Cinco años después...—Boox, por favor, bájame. —Una voz alegre le pidió a uno de los orcos, su leal amigo. Metis había nacido frágil y enfermiza; desde bebé, lidiaba con fiebres constantes y dificultades para coordinar sus movimientos. A sus escasos 5 años, ella apenas estaba caminando, y Boox se había convertido en su pilar y apoyo para movilizarse en largas distancias.Con cuidado, Boox lo descendió de su robusto lomo y lo acomodó con suavidad sobre una piedra, desde donde observaba a sus dos hermanos entregados jugando.—Ven, mi pequeña cachorrita, permíteme ayudarte a sumergirte en el agua —ofreció Freya con cariño.—Mamá, ¿dónde está nuestro padre? ¿No crees que Ajax, Psique y yo merecemos saber más sobre él y porque no está con nosotros?Freya contuvo un suspiro y tragó saliva al recordar la difícil situación con Metis. Cuando los cachorros nacieron, notó que Metis lloraba mucho y experimentaba problemas de movimiento. A pesar de sus intentos de ayudarla a ejercitarse, la bebé
Aquella noche, Metis sigilosamente salió de la cabaña. Durante días, había planeado ir a buscar a su padre, anhelaba saber la verdad. Sin levantar sospechas se deslizó entre las sombras de los árboles donde descansaban los Orcos. Al llegar, con extrema cautela, llamó a Boox en un susurro apenas audible.— Boox, Es el momento de irnos. —murmuró con urgencia.— Es hora de que Metis... —Una vocecita ronca, emergía de las sombras.Metis se sobresaltó y se volteó rápidamente con el corazón, latiéndole con fuerza. Descubrió a Ajax y Psique parada frente a ella. Con nerviosismo, los instó a regresar.— Ajax, me asustaste. Vuelvan a la cabaña. No le digan a mamá que me viste por favor, guárdame el secreto.— ¿Hacia dónde te diriges con eso, hermanito? —inquirió Psique mientras observaba el bolso que Metis llevaba consigo.— Voy a contárselos, pero prométanme que no le dirán a mamá —pidió Metis con seriedad, recibiendo como respuestas que sus hermanitos afirmaran con la cabeza.— Descubrí que
Crono siguió al guardia que salió de la mansión, rodeándola en silencio. Al llegar a la entrada, se detuvo abruptamente al encontrarse con una escena que lo asustó. Dos bestias con niños sobre ellos. Ajax y Psique, lloraban desconsoladamente, mientras los guardias observaban con desconcierto. Crono avanzó con cautela, su corazón latía con fuerza ante la mezcla de curiosidad y recelo que inundaba sus pensamientos.—¿Qué buscan? ¿Niños y sus padres? —inquirió Crono con voz firme, aunque una inquietud le revolvía las entrañas. La mirada de Metis se cruzó con la suya, y en sus ojos se reflejaba una rabia que llamó la atención de Crono.—Tú eres Crono, ¿verdad?—Sí —respondió Crono, sus ojos escudriñando a la niña que estaba sobre el lomo de uno de los orcos; su carita le resultaba extrañamente familiar. Observó sus ojos grises, su pelo castaño, y un nudo se formó en su garganta. Tragó saliva, dio un suspiro y continuó con sorpresa—. Y ustedes.—Tú eres papi —repitió una vocecita mimosa,—
—Dejaste a mami que se fuera por esta chillona y descortés loba —Soltó Metis mientras terminaba de comer, estiró las manitas para alcanzar un vaso de leche y se lo llevó a la boquita.—No digas eso, hija. Tu madre es mi mate y la única loba que siento que amo. Circunstancias y enredos hicieron que se marchara de mi lado —unas lágrimas se asomaron en sus ojos, y su rostro reflejaba tristeza—. Yo nunca percibí su conexión, mis cachorros. No puedo creer que esté viviendo esta realidad; soy padre de tres cachorros hermosos. Estoy seguro de que ustedes vienen a darnos luz sobre tanta tristeza, tanta oscuridad que me rodea. Me duele el alma pensar que me rechaces Metis. Sé que he perdido cinco años de sus vidas, pero les prometo que de ahora en adelante no me separaré de ustedes. Mi amor es exclusivamente para ustedes, se los prometo.—Papi, no llores —Psique se bajó de la silla y caminó hacia él—. Yo te perdono. Quiero tener una mami y un papi —rodeó sus brazos alrededor de él y lo abrazó,
Damara recibió la noticia de la llegada de tres niños a la mansión. No perdió tiempo y se dirigió con rapidez hacia ella, al llegar subió las escaleras, sentía una presión en el corazón. En el pasillo divisó a Lucía en la entrada de la habitación y no pudo contener su ansia y le preguntó.—¿Dónde están? Quiero verlos.—Están descansando, señora.Con cautela, Damara abrió la puerta de la habitación, camino hacia la cama, y su mirada se posó en los rostros de los niños. Una sonrisa emocionada iluminó su rostro al instante, pues no había duda alguna: eran sus nietos.El varón, con sus rasgos, le recordó la imagen viva de su propio hijo cuando este era apenas un niño que dormía en sus brazos. Conmovida, Damara caminó y se acomodó en un sillón frente a la ventana, esperando pacientemente a que los niños despertarán.Metis fue la primera en abrir los ojos, y como un resorte, se incorporó recordando a Boox y Nerón. Estaba a punto de levantarse cuando una voz suave la detuvo en seco:—Hola, m
Después de reflexionar, Crono camino lentamente hacia la habitación de sus hijos. Lucía le informaba que Metis había salido con Damara. Entro en la habitación y se detuvo dejándose llevar por la escena que se desarrollaba ante sus ojos. Una sonrisa jugueteó en sus labios al contemplar a Psique, con los pies apoyados cómodamente sobre su hermano, enredada en la cama, con los brazos abiertos. Dio unos pasos hacia el mueble frente a la ventana y se sentó contemplando a sus hijos.Psique, abrió los ojos con lentitud, se inclinó y se sentó en la cama mientras se frotaba los ojos con delicadeza. Al percatarse de la ausencia de su hermana, su mirada se dirigió hacia la ventana, su rostro se iluminó con una sonrisa que revelaba su inocencia. Descendió con gracia de la cama, se acercó a su padre con curiosidad e inquirió—Hola, papi, ¿dónde está Metis?—Está con la abuelita y los orcos. —Crono respondió con ternura.La revelación tomó a Psique por sorpresa, pero su rostro se irradió con asombr
Los Kelpies se abalanzaron sobre los guerreros con ferocidad, desatando la caótica batalla. El estruendo de sus pezuñas resonaba en la tierra, y la gente presa del miedo, huía despavorida. En medio del caos, Crono, llegó al lugar con su espada desenvainada, listo para enfrentar la amenaza que caminaba hacia él. Pirro avanzó con rapidez hacia Crono, sus ojos chispeaban con malicia mientras alzaba su espada. Frente a Crono, comenzaron a luchar en un duelo lleno de furia. Cada golpe de espada resonaba con brutalidad. No obstante, Pirro se dio cuenta de que Crono era más fuerte y hábil con la espada. Los movimientos de Crono eran una danza letal de poder y destreza que dejaba a Pirro en una posición casi derrotada. Pero, Pirro demostró ser más astuto y con una sonrisa perversa en los labios, expresó. —Prepárate para morir y seré yo el gobernante de todas las tierras de lobos, junto a tu mate, mi amada Freya. Aunque tu destreza en la espada sea mejor que la mía, yo tengo más lobos. —Levan
Minutos antes, Freya llegó y se topó con el caos en pleno centro de la manada. Al detenerse el carro, salió con rapidez y reconoció a uno de los guardias de la mansión, estaba malherido, Corrió hacia él y le preguntó con urgencia.— ¿Dónde están los niños y Crono?El guardia, entre jadeos, respondió.—Los niños fueron llevados a un refugio, y el alfa está allá —levantó la mano y señaló—. Está luchando con Pirro.Freya elevó sus ojos hacia donde señalaba el guerrero y vio a Boox; supo que su hija estaría allí y corrió hacia ellos. Sus ojos ardía de miedo y rabia.—Vaya, vaya, a quién tenemos aquí, a mi querida sobrina y al insecto de mi hermano —expresó Pirro al ver a Agamenón llegar en ese momento. Algunos Kelpies fueron acercándose, creando un aura de miedo.—Freya, toma a Metis y aléjate de aquí. Yo me encargo de Pirro —rugió Crono con una voz profunda y amenazadora.Pirro soltó una carcajada siniestra y desenvainó su espada mientras clavaba sus agudos ojos en Crono.—Mírate, eres u