CAPÍTULO 5

Matthew sin importarle nada, agarró la mano de Samantha, y le ayudó a caminar, subieron a la torre para que Samantha pudiera ver esas vistas tan hermosas que tenía desde Space Needle. 

—¿Deseas comer algo? Ya que el almuerzo no te lo terminaste. 

—No, por ahora no tengo hambre, pero si te soy sincera prefiero ir a comer algo al mercado — dijo con una gran sonrisa de niña traviesa, haciendo que el corazón de Matthew quisiera salir de su pecho como por sexta vez desde que la vio llegar con Micah. 

Samantha disfrutaba de esa vista tan hermosa, mientras que él no dejaba de mirarla a ella. 

—Todo es hermoso desde aquí. 

—Ya lo creo, pero si ahora te gusta, espera cuando lo veas de noche. 

—¿Me traerías? — Samantha era una persona que confiaba muy rápido en las personas, cuando se comportan como lo hacía Matthew, él se había comportado más que amable y eso hablaba muy bien de él. 

—¿Crees que Micah lo permita? — La sonrisa de Samantha se borró. 

—Lo que Micah permita o no, me tiene sin cuidado, yo no soy ni su hija, ni soy su propiedad, soy una persona que hace lo que quiere, sin tener que consultarle a nadie, además no andamos haciendo nada malo. — una sonrisa sincera brotó de los labios de Matthew al oírla, y fue el turno de Sam para que sintiera como quería salirse el corazón en el pecho, era demasiado atractivo. Nunca había tenido un orgasmo, pero si ese hombre seguía mirándola como lo hacía, seguro iba a tener uno. 

—Bien siendo así, te prometo traerte un día de estos en la noche, ¿te parece? 

—Me parece perfecto. 

Ambos disfrutaron de ese tiempo juntos, Matthew la hizo sonreír muy a menudo, él era encantador y tierno, eso hacía que Samantha se sintiera una mujer especial y única, luego de estar ahí alrededor de una hora, decidieron ir al mercado de pike place. 

—¿Ahora si comerás algo? 

—Sí, la verdad ahora sí tengo hambre. 

Matthew estaba maravillado de que Sam no fuera de esas mujeres que se mantenían a base de ensalada, pudieron unas hamburguesas con papas y gaseosa, él no era un hombre exigente con la comida de hecho de vez en cuando le gustaba la comida chatarra, Matthew se reía al ver que Samantha no podía morder la hamburguesa porque era muy grande, cuando logró poder darle un mordisco un poco de salsa se resbaló por una comisura del labio, Matthew la miró fijamente y sin pensar, pasó su dedo por ahí para luego meterlo a su boca, nunca despegó su vista de los ojos de Samantha, quién parecía no respirar, mientras que él tenía una mirada muy oscura. 

—Lo siento, va a parecer que no se comer una hamburguesa — dijo muy nerviosa y sonrojada. 

—No te preocupes, sé que son bastantes grandes — Matt tenía una gran sonrisa en su rostro. 

Luego de comer recorrieron el lugar, Samantha parecía una niña andando de un lugar a otro y Matthew le gustó verla así, en el mercado de pike place vendían flores muy hermosas, de todos colores y todas clases, Matt no pudo evitar comprar un hermoso arreglo para ella. 

—Bienvenida a Seattle Samy — le dijo con una gran sonrisa, ella se quedó maravillada ante el gesto, y en cómo la llamó, de forma inconsciente, se acercó y le dio un beso en la mejilla, haciendo que el acto Matthew cerrara los ojos y soltara un gran suspiro. 

—Gracias, has sido muy lindo conmigo.

—No has sido nada, eres… — una hermosa princesa, pensó, pero no se atrevió a decirlo.. — mi cuñada y debemos hacerte sentir bien, en especial cuando mi hermano se comporta como un gran imbécil. — Samantha sintió decepción, al pensar que lo hacía solo por deber. 

—¿Podemos irnos ya? — dijo algo seria y Matthew lo notó, se maldijo internamente, porque sospechaba el porqué su cambio de actitud. 

—Sí claro, debes estar cansada, y lo de hoy no ha sido un deber Sam, me ha encantado estar contigo, me ha nacido sacarte de la casa, eres muy hermosa y no debes estar triste — sus palabras tan sinceras y la forma tan dulce en que le habló hicieron que todo en su estómago se revolviera como si tuviera un ejército de mariposas, ella volvió a sonreír, y eso hizo que Matt se relajara. 

Camino a la mansión Davis nadie decía nada, pero no hacía falta, habían sido muy comunicativos, se habían conocido, y sabían que se llevarían de maravilla. Cuando llegaron Micah caminaba de un lado a otro en el jardín, sabía que Samantha se había ido con Matthew, él se la había llevado, y eso lo hizo enfurecer. En cuanto Sam salió del auto Micah llegó hasta donde ella, le tomó su rostro y la besó, Matthew se sintió morir, deseaba apartarlo de ella, y romperle la cara para que no se atreviera a volver a besarla, pero como no podía hacer nada, apretó fuertemente sus manos formandolas en puños. 

—Sam, cariño, mi amor, perdón, perdón, he sido un imbécil, no debí hablarte así, gracias a Dios no te has ido, casi muero al pensar que me has dejado. — Micah se permitió hablar después de terminar el beso. 

—Estuve a punto de hacerlo, pero Matthew se ofreció ayudarme a olvidar y relajarme, me llevó a conocer un poco de Seattle y la verdad me ha encantado. 

—Me alegro tanto — dijo tratando de ocultar lo que realmente sentía y pensaba, se giró a Matthew — gracias hermano, has sido muy bueno con Sam, te lo agradezco. — Matt pensaba contestarle pero en eso su celular sonó, haciendo que interrumpiera su respuesta. 

—Alice — dijo apenas contestar — cálmate cariño, enseguida salgo para allá — Matthew no se despidió de nadie solo volvió a subir al auto y se fue a gran velocidad. Samantha empezó a sentir como una gran hoguera se apoderaba de ella, mientras que Micah, cada vez se sentía más intrigado en conocer a esa mujer. 

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