—¡Hola, amiga! —Respondió Isis con una voz cálida.—Ah, hola. No soy la señora Freya, soy Lucía de la servidumbre. Vine a la habitación de la señora Freya para ver si necesitaba algo, pero estoy asustada. No puede moverse y me pidió que la llamara —explicó Lucía con un tono de preocupación en su voz.Isis, al escuchar esto, se alarmó de inmediato. Con voz preocupada, respondió.—Mi amiga está en peligro. Voy a pedir ayuda de inmediato. Por favor, quédate en la entrada de la mansión, y te ruego que no le cuentes a nadie. Si revelas lo que le pase a Freya, eso estará en tu conciencia.—Está bien, señorita. Esperaré en la entrada a la persona que viene ayudarla —respondió Lucía temblando de miedo mientras cerraba la llamada. Miró a la señora con pesar, corrió hacia la puerta y salió de la habitación. Bajó las escaleras con nerviosismo y abandonó la mansión por la parte de atrás. Caminaba con aprehensión, consciente de que ahora se encontraba en una situación peligrosa.Isis llamó rápidam
Crono, al observar a su esposa retirarse de la habitación, lanzó una mirada inquietante a Palas sin pronunciar una sola palabra. Un silencio tenso se apoderó del espacio, y ella tragó saliva, percibiendo por primera vez la oscuridad que se reflejaba en los ojos de él.— Crono, por favor, no me mires así. No me juzgues, mi amor —murmuró Palas con un nudo en la garganta.— Habla. ¿Cómo he llegado a este estado? —Crono empezó a recobrar el control de su cuerpo, moviendo lentamente sus manos en un gesto de autoridad. —exigió respuesta con el semblante rígido.— Crono, después de la cena, empezamos a beber y las cosas se descontrolaron. —ella, con nerviosismo, comenzó a relatar—. Nos besamos y, bueno, la situación se intensificó. Terminamos desnudos y nos entregamos el uno al otro.—Te amé Lea, me enamoré de tu ternura, de tu sencillez, del cariño que me demostrabas, desafié a mi madre por ti. Nunca imaginé que fueras a traicionarme, en estos tres años desaparecida te convertiste en una l
Mientras tanto, Freya se encontraba en el refugio implementado por Isis en las afueras de la manada Yinka; solo ella y su hermano conocían ese lugar, una zona boscosa y poco accesible. La tranquilidad del lugar se vio interrumpida cuando su padre ingresó.—Mi lobita, ¿cómo te sientes? Es que mató a Crono, nunca debí permitir que te alejaras de mi lado — Agamenón entró con ansias, avanzando hacia su hija para abrazarla con ternura.— Papi, estoy bien, gracias a mis amigos, mis cachorros que lograron sobrevivir —mostró una sonrisa tierna mientras acariciaba su vientre.— Hoy, cuando llegó Isis a la manada y pidió hablar conmigo en privado, supe que algo malo te pasó, luego me contó sobre tu rescate y no podía creer lo que me decía. Salimos de la mansión a escondidas para que nadie nos siguiera. Hija, mi corazón está destrozado por lo que has tenido que pasar. Quisiera llevarte conmigo a nuestra manada, pero Isis me expresó que tu vida está en peligro, y la de mis nietos si salen de aquí
Cinco años después...—Boox, por favor, bájame. —Una voz alegre le pidió a uno de los orcos, su leal amigo. Metis había nacido frágil y enfermiza; desde bebé, lidiaba con fiebres constantes y dificultades para coordinar sus movimientos. A sus escasos 5 años, ella apenas estaba caminando, y Boox se había convertido en su pilar y apoyo para movilizarse en largas distancias.Con cuidado, Boox lo descendió de su robusto lomo y lo acomodó con suavidad sobre una piedra, desde donde observaba a sus dos hermanos entregados jugando.—Ven, mi pequeña cachorrita, permíteme ayudarte a sumergirte en el agua —ofreció Freya con cariño.—Mamá, ¿dónde está nuestro padre? ¿No crees que Ajax, Psique y yo merecemos saber más sobre él y porque no está con nosotros?Freya contuvo un suspiro y tragó saliva al recordar la difícil situación con Metis. Cuando los cachorros nacieron, notó que Metis lloraba mucho y experimentaba problemas de movimiento. A pesar de sus intentos de ayudarla a ejercitarse, la bebé
Aquella noche, Metis sigilosamente salió de la cabaña. Durante días, había planeado ir a buscar a su padre, anhelaba saber la verdad. Sin levantar sospechas se deslizó entre las sombras de los árboles donde descansaban los Orcos. Al llegar, con extrema cautela, llamó a Boox en un susurro apenas audible.— Boox, Es el momento de irnos. —murmuró con urgencia.— Es hora de que Metis... —Una vocecita ronca, emergía de las sombras.Metis se sobresaltó y se volteó rápidamente con el corazón, latiéndole con fuerza. Descubrió a Ajax y Psique parada frente a ella. Con nerviosismo, los instó a regresar.— Ajax, me asustaste. Vuelvan a la cabaña. No le digan a mamá que me viste por favor, guárdame el secreto.— ¿Hacia dónde te diriges con eso, hermanito? —inquirió Psique mientras observaba el bolso que Metis llevaba consigo.— Voy a contárselos, pero prométanme que no le dirán a mamá —pidió Metis con seriedad, recibiendo como respuestas que sus hermanitos afirmaran con la cabeza.— Descubrí que
Crono siguió al guardia que salió de la mansión, rodeándola en silencio. Al llegar a la entrada, se detuvo abruptamente al encontrarse con una escena que lo asustó. Dos bestias con niños sobre ellos. Ajax y Psique, lloraban desconsoladamente, mientras los guardias observaban con desconcierto. Crono avanzó con cautela, su corazón latía con fuerza ante la mezcla de curiosidad y recelo que inundaba sus pensamientos.—¿Qué buscan? ¿Niños y sus padres? —inquirió Crono con voz firme, aunque una inquietud le revolvía las entrañas. La mirada de Metis se cruzó con la suya, y en sus ojos se reflejaba una rabia que llamó la atención de Crono.—Tú eres Crono, ¿verdad?—Sí —respondió Crono, sus ojos escudriñando a la niña que estaba sobre el lomo de uno de los orcos; su carita le resultaba extrañamente familiar. Observó sus ojos grises, su pelo castaño, y un nudo se formó en su garganta. Tragó saliva, dio un suspiro y continuó con sorpresa—. Y ustedes.—Tú eres papi —repitió una vocecita mimosa,—
—Dejaste a mami que se fuera por esta chillona y descortés loba —Soltó Metis mientras terminaba de comer, estiró las manitas para alcanzar un vaso de leche y se lo llevó a la boquita.—No digas eso, hija. Tu madre es mi mate y la única loba que siento que amo. Circunstancias y enredos hicieron que se marchara de mi lado —unas lágrimas se asomaron en sus ojos, y su rostro reflejaba tristeza—. Yo nunca percibí su conexión, mis cachorros. No puedo creer que esté viviendo esta realidad; soy padre de tres cachorros hermosos. Estoy seguro de que ustedes vienen a darnos luz sobre tanta tristeza, tanta oscuridad que me rodea. Me duele el alma pensar que me rechaces Metis. Sé que he perdido cinco años de sus vidas, pero les prometo que de ahora en adelante no me separaré de ustedes. Mi amor es exclusivamente para ustedes, se los prometo.—Papi, no llores —Psique se bajó de la silla y caminó hacia él—. Yo te perdono. Quiero tener una mami y un papi —rodeó sus brazos alrededor de él y lo abrazó,
Damara recibió la noticia de la llegada de tres niños a la mansión. No perdió tiempo y se dirigió con rapidez hacia ella, al llegar subió las escaleras, sentía una presión en el corazón. En el pasillo divisó a Lucía en la entrada de la habitación y no pudo contener su ansia y le preguntó.—¿Dónde están? Quiero verlos.—Están descansando, señora.Con cautela, Damara abrió la puerta de la habitación, camino hacia la cama, y su mirada se posó en los rostros de los niños. Una sonrisa emocionada iluminó su rostro al instante, pues no había duda alguna: eran sus nietos.El varón, con sus rasgos, le recordó la imagen viva de su propio hijo cuando este era apenas un niño que dormía en sus brazos. Conmovida, Damara caminó y se acomodó en un sillón frente a la ventana, esperando pacientemente a que los niños despertarán.Metis fue la primera en abrir los ojos, y como un resorte, se incorporó recordando a Boox y Nerón. Estaba a punto de levantarse cuando una voz suave la detuvo en seco:—Hola, m