Capítulo 12 – La cabaña.
Leo.
Justo íbamos en el autobús de camino a casa, él era divertido, me seguía el juego, así que supuse que seríamos grandes amigos. No os mentiré, me pareció guapo, pero mi vida ya era demasiado complicada como para complicarla con más dramas.
Era un cielo, no quería marcharse a su residencia, hasta no dejarme en la mía, sana y salva. Había oscurecido, pero de normal solía ir sola a casa, no había problema.
Mi móvil comenzó a sonar justo cuando llegamos a la puerta. Ambos miramos hacia la mano en la que iba encerrado, sabía perfectamente quién era, pero no iba a cogerlo en ese momento, iba a pagarle con la misma indiferencia con la que él llevaba tratándome durante esas dos semanas.
Me lo he pasado muy bien, Se
Capítulo 13 – Te perdí.Jamie.Cerraba los ojos, sintiendo como su lengua se enroscaba en mi pezón, aún no entendía cómo había podido convencerla, cómo podíamos estar allí, desnudos por la parte de arriba, mientras nos calentábamos el uno al otro. La deseaba demasiado, no estaba seguro de poder comportarme como un caballero, no cuando había pasado tanto tiempo sin ella.¿Ella también te hace esto? – preguntó, deteniéndose. La agarré del cuello y la atraje hacia mis labios, no quería responder, porque eso implicaría detenernos, y no estaba cerca de eso – Charlie… - ella parecía resistirse, y no la culpaba.Todo esto es tuyo – prometí, agarrándola de la nuca para atraerla a mí, ap
Capítulo 14 – Me gusta esto.Samuel.Corría por el pasillo, con dificultad, tras una paliza por aquellos rusos, en la que había escapado de milagro tras la distracción de uno de ellos, que estaba llamando a su jefa, una tal Mica.Tenía el rostro lleno de sangre y el pie ensangrentado, pero no iba a quedarme a que me rematasen.Poli – llamé, con el móvil en la mano, aún sin poderme creer la situación – tienes que ayudarme…Jamie.Sobre la cama, con los ojos cerrados, y mi lengua haciendo su magia, podía escuchar los gemidos de mi princesa, cada vez más constantes, estaba a punto de terminar, y aunque eso me encantaría, sentir la sensación que produce un trabajo bien hecho, quería hacer mucho más con esa chica.El tel
Leo. Era relajante estar en aquella parte del mundo, en aquella cabaña, junto a Lucas. Le había echado tanto de menos, y relajarme después de una dura semana en la academia y en mi día a día… lo necesitaba. Me toqué los brazos, había refrescado, el sol estaba a punto de desaparecer, a lo lejos, en el horizonte, y el sonido de los pájaros era cada vez más lejano. Parecía que pronto se marcharían a dormir, pero yo aún no quería hacerlo, no quería volver a soñar con él, con sus besos, sus abrazos… Le añoraba, demasiado, a pesar de lo mucho que me lo negase a mí misma. Me había pasado toda la semana sin tener noticias suyas, y eso sólo me hacía preguntarme a cada minuto si estaría en los brazos de esa mujer. ¿Realmente me compensaba? ¿Tenerle a medias? ¿Esperar por algo que ni siquiera sabía si era seguro? Quizás debería dejarle ir de una vez por todas, centrarme en otras etapas de mi vida, atreverme a conf
Charlie: Me fumaba un cigarro en la sala de fumadores del hotel, con una camisa roja de flores y unos pantalones de pinzas, como un verdadero chulo de playa de la época de mis padres, totalmente metido en el papel, más que dispuesto a llevar a cabo mi misión. Levanté la vista, luciendo despreocupado, justo cuando el puto ruso de m****a entró por la puerta, seguido de sus tres secretarios. Se notaba a leguas de que eran tipos peligrosos, con tan sólo una mirada. Siguieron su camino, tras hacerle una señal a la recepcionista, que corrió a recibirles. Para nadie era un secreto que aquel tipo era respetado por allá por dónde pisaba, como si sus pisadas fuesen dejando un rastro de billetes. Sonreí ante mi estúpida imaginación, mientras escuchaba al equipo de operaciones, más que listo para entrar en acción. Me levanté, y eché a andar hacia el casino, apagando el cigarro en una maceta cercana, sin poner demas
Samuel. Un tono. Mi impaciencia. Dos tonos. Pasos ligeros por la habitación. Tres tonos. Me paso las manos por la cabeza, nervioso. Cuatro tonos. Y resoplo molesto. Cinco tonos. Y salta el puto contestador. “Hola. Soy Poli. Seguramente estoy ocupado en un asunto importante. Si lo tuyo también lo es… deja tu mensaje después del tono” - Poli, llamamé, joder, es importante – colgué el teléfono, dejándolo sobre la mesa, y caminé a paso ligero hacia la cama, observándola, allí dormida, sin poder creer aún tenerla de nuevo de esa forma. Aún no podía creerlo, cuando la llamé anoche y la encontré totalmente destruida, porque un imbécil se había atrevido a golpearla, a abusar de ella. Lo habría matado. A ese hijo de p**a. Pero llegué demasiado tarde. Me acerqué, despacio, levantando la mano, dubitativo, rozando su mejilla, sin atreverme a hacer más, pues ella ni siquiera er
- Leo – se quejaba Samuel, justo cuando me ponía en pie, totalmente decidida, colocándome los altos tacones y el vestido. No iba a dejar que un idiota como el de esa noche me jodiese la vida. Ya no más. No después de todo lo que soporté con mi hermano – tienes que volver a la cama, descansa un poco más, aquí estarás a salvo. - Samuel – le llamé, metiéndome las manos en los estrechos bolsillos del vestido – no soy una muñeca de porcelana, no voy a romperme por esto. Voy a salir ahí fuera y a … - mis palabras se perdieron en el jaleo del momento. Giré la cabeza para ver que ocurría, había demasiado ruido fuera, voces varias y hasta forcejeos. - Tío, vas a hacer que te maten – escuché decir a Poli, justo cuando la persona con la que discutía entró en la habitación, dejándome plenamente sorprendida. No esperaba encontrar a Charlie allí. - ¿Charlie? – pregunté, con un hilo de voz, viniéndom
Charlie. Entré por la puerta de aquel hotel lujoso, dejé las llaves sobre la mesa y saqué del bolsillo el móvil, despreocupado, pensando en mi preciosa princesa, y entonces… estalló la bomba. - ¿Se puede saber dónde estabas? – preguntó, echa una furia, justo delante de mí. - Salí a dar una vuelta – me quejé, evitando su mirada – ya sabes cuánto odio sentirme encerrado en una caja de cerillas. Se acercó a mí, estudiándome con la mirada, como si no creyese una palabra de lo que decía. Era como un maldito sabueso, oliendo aquí y allá, intentando encontrar algo que usar en mi contra y pareció encontrarlo, porque me empujó, de buenas a primeras. - Hueles a perfume de mujer – espetó. Rompí a reír, descargando un poco de la ansiedad que sentía en aquel momento - ¿te hace gracia? ¿Has vuelto a ver a Leo? - ¿En serio me cree
Las clases eran un incordio, me aburría horrores, ni siquiera chatear con Samuel, que seguía preguntándome a todas horas por mi estado de ánimo me animaba, ni las charlas con mis nuevas amigas, o con Lucas. Necesitaba a Charlie. Habían pasado algunas semanas desde nuestro encuentro, desde esa violación que quería borrar de mi mente, aún me sentía asqueada cuando pensaba en ello, aún refregaba mi piel con fuerza al ducharme, o veía a ese degenerado disfrutar de mi cuerpo al cerrar los ojos… No había vuelto a saber nada de mi camello favorito. Estaba ocupado, por supuesto, metido en líos con los rusos, y sabía que tenía que dejarle espacio, pero … le echaba de menos, eso es todo. - Leo – me llamó Becks, con ese pelazo que llevaba, siempre despampanante, mientras yo miraba hacia el teléfono, y ponía los ojos en blanco. Me apetecía cero hablar con ella - ¿viene