Maylene se acerca lentamente hacia la pared para tomar el umbral. Sus ojos siguen abiertos, en ese lugar que logran advertir una y otra vez de que no está loca…No.“No me digan que todavía sigues sorprendida.”—¿Quién eres? —Maylene tira la primera pregunta con fuerza. Su pecho sube y baja constantemente, mientras la mano trata de no tirar o no romper el teléfono en su oreja.“Eso es un pequeñito secreto que no puedo decirte por aquí.”—¿Quién eres? ¿Qué quieres? —arremete otra vez Maylene. Y con certeza sé da cuenta que la ventaja de esto es que…no tiene necesidad de buscarla. Viene hacia ella sin pensarlo, ¡claro! Ésta es la segunda vez—, habla, dime tu nombre.“Mi nombre…te lo diré, te lo voy a decir. Primero tienes que ir al lugar que te diré y podemos hablar un rato.”—Si no me dices tú nombre ahora-“No, no. Eso sí que no: te recomiendo no hacer nada que pueda perjudicarte, ¿Más de lo que ya estás? No sería muy sensato para ti…ni para tus hijas. ¿Verdad Maylene? ¿Verdad que no
Los pasos de sus hijas sin querer distraen todo lo que ellos habían pensado en hacer. O en lo que Maylene iba a responder.Los dos observan a las gemelas, quienes se acercan curiosas ante el inmenso hombre que está sentado al lado de su madre. Sobretodo Hannah, quien se abraza a su peluche y dispuesta está en ver al hombre con una sonrisa tímida.—¡Oso grande! —dice con fuerza, mientras Hayley se detiene tras de ella.—Hola, princesa…—saluda Declan con una sonrisa débil—, y hola princesa —se dirige hacia Hayley, aún tímida tras la espalda de su hermana.Maylene se da cuenta que ya no es la atención de Declan, y se muerde los labios mirándolo a los tres. Dios, es un caos para ella estar en ésta situación. No hay nombre para que describa precisamente ésta soledad donde están sólo…los cuatro. Sus niñas parecen estar encantadas por el hombre que ya ha dejado de ser un extraño. Más que todo de Hannah, quien se acerca y señala su brazo.—¿Qué tienes ahí? —inquiere la niña—, ¿Qué es eso?—Son
Su corazón se encoge de forma que es muy difícil explicar. Cada día que pasa las palabras de Declan cobran peso, cobran confusión, cobran desesperación. La desesperan. Y como ahora, no hay ningún lugar en su mente que pueda explicarle lo que acaba de escuchar.En este momento, mirándolo fijamente, atónita, Maylene tiene que sostenerse del asiento.—¿Qué…? —se detiene a sí misma para asimilar. Alza una mano como si estuviese buscando las palabras, porque no hay palabras que salgan ante semejante revelación—, ¿Qué estás diciendo? ¿Cómo que lo sabes? —una vez sus ojos verdes lo buscan en su embrollo que la mente jugó en contra, Maylene dobla las cejas entre confundida y adolorida—, ¿Qué es lo que sabes, Declan? En primer lugar, ¿Cómo…? ¿Cómo sabes qué es lo que estoy buscando?Declan no arranca el carro, pero sus manos continúan sujetando el volante.Su mandíbula se tensa cuando está de perfil—Sólo sé lo que Claire dijo.Maylene alza ligeramente las cejas, observando con nitidez su clar
Cuando Maylene baja del auto y sin soltar la puerta del copiloto, toma un suspiro.Luego rodea el auto para llegar al otro lado.Declan abre la puerta en silencio.—Tienes que regresar, no puedes estar aquí. Tu herida…—logra formular cuando ya quedarse callada y no decir nada no es una opción. No quiere admitirlo, pero ésta preocupada por Declan más de lo que cree, y que haya acabado así junto a ella aún con su debilidad la pone ansiosa aún más—, puedes volver. Ya hiciste mucho trayéndome aquí.Sus palabras quedan en el aire.Da un paso hacia atrás cuando Declan sale del auto, ignorando en su totalidad todo lo que dice. Queda un poco absorta cuando la figura intimidante de Declan eleva su pecho para cerrar la puerta del auto.—¿A dónde te diriges?Maylene se toma de las manos cuando lo oye preguntar. Bien, la sigue ignorando.—Estás débil…—masculla Maylene, retrayéndose en su sitio por la cercanía. Todavía pude sentir ese calor en sus mejillas debido a lo que sucedió hace tan sólo un
El aliento de Maylene queda dispersado de forma adusta y llena de sorpresa cuando sus labios se mueven al compás que el suyo.Y el sabor caliente y fresco es una deliciosa respuesta en estos momentos donde la tensión en ambos está desbordándose con creces y para cada momento. Con creces, totalmente fuera de lugar. La boca de Maylene se abre para dejarlo entrar.—¿Qué te parece si quiero estar contigo sin importar nada de lo que pasó? —Declan aferra sus mejillas en sus dos manos—, ¿Qué te parece si tú me pides olvidarlo todo? ¿Acaso no escuchaste lo que dije? Mi intención aquí no es recordar el pasado o lo que vivimos. Mi intención es enamorarte como lo hice esa primera vez, enamorarte cada día, por segunda vez, una tercera, una cuarta, cuantas veces sean necesarias. ¿no te es suficiente esto, que estoy luchando a cada instante para que comiences a creer? ¿O quiere seguir atormentándonos con ese pasado, Maylene? —vuelve a besarla—, pero ya te lo dije —suelta su rostro—, no tienes la ob
Maylene procura que éste beso sea lo más delicado posible, así que sus manos, aún tomando las mejillas de Declan, se suavizan lo tanto que puede.Éste beso está a nada de confundirla más, pero aunque pasó demasiado tiempo tratando de olvidar el efecto que siempre causó uno de sus besos, desde el momento en que Declan la besó esa noche fueron los recuerdos quienes irrumpieron de manera tan enérgica y vulnerable para que la guerra dentro de ella estallara. Una guerra que no cree ganar. No hoy.Se aleja de Declan con suavidad, y todavía tiene los ojos cerrados.—¿Declan?— pregunta Maylene en voz baja.—Voy a necesitar —Declan intenta murmurar porque su tono deja en claro su debilidad—, otra bala —susurra—, si eso significa que recibiré otra vez un beso tuyo…Maylene aprieta los labios.—Es mejor que duermas. Voy a estar al pendiente de todo lo que suceda —Maylene suelta su rostro como si temiera un poco de romperlo—, duerme.No recibe respuesta. De pronto, se da cuenta que lo más probabl
Está demasiado claro que las palabras de Reece perturban a Maylene, tanto que parece haber perdido la voz.Voltea el rostro. Sus ojos abiertos miran el suelo un instante, y está tan sumergida en sus pensamientos que no se percata de los pasos de Reece acercándose. Incluso su voz parece un tanto lejana cuando vuelve a oírlo.—Oye.—¿Cómo que…? —se interrumpe a sí misma. Y cuando sus ojos verdes se muestran furiosos, alza la vista—, ¿¡No tienen acceso al patrimonio de nuestro padre?!Reece baja la mano del hombro de Maylene al ver que su próxima animadversión se apodera repentinamente de sus facciones.—Creí que lo sabías —es lo que se limpita a decir Reece.—¿Cómo iba a saber algo así? ¿¡Cómo, Reece?! —Maylene agarra la chaqueta de Reece para acercarlo—, ¿Papá fue capaz de hacernos esto? ¿prefirió más a Shannon que a nosotros? ¡¿Cómo puedes explicar algo así?!—Tuve la misma reacción, Maylene. Pero no fue cuando papá murió, sino cuando el abogado leyó su testamento, una semana después
—¿Qué necesitas hacer en ese lugar?Maylene toma el brazo de Reece y lo aleja de la puerta.—Hay algo que necesito ver con mis propios ojos y tiene que ser allá —da una ojeada hacia atrás—, puedo tener una evidencia que servirá si abrimos un cargo contra Shannon.—¿Pero qué clase de evidencia?—Eso, hermanito, no es algo que te diré fácilmente —Maylene, contraria a lo que Reece estaba esperando que dijera, mantiene aún oculto el otro tema aparte—, necesito a alguien como testigo —el plan de Maylene es que más gente vea a la otra mujer, la otra persona. Así tendrá testimonios para probar que está en una encrucijada con lo que parece ser, una persona que miente en nombre suyo. Al ver que Reece no responde, mueve su hombro—, habla, no te quedes callado.—Es increíble que estés considerando abrirle un expediente a esa mujer.—¿Y por qué no recibe algo de su propia medicina? —con un solo pronunciamiento de Shannon David su cabeza empieza a ebullir.Cerca de unos segundos después, el pasill