Felipe salió de su empresa con un propósito claro: llegar al depósito donde tenía a Bolo y sus hombres. Necesitaba respuestas sobre la traición, y estaba decidido a obtenerlas. El aire de la noche era fresco, y mientras conducía, su mente repasaba una y otra vez los eventos recientes. La traición de Bolo había sido inesperada, pero ahora tenía la oportunidad de descubrir la verdad.
Al llegar al depósito, Felipe notó algo extraño. Un grupo de coches y motocicletas salían del lugar a toda velocidad. Su corazón se aceleró al darse cuenta de lo que eso significaba: Bolo estaba siendo rescatado.
—¡No puede ser! —gritó, golpeando el volante con frustración.
Sin perder tiempo, ordenó a sus hombres que los siguieran. Las calles se convirtieron en un escenario de persecución, con los vehículos de Felipe pisándoles los talones a los de Bolo. Los disparos resonaban en la noche mientras intentaban detenerlos.
Sin embargo, en medio de la persecución, un camión apareci
Con Eduardo manejando la operación, la compra de las acciones se realizó sin problemas. La empresa de Catalá fue adquirida bajo el nombre de una entidad extranjera, y nadie sospechó que Dana estaba detrás de todo.Este movimiento no solo le dio a Dana el control sobre la empresa, sino que también le permitió resolver el problema ambiental que había amenazado con destruirla. Ahora tenía la libertad de implementar cambios que garantizarían el cumplimiento de todas las regulaciones y protegerían el legado de su abuelo.Mientras tanto, Felipe enfrentaba las consecuencias de perder el control de la empresa de Catalá. Su abuelo, un hombre de negocios experimentado y astuto, no tardó en enterarse de lo sucedido. La noticia de que habían tenido que vender las acciones para resolver el problema ambiental lo enfureció.—¡Felipe! —exclamó su abuelo, golpeando la mesa con el puño—. ¿Cómo pudiste permitir que esto sucediera? La empresa de Catalá era un camuflaje perfecto, y
Dana sabía que su decisión de vender las acciones de la empresa de Catalá había enfurecido a Felipe. Había jugado una carta arriesgada, pero necesaria, para liberar a la empresa del control que él ejercía. Aunque la empresa estaba al borde de la quiebra, bajo su nueva dirección extranjera, tenía el potencial de renacer.Felipe no pudo ocultar su descontento con la decisión de Dana. Para él, la empresa de Catalá era más que un simple activo; era una pieza clave en su red de operaciones. Aunque enfrentaba problemas, seguía siendo útil como fachada y para ocultar ciertas actividades.—Dana, ¿cómo pudiste hacer esto? —le reclamó Felipe en una de sus pocas reuniones cara a cara desde el incidente—. Sabías lo importante que era esa empresa para mí.Dana lo miró con calma, sin dejarse intimidar.—Felipe, era necesario. No podía permitir que algo que mi abuelo construyó se destruyera por completo. Ahora, bajo una nueva dirección, puede tener una oportunidad de so
Felipe había encontrado un momento de respiro en "La Fortaleza de Ámbar", un escondite bien oculto en el norte. Este lugar había sido su refugio durante años, un sitio donde podía desaparecer del mundo y planear sus próximos movimientos.Al llegar, fue recibido por Lucía, una antigua amante y aliada de confianza. Junto a ella estaba Isabel, la hermana de Lucía, también exmilitar. Ambas habían jugado papeles importantes en su vida, tanto en lo personal como en lo estratégico.Mientras tanto, Valeria, una comandante respetada, reflexionaba sobre la traición de Felipe. Había confiado en él, creyendo en su aparente bondad. Valeria había traicionado a Dana, para estar cerca de Felipe, pero en la emboscada él no la salvo, y se fue, ella regresó a su ciudad, él la contactó, pero luego desapareció sin dejar rastro. Ahora, la verdad era un golpe amargo. Cuando supo que Felipe había vuelto a la ciudad del norte, debía verlo y enfrentarlo—¿Cómo pude ser tan ciega? —murmur
En la ciudad del norte, la situación se había salido de control. Una explosión resonó en la distancia, sacudiendo la mansión donde Valeria y Felipe se encontraban. La música se detuvo abruptamente, y los gritos llenaron el aire. Valeria se giró, su instinto de soldado activándose al instante.—¡Es un ataque! —gritó Lucas mientras se movían rápidamente hacia la salida.—¡Todos, a cubierto! —ordenó Valeria, tomando el mando con autoridad—. Felipe, ven con nosotros.Felipe dudó por un momento, pero la mirada decidida de Valeria lo convenció.—Está bien, pero esto no ha terminado —respondió él.Mientras corrían, Valeria sintió que el tiempo se ralentizaba. La adrenalina corría por sus venas, y cada paso la acercaba más a la verdad. Sabía que el ataque no era una coincidencia; alguien había descubierto su plan.Al salir, se encontraron en medio del caos. Hombres armados, con máscaras, disparaban a la multitud. Los gritos de pánico resonaban, y Va
El teléfono de Felipe vibró en su bolsillo mientras caminaba por las calles desiertas de Italia. Valeria y él acababan de salir del café después de la tensa reunión con Sativa. Al sacar el móvil, vio el nombre de Lucia parpadeando en la pantalla. Lucia, su antigua amante, siempre aparecía en los momentos más inesperados.—¿Qué quieres? —preguntó Felipe, manteniendo la voz baja para que Valeria no escuchara.—He oído sobre la explosión —respondió Lucia, su voz suave pero inquisitiva—. Y también que Valeria está involucrada. ¿Necesitas ayuda?Felipe sonrió para sí mismo. Lucia siempre estaba al tanto de todo, pero no podía dejar que supiera demasiado.—Tengo todo bajo control —dijo, su tono seguro—. Valeria no sabe quién soy realmente. La estoy usando para desmantelar la organización de Bolo. Es una pieza en mi ajedrez.Lucia rió suavemente al otro lado de la línea.—Siempre tan manipulador, Felipe. Usas a las personas como te conviene.
El motor del coche rugía mientras Valeria conducía a través de las oscuras calles de Italia. La adrenalina aún corría por sus venas, pero su mente estaba enfocada en lo que había descubierto sobre Felipe. “No puedo confiar en él,” pensó mientras giraba en una esquina, su corazón latiendo con fuerza. “No puedo dejar que me engañe otra vez.”Felipe, sentado a su lado, observaba el paisaje con una expresión sombría.—¿A dónde vamos? —preguntó, rompiendo el silencio.—A un lugar seguro —respondió Valeria, manteniendo la mirada en la carretera—. Necesitamos planear nuestro próximo movimiento.—¿Y qué hay de Lucas? —Felipe cuestionó, preocupado—. No podemos dejarlo atrás.—Lo sé —dijo Valeria, sintiendo que la culpa la consumía—. Pero no podemos arriesgarnos a perder más hombres. Necesitamos información sobre la mafia y sobre lo que realmente está pasando.Felipe asintió, aunque su expresión seguía siendo tensa. Sabía que la situación era crítica,
Felipe estaba decidido a lograr sus objetivos, sin importar a quién tuviera que utilizar en el proceso. La brisa marina soplaba con fuerza en el muelle, llevando consigo el murmullo de las olas y el eco de la inminente confrontación. Valeria se sentía como si estuviera al borde de un precipicio, lista para saltar, pero sin saber si habría algo que la sostuviera al otro lado. Sativa les había dado un respiro, pero la desconfianza seguía flotando en el aire.—¿Qué haremos ahora? —preguntó Liam, rompiendo el silencio mientras miraba a su alrededor, asegurándose de que no hubiera nadie a la vista.—Necesitamos un plan —dijo Valeria, sintiendo la presión en su pecho—. Sativa, ¿cómo planeas escapar de Bolo?Sativa se cruzó de brazos, su expresión seria.—Bolo tiene ojos en todas partes. No puedo simplemente salir corriendo. Necesito que me ayuden a crear una distracción.—¿Qué tipo de distracción? —preguntó Felipe, su mirada intensa.—Algo que llame su atención. Si puedo hacer que se concent
Felipe tenía el semblante tenso mientras avanzaba hacia el hombre de la barra. Sus ojos oscuros, cargados de un peso que parecía imposible de llevar, reflejaban algo más que preocupación. Era rabia contenida, un fuego que ardía bajo la superficie y que solo él sabía controlar. Valeria lo observaba desde atrás, intentando descifrar sus intenciones, pero Felipe era un enigma. Siempre lo había sido.El bar, llamado “El Refugio”, no hacía honor a su nombre. A pesar de la música suave y las luces tenues, el aire estaba cargado de una tensión que se sentía en cada rincón. Las miradas furtivas de los pocos clientes presentes parecían buscar algo, o tal vez a alguien. Valeria apretó los labios, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Sabía que estaban entrando en terreno peligroso.—¿Estás seguro de esto? —le susurró Valeria a Felipe, mientras caminaban hacia el hombre con la cicatriz en la mejilla.Felipe no respondió de inmediato. Su mandíbula se tensó, y el pequeño tic en su ceja izquie