigarro en una maceta cercana, sin poner demas