Capítulo 30

Mientras tanto, Freya se encontraba en el refugio implementado por Isis en las afueras de la manada Yinka; solo ella y su hermano conocían ese lugar, una zona boscosa y poco accesible. La tranquilidad del lugar se vio interrumpida cuando su padre ingresó.

—Mi lobita, ¿cómo te sientes? Es que mató a Crono, nunca debí permitir que te alejaras de mi lado — Agamenón entró con ansias, avanzando hacia su hija para abrazarla con ternura.

— Papi, estoy bien, gracias a mis amigos, mis cachorros que lograron sobrevivir —mostró una sonrisa tierna mientras acariciaba su vientre.

— Hoy, cuando llegó Isis a la manada y pidió hablar conmigo en privado, supe que algo malo te pasó, luego me contó sobre tu rescate y no podía creer lo que me decía. Salimos de la mansión a escondidas para que nadie nos siguiera. Hija, mi corazón está destrozado por lo que has tenido que pasar. Quisiera llevarte conmigo a nuestra manada, pero Isis me expresó que tu vida está en peligro, y la de mis nietos si salen de aquí
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