capitulo 48

Dana se quedó en la entrada de la casa, observando cómo Felipe desaparecía en su oficina. La tensión en el aire era palpable, y sabía que el tiempo se estaba acabando. Tenía que actuar rápido si quería mantener el control de la situación.

Una vez que estuvo segura de que Felipe estaba ocupado, Dana sacó su teléfono y marcó el número de Cairo. Necesitaba asegurarse de que él estuviera al tanto de lo que había sucedido y de los próximos pasos a seguir.

—Cairo, soy yo —dijo en cuanto él contestó—. Felipe está más furioso que nunca. Necesitamos ajustar nuestro plan.

Cairo, siempre calmado y sereno, respondió con su acostumbrada tranquilidad.

—Lo sé, Dana. Lo vi en sus ojos hoy. ¿Qué sugieres?

Dana pensó por un momento antes de responder.

—Tenemos que ser más cuidadosos. Asegúrate de que todos nuestros movimientos sean invisibles. No podemos permitirnos más errores.

Cairo asintió, aunque Dana no podía verlo.

—Entendido. ¿Y qué hay de los inversionistas? ¿Siguen de nuestro lado?

—Por ahora,
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