El show debía continuar, debía volver a mí realidad y seguir sobreviviendo a ella.—¡Por dios, por fin apareces! —exclamó Dayana en cuanto me vio llegar cerca a las mesas VIP.—¿Pasó algo? —le pregunté con indiferencia, sintiéndome aún perdida en mis emociones y pensamientos.—Te están esperando en el VIP 3, seguramente es Fabricio, ve antes que el jefe se dé cuenta que no estás con él —dijo con prisa.—Si —contesté con lentitud.—BE, ¿Estás bien? —me preguntó antes de irme.Asentí en modo automático.—Si.Dayana me observa con preocupación.—Tu cuerpo está aquí pero tú mente parece estar en otro lado, ¿Segura que estás bien? —insistió.—Si, no te preocupes —reiteré, y me dirigí hacia las escaleras.Respiro profundamente frente a aquella puerta mientras cierro mis ojos por varios segundos, preparándome para entrar.De repente escucho la puerta abriéndose, y al abrir mis ojos, estos se encuentran con los de Fabricio.Le sonrió forzadamente recordando las amenazas de Roger. Sin embargo,
———UN MES DESPUÉS———El tiempo ha transcurrido rápido. Ni siquiera se en qué momento pasó tanto tiempo.No había vuelto a saber de Bruce, y justo eso quería, ¿No?Sería una completa mentirosa si dijera que su recuerdo jamás pasa por mi mente haciéndome sufrir. Sin embargo, lucho por bloquearlo, por más que me cueste, y sigo con mi vida como si él nunca hubiese existido. Aunque esa vida de la que hablo, ha cambiado demasiado y él, Fabricio, ha sido el mayor contribuyente a ese cambio.Se convirtió en una grata rutina verlo todas las noches en el club, estar con él en esa habitación y escuchar las historias de sus viajes, las cuales me trasportan a lugares exóticos y lejanos que solo en sueños planeaba visitar. Sus relatos estaban llenos de experiencias únicas que despertaban mi curiosidad y admiración. Cada noche, me sumergía en su mundo y, de alguna manera, me sentía parte de sus emocionantes travesías. Pero, cuando no asistía, me quedaba en el camerino después de mi show, esperando a
Mi vida siempre estuvo llena de miseria y crueldad, sufría porque quería salir de esa agonía, sufría porque tenía hambre pero si lloraba o me quejaba recibía una golpiza como castigo; así que aprendí tragarme el dolor y el sufrimiento cuando tan solo tenía 12 años. Aún así en mi interior seguía gritando y llorando desesperada, hasta que a mis 17 años el que era mi padre me vendió al dueño de un prostíbulo.Estuve en shock durante horas, una mujer me maquillo y me vistió de forma provocativa mientras yo solo miraba mi reflejo en el espejo completamente estupefacta. Después de unos minutos estaba en un cuarto de luces rojas con un hombre mayor desnudo, su barriga protuberante ni siquiera lo dejaba caminar, por eso creo que llevaba un bastón al andar. Su mirada lasciva recorría mi cuerpo de adolescente; recuerdo ha
——NARRACIÓN DEL AUTOR——Él quedó tan hipnotizado como ella, ambos se sentían como dos piezas de metal atraídas por un imán o una fuerza magnética más allá de la imaginación; el mundo para ellos había dejado de existir, era como si flotaran en el espacio.Sus corazones daban vuelcos y en su abdomen se sentía aquella sensación llamada “Mariposas en el estómago”. Ninguno de los dos había experimentado tal exaltación al ver a alguien; mucho menos ella, ya que no creía en el amor, y él solo se había dedicado por completo a su profesión, con el único objetivo de ayudar a las personas.—Mucho gusto, Bruce Campbell —se presentó con el afán de saber el nombre de la rubia de ojos azules, a la cual habí
Me había quedado paralizada en medio de la pasarela del escenario mientras mi corazón latía cada vez más rápido y lo veía fijamente a él. Quería salir corriendo pero mis piernas no se movían; bajé mi cabeza y parpadeé varias veces tratando de salir del shock, pero cuando volví a mirar solo habían dos desconocidos hablando entre si.En realidad Bruce no estaba allí, yo solo me lo imaginé.—¡Sigue moviendo ese tr*sero! —me gritó alguien en el público, lo cual me sacó por completo de mi trance y al observar mi entorno, todos esos hombres me miraban esperando que hiciera algo.Sonreí forzadamente, sacudí mi cabello y continúe mi acto como si nada hubiese pasado. El público empezó a aplaudir y a lanzarme dinero. Es curioso como s&ea
—¡Ay, no lo puedo creer! —exclamó Dayana mientras ella y Loren se reían a carcajadas después de haberles contado la experiencia que tuve ayer con el cliente de la despedida de soltero.—Debió ser asqueroso, ¿Cómo lo hiciste? —me preguntó Loren.—Ni siquiera vale la pena recordarlo, fue demasiado extraño, me tocó usar uno de esos juguetes sexuales —le contesté después de soltar una gran bocanada de humo.—¡OMG! —exclamó Loren, y soltó una carcajada al igual que Dayana.—Pero el tipo, ¿No era virgen de ahí? ¿Cómo hiciste para que eso entrara?—Pues el hombre no era virgen —dije y ellas se rieron con mucha más fuerza. Volteé mis ojos y despu&eacu
—Voy para allá —contesté con nerviosismo.—¡Eres la mejor! —exclamó Raquel con emoción y colgó.Coloco el teléfono nuevamente en su base y cuando miro a Dayana y Loren, ambas me miran con enfado.—¿Nos dejaras por ella? —preguntó Loren.—¿Y quién es Bruce? —preguntó Dayana cruzando sus brazos.—Les prometo que les explicaré todo mañana o si me esperan en mi departamento hasta que llegue, esta misma noche les digo, pero ahora me tengo que ir —les dije rápidamente mientras les entregaba las llaves de mi departamento y después de darles a ambas un beso en la mejilla, empecé a caminar apresuradamente hacia la salida.—¡Más te vale dec
Caminamos una cuadra entera devolviéndonos, hasta que llegamos a un puesto de tacos que estaba en la esquina de la calle, recordé a verlo visto cuando pasamos en el auto para llegar al restaurante.—¡Está cita a penas empieza! —le dije con una sonrisa mientras Bruce me miraba con una mezcla de impresión y fascinación; le sonreí emocionada y me acerqué al vendedor— Por favor me da dos de los mejores tacos que tenga.—¡Salen enseguida señorita! —afirmó el hombre, le dí las gracias, volví con Bruce y nos sentamos en una de las bancas que estaban frente al puesto de tacos.—Eres bastante impresionante, todo lo contrario a lo que creí que serías —pronunció Bruce.—¿Y eso te decepcionó? —le pregunté u