Me había quedado paralizada en medio de la pasarela del escenario mientras mi corazón latía cada vez más rápido y lo veía fijamente a él. Quería salir corriendo pero mis piernas no se movían; bajé mi cabeza y parpadeé varias veces tratando de salir del shock, pero cuando volví a mirar solo habían dos desconocidos hablando entre si.
En realidad Bruce no estaba allí, yo solo me lo imaginé.
—¡Sigue moviendo ese tr*sero! —me gritó alguien en el público, lo cual me sacó por completo de mi trance y al observar mi entorno, todos esos hombres me miraban esperando que hiciera algo.
Sonreí forzadamente, sacudí mi cabello y continúe mi acto como si nada hubiese pasado. El público empezó a aplaudir y a lanzarme dinero. Es curioso como sé desconectan de su cerebro y no se hacen ninguna pregunta con tal de seguir complaciendo su vista.
Al terminar me bajo del escenario y vuelvo al camerino en dónde me encuentro con algunas compañeras de “trabajo”; algunas de ellas las considero abiertamente mis amigas, pero dos de ella son como mis hermanas.
—Estuviste genial amiga —dijo “AN” o para los amigos Dayana.
—Como siempre cariño —le contesté con una sonrisa que se burlaba de mis palabras, mientras me servía una copa de vino.
—¡Hey Raven!, hoy tienes agenda vacía y no te toca hacer una mamada o darle v*gina a uno de esos cerdos —mencionó “DI” o para los amigos Loren. Ella suele ser bastante explícita.
Aquí todos tenemos apodos, hasta los meseros, pero estos no son al azar, todos tienen un particular nombre alfabético.
—¡Oh, es cierto! Aunque la última vez que eso pasó, el jefe solo te dejó la agenda vacía porque tenías que atender exclusivamente a un solo cliente, tal vez ahora sea igual —dijo Dayana.
—Es cierto, esa vez fue ¿Un senador? —preguntó Loren, pero antes que pudiera responderle, la puerta del camerino se abrió y mi sonrisa se borró al ver quién era.
—BE, el jefe te está llamando, vamos —ordenó AB asomándose por la puerta.
Lo miro de reojo mientras me tomaba el último sorbo de vino, y después de dejar el vaso sobre la mesa me voy con él.
Aprendí a burlarme de mi miseria, por supuesto que sí, pero no soy una persona optimista, siempre tengo claro que mi vida da asco y que personas como el jefe y AB son responsables de ello, por eso jamás podría sonreírles a personas como ellos, pero es satisfactorio sacarlos de quicio y así devolverles un poco de su propia medicina.
AB es la mano derecha del jefe y desde él empiezan los apodos alfabéticos. Después de él sigue AC, luego AD, luego AF y así sucesivamente. Vocales con vocales no existen, al igual que consonantes con consonantes tampoco, pero todas las letras siguen el orden alfabético y cuando esté concluye se empieza con la siguiente letra, por ejemplo; cuando se termina en AZ, se continúa con BA. Cuando llegué aquí ese era el último apodo que existía así que me dieron BE. Ya han pasado 9 años de eso.
Entro a la oficina del jefe y como siempre está sentado en su sillón de terciopelo morado con estructura de oro y con dos chicas, las cuales conozco, sentadas en sus piernas.
—A pesar de tu pequeña distracción, ¡Estuviste magnífica esta noche BE! Pero espero que no vuelva a pasar —dijo con una sonrisa tan amplia que dejaba ver su asqueroso diente de oro— Hoy estoy de buenas y por eso lo dejaré pasar. Tu acto siempre es el mejor, tan solo con el dinero que te lanza recogimos más de 200mil dólares —espetó lleno de felicidad, pero tan solo escucharlo hablar me revuelve el estómago.
—¡Ve al grano maldito hijo de p*ta! —solté asqueada. Medio segundo después sentí el frío de la boca de un arma en mi sien.
—¡No le hables así al jefe m*****a prostituta! —me amenazó AB.
Volteo hacia él con una sonrisa.
—¿Prostituta? —le pregunté— Así no me decías cuando intentabas meterme tu intento fallido de p*ne.
AB abrió sus ojos mirándome con odio mientras las carcajadas de su jefe se podían escuchar en toda la oficina.
—Maldita perra ni siquiera me provoca follarte —contraatacó y empiezo reírme como desquiciada para sacarlo de sus casillas.
—Por supuesto que no te provoca, no después de que casi te corto el pito cuando lo intentaste —me burlé.
AB coloca su dedo en el gatillo y me río aún más.
—AB ya baja el arma, sabes que si la matas te mato yo después, tú no eres nadie para acabar con mi mina de oro —manifestó con cinismo.
AB baja el arma a regaña dientes y le hago señas diciéndole que le faltan huevos.
—Bueno BE, te llamé para decirte que hoy tendrás que atender aún importante hombre de negocios, es su despedida de soltero y por eso quiero que seas extremadamente servicial con él; y ni se te ocurra negarte como siempre —me advirtió.
Lo que había dicho Dayana se cumplió, la agenda vacía de hoy solo tenía la intención de no dejar registro de que atendí a cierta persona hoy, así los clientes más importantes protegen su identidad.
Roger, el jefe, sabía que conmigo las cosas no eran fáciles, he recibido incontables golpizas por negar o golpear a un cliente, pero como todo ser humano, no quiero morir y siempre termino accediendo.
Volteo los ojos, —¿En dónde está? —pregunté.
—Te está esperando en el vip 1 —contestó.
Salí de la oficina con una expresión de desagrado, no era la primera vez que yo era el “regalo” para un cliente en su despedida de soltero, pero aún así no dejaba de indignarme el hecho de que en cualquier parte había una mujer que creía ciegamente que se casaría con el hombre “perfecto” y en realidad esté se encontraba en este lugar siéndole infiel a tan solo días o quizás horas, de su boda.
«El amor es una m*erda» dijo mi conciencia mientras yo me abría paso entra la multitud para llegar hasta las escaleras y subir al segundo piso en dónde se encontraba un apartado de habitaciones en dónde los clientes cumplía todo tipo de fantasías, algunas tenían temáticas como: Medieval, escolar, y hasta religiosa. Quisiera decir que jamás he sido obligada a participar en esas fantasías, que aunque son respetables, cuando eres obligada a hacerlas solo te producen asco.
Al llegar a las escaleras miro con seriedad a ED, el guardia grandulón que no permite que nadie que no este autorizado suba al segundo piso. Sin ningún intercambio de palabras, él solo quitó la cadena y me dejó subir como es de costumbre.
Mientras subía las escaleras, mecánicamente miré hacia la esquina del primer piso. Allí habían tres hombres sentados en muebles de cuero mientras cuatro chicas bailaban semidesnudas frente a ellos; sin embargo el que estaba en medio me miraba fijamente y no dejo de hacerlo a pesar de que una de las chicas se sentó en sus piernas y empezó a besar su cuello; de repente me sonrío y empezó a besar a la chica mientras me seguía viendo de reojo. ¡Por dios! Coloqué mis ojos tan en blanco que sentí mis párpados doler un poco.
Al llegar al segundo piso, caminé hacia la izquierda, tomé el último corredor y solté un gran suspiro al llegar al final de este. Esa m*****a puerta dorada que decía vip 1, estaba nuevamente frente a mi.
—¿Tres, dos, cuatro? —me pregunté en voz baja tratando de recordar cuántas veces había entrado ayer a esta misma habitación y con diferentes hombres. Suspiré una vez más para entrar en mi papel, falsamente sonreí de forma seductora y entre a la habitación.
La oscuridad estaba en la mayor parte de la habitación y una tenue luz roja iluminaba de a poco la figura masculina sentada en el sillón. El rostro del hombre sentado allí dejó de ser un misterio cuando en cuestión de segundos este se inclinó hacia delante permitiendo que la luz roja iluminara su rostro. Ciertamente era un hombre joven y con un físico atractivo, pero para mi tan solo era uno más en la larga lista de pelmasos que me ven como un gran trozo de carne.
Su mirada de animal en celo delataba la desesperación que tenía por ponerme las manos encima. Tuve que resistir las ganas incesantes de poner mis ojos en blanco y continué sonriéndole.
—Espero no haberte hecho esperar tanto —dije convirtiendo el tono de mi voz en uno suave y sexy.
—Eres más hermosa que en la foto del catálogo, ¡Por favor acércate! —rogó con un poco de alteración en su voz.
—¿No quieres venir por mi? —le pregunté fingiendo interés.
—Es que me dijeron que tú podías cumplir mis fantasías y por eso me esposé a la cama —explicó, y a pesar de que intentaba mantener mi papel, no pude evitar fruncir el ceño extrañada y con un poco de temor pregunté.
—¿Y cuál es tu fantasía?
—Quiero que me v*oles —confesó con una sonrisa torcida. Mi expresión lentamente se convirtió en una de horror y asco. Maldije mi existencia mil veces en un solo segundo y deseé morir en ese instante.
—¡Ay, no lo puedo creer! —exclamó Dayana mientras ella y Loren se reían a carcajadas después de haberles contado la experiencia que tuve ayer con el cliente de la despedida de soltero.—Debió ser asqueroso, ¿Cómo lo hiciste? —me preguntó Loren.—Ni siquiera vale la pena recordarlo, fue demasiado extraño, me tocó usar uno de esos juguetes sexuales —le contesté después de soltar una gran bocanada de humo.—¡OMG! —exclamó Loren, y soltó una carcajada al igual que Dayana.—Pero el tipo, ¿No era virgen de ahí? ¿Cómo hiciste para que eso entrara?—Pues el hombre no era virgen —dije y ellas se rieron con mucha más fuerza. Volteé mis ojos y despu&eacu
—Voy para allá —contesté con nerviosismo.—¡Eres la mejor! —exclamó Raquel con emoción y colgó.Coloco el teléfono nuevamente en su base y cuando miro a Dayana y Loren, ambas me miran con enfado.—¿Nos dejaras por ella? —preguntó Loren.—¿Y quién es Bruce? —preguntó Dayana cruzando sus brazos.—Les prometo que les explicaré todo mañana o si me esperan en mi departamento hasta que llegue, esta misma noche les digo, pero ahora me tengo que ir —les dije rápidamente mientras les entregaba las llaves de mi departamento y después de darles a ambas un beso en la mejilla, empecé a caminar apresuradamente hacia la salida.—¡Más te vale dec
Caminamos una cuadra entera devolviéndonos, hasta que llegamos a un puesto de tacos que estaba en la esquina de la calle, recordé a verlo visto cuando pasamos en el auto para llegar al restaurante.—¡Está cita a penas empieza! —le dije con una sonrisa mientras Bruce me miraba con una mezcla de impresión y fascinación; le sonreí emocionada y me acerqué al vendedor— Por favor me da dos de los mejores tacos que tenga.—¡Salen enseguida señorita! —afirmó el hombre, le dí las gracias, volví con Bruce y nos sentamos en una de las bancas que estaban frente al puesto de tacos.—Eres bastante impresionante, todo lo contrario a lo que creí que serías —pronunció Bruce.—¿Y eso te decepcionó? —le pregunté u
Me quedé completamente estupefacta ante las palabras de Raquel mientras la miraba horrorizada.—¿¡Qué rayos estás diciendo!? —le pregunté.—Camilo, él cometió la estupidez de desafiar al narco con el que haría el negocio, ambos terminaron apuntándose con armas y yo creo que Camilo iba con la intención de desafiar a ese hombre, porque él tenía de infiltrados a varios de sus hombres en la fiesta, incluyendo a Gabin y todos ellos sacaron sus armas y mataron a varios de los hombres del narco, pero aún así ellos eran más y terminaron masacrándolos a todos. La fiesta se convirtió en un mar de sangre y balas, yo corrí buscando la salida, de lejos vi que el narco le disparó a Camilo y él cayó a el suelo, seguramente está muerto —lloriqueó alterada&md
Sabía que no debía hacerlo y mucho menos sin el consentimiento de Raquel, y peor aún, en su ausencia; sin embargo, no pude soportarlo, yo tampoco podía controlar el impulso y mis perseverantes ganas de verlo una vez más.Decidí responder su mensaje hasta el día siguiente y desde ese momento no dejamos de enviarnos mensajes, en los cuales él insistía en verme. A decir verdad no tuvo que insistir mucho, yo acepté imprudentemente y fue después de aceptar que pensé en las consecuencias.Quedamos en vernos al día siguiente, aunque él quería verme ese mismo día y yo a él también, no podía, ya que era de tarde y ese día en la noche tenía que ir al prostíbulo, en donde me enfrenté a Roger, por haber golpeado a Angie. Afortunadamente, como él mismo lo dice yo soy “su
Dayana y Loren seguían interrogando a Raven sobre su cita con Bruce. Siendo ellas sus dos mejores amigas, estaban emocionadas por ver feliz a quien suelen ver cómo su hermana pequeña. —¿Se besaron? —preguntó Dayana insistentemente. —¡Por dios! Parecen unas niñas pequeñas, ya les dije que les contaré cuando lleguemos a mi departamento —les contestó. —No seas cruel Raven, adelántanos algo —insistió Loren. Ambas tenían acorralada a Raven, la una estaba a la izquierda y la otra a la derecha mientras ella estaba sentada frente al tocador tratando de maquillarse para salir al escenario. —Está bien, está bien, les contaré —dijo dejando el corrector a un lado, soltó un suspiro y las miró misteriosamente a ambas mientras les sonreía de forma juguetona con la intención de dejarlas intrigadas. Loren y Dayana la miraron aún más emocionadas esperando que ella hablase pero Raven no tenía la intención de hacerlo y no pudo aguantar la risa al ver que había troleado por completo a sus amigas, las
Raven miró al guardia llena de furia y con ojos intimidantes; su estado de ánimo no tenía nada que ver con él, pero en ese instante no le importaba nada. El hombre la miró extrañado, sin embargo no preguntó absolutamente nada y la dejó pasar.Con paso firme y con esa mirada que a gritos decía “Acabaré con cualquiera que se interponga en mi camino” Raven subió las escaleras y caminó por el corredor hasta llegar a la habitación vip 3.No lo pensó dos veces y entró a la habitación, en donde se encontró con Fabricio, quién está a tan solo unos pasos de la puerta; él había estado caminando impaciente de un lado al otro frente a esta esperando la llegada de aquella mujer que lo había dejado deslumbrado desde que la vio en aquel catálogo, en el cual habían fotos de todas las chicas del prostíbulo y al lado de estas estaba el precio por pasar la noche con cualquiera de ellas. Raven no mentía cuando decía que las vendían como si fuesen un producto de consumo y las exhibían como carnes en el mat
————NARRACIÓN DE RAVEN————Fabricio estaba a mi lado, ambos frente a Roger, el cual estaba sentado en su escritorio mirándonos fijamente mientras AB permanecía detrás de nosotros.—Creo que fui bastante claro cuando le dije que debía irme. Yo soy quien le debe una disculpa a su empleada —contestó Fabricio con un tono de enojo y hostilidad. Luego volteó para mirarme; yo no podía ocultar mi sorpresa al haber escuchado aquellas palabras que dijo anteriormente; y estaba vez dirigiéndose a mi continuó —Con toda sinceridad le pido que me disculpé, no era mi intención incumplirle, pero recibí una llamada con un asunto urgente que debo resolver personalmente, sin embargo, espero tener la oportunidad de contratar sus servicios en otra oportunidad —dijo mirándome fijamente. Sus palabras eran precisas y sus ojos permanecían serenos; nadie podría dudar de lo que decía, ni siquiera AB que nos miraba a ambos con suspicacia, claramente tratando de encontrar la más mínima señal de insinceridad.La a