FABRICIO

—¡Ay, no lo puedo creer! —exclamó Dayana mientras ella y Loren se reían a carcajadas después de haberles contado la experiencia que tuve ayer con el cliente de la despedida de soltero. 

—Debió ser asqueroso, ¿Cómo lo hiciste? —me preguntó Loren. 

—Ni siquiera vale la pena recordarlo, fue demasiado extraño, me tocó usar uno de esos juguetes sexuales —le contesté después de soltar una gran bocanada de humo. 

—¡OMG! —exclamó Loren, y soltó una carcajada al igual que Dayana. 

—Pero el tipo, ¿No era virgen de ahí? ¿Cómo hiciste para que eso entrara? 

—Pues el hombre no era virgen —dije y ellas se rieron con mucha más fuerza. Volteé mis ojos y después de tirar las tres colillas de cigarro que me fumé, continúe organizando mi espacio en el camerino. 

De repente Angie, otra chica con la cual Loren, Dayana y yo, compartimos el camerino, entra y el ambiente rápidamente se tensa. 

—¿Por qué cada vez que entro ustedes se quedan calladas? —preguntó mirándonos con aires de superioridad. 

—Bueno cariño, está claro que no nos agradas, así que obviamente no queremos que escuches nuestras conversaciones —le contestó Loren mientras Dayana y yo nos reíamos. 

Sonrió sarcásticamente, —Ustedes tampoco me agradan, pero no sé preocupen, pronto mi Roger, me dará mi propio camerino. 

—¿Y cuántas veces tendrás que acostarte con él para que lo haga? —le preguntó Dayana. 

—Ustedes no son mejor que yo, aquí todas nos acostamos con quién sea para conseguir lo que queremos, somos prostitutas, ¿Si lo recuerdas? 

—Ser prostituta es una cosa, y ser zorra otra, y tú eres la reina de la zorras —espetó Loren, haciendo enojar a Angie. 

—Deberías disimular tu envidia, porque está más que claro, lo mucho que envidias a Raven, porque ella es más hermosa que tú y los mejores clientes solo quieren con ella. 

—¿¡Y de que le sirve!? Es una prostituta igual que yo, y nunca va a poder salir de aquí, aunque vengan tarados a intentar sacarla… 

Esas palabras evocaron recuerdos dolorosos, y esa era su intención, provocarme. Rápidamente me di media vuelta y le di una bofetada contundente a Angie, dejándola así con las palabras en la boca. 

Ella intentó abalanzarse sobre mi pero yo me adelanté, ambas caímos al suelo y mientras ella jalaba mi cabello, yo la golpeaba con todas mis fuerzas. 

¡Había sido su culpa, ella fue quien nos delató, por culpa de ella murió la única persona que me amado sinceramente en esta cochina vida! 

—¡FUE TÚ CULPA! —le grité perdiendo los papeles. Quería ver su sangre correr, quería matarla.

Mientras tanto escuchaba a Dayana y a Loren pedirme que me detuviera. Sus voces se escuchaban más lejos, al mismo tiempo que yo golpeaba a Angie pero mis manos adormecidas sentían que no era suficiente. 

Empecé a ver destellos rojos, y aún no podía parar, quería desquitarme, lo necesitaba, y cuando empecé ahorcarla deseando su muerte, alguien me tomó de la cintura y me alejó de ella. 

—¡Hey, ya pará! —escuché a alguien decir pero mi visión era borrosa y mi respiración tan agitada que no me dejaba escuchar mis propios pensamientos. 

Mi sangre hervía y mi corazón latía aceleradamente; alguien me sacudía de los hombros y luego tomaba mi rostro tratando de hacerme reaccionar; cerré mis ojos por unos segundos, buscando calmar el silbido en mis oídos, y al abrirlos vi con claridad a Dayana y Loren. 

—¿Estás bien? —me preguntó Loren. 

Miré a mi alrededor un poco desubicada; Angie estaba tosiendo sentada en el suelo, sangre salía de su nariz y boca, y AB, la mano derecha del jefe, trataba de ayudarla a levantarse. 

Mis manos dolían y al bajar mi mirada para verlas, mis nudillos están ensangrentados y estas tiemblan. 

—¿¡Estás loca!?, ¡Casi la matas! —me gritó AB. 

—¡No culpes a Raven, esa estúpida fue quien vino a fastidiar! —replicó Dayana. 

—En cuanto el jefe se entere de esto, te va a ir muy mal, Raven —dijo AB y se fue con Angie en brazos. 

Mis ojos se tornaron llorosos y no era por las palabras de AB. 

—No, no, Raven, no llores, no te dejes intimidar por ese estúpido —me dijo Dayana. 

—Angie vino aquí para provocarte, ella se lo buscó, el jefe no te hará nada —agregó Loren. 

—No es eso —negué moviendo mi cabeza de un lado al otro mientras las lágrimas empezaban a recorrer mis mejillas— Yo quería matarla, ¡Quería matarla! —repetí aturdida— Soy un monstruo, no soy diferente a Roger, a AB o a mi padre. 

—¡No, no digas eso! Ella sabe cómo herirte, nosotras sabemos que ella fue quien te delató cuando te ibas a escapar con Liam, por su culpa él murió, te la debe, nos la debe a todas, porque tú sabes que nosotras también queríamos a Liam, era nuestro amigo —manifestó Dayana a punto de llorar, al igual que Loren. 

—Pero solo son sospechas, nunca confirmamos que ella haya sido quien nos delató —dije con un nudo en la garganta. 

—¡Pero es obvio que ella fue! Nadie más te odia tanto como para hacer algo así. Ya no llores que nos rompes el corazón, mejor vamos a tu departamento y hacemos una pijamada las tres; aprovechemos que el prostíbulo no abre hoy —dijo Dayana. 

—¿¡Cómo se te ocurre llamarle así a este sofisticado lugar!? El The night of pleasure es un elegante y sofisticado club nocturno —vociferó Loren con un tono lleno de sarcasmo, lo cual hizo que Dayana y yo nos riéramos; ya que Roger siempre suele referirse así para hablar de este lugar, pero solo lo hace para engañar a sus clientes ricos y hacerlos creer que este sitio es la gran cosa, cuando la realidad es todo lo contrario. 

Dayana, Loren y yo, empezamos a recoger nuestras cosas para irnos a mi departamento, el cual no está en un barrio muy bonito de la ciudad y tampoco es grande, pero por lo menos es mío. 

Por muchos años viví aquí en el prostíbulo, pero hace tres años después que Roger, me demostró todo lo que era capaz de hacer si intentaba escaparme de nuevo, por fin me dejó vivir en otra parte como las demás chicas, y con mis ahorros compré ese pequeño departamento. 

Las tres tomamos nuestros bolsos y al abrir la puerta uno de los guardia está frente a nosotras; él parecía estar a punto de tocar. 

—BE, un hombre está preguntando por ti —informó. 

Fruncí el ceño confundida, —¿Quién es y por qué Roger, no lo a atendido el mismo? 

—Cierto, mientras Raven, esté aquí, él nunca deja que nadie que no sea un cliente, la vea o hable con ella —agregó Loren. 

—El jefe no está y el hombre que te está buscando vino ayer y el jefe lo atendió como un rey así que no sé que hacer; ¿Y si se enoja porque no lo atendimos? —preguntó con nerviosismo. Todos los que trabajan aquí, tienen algo en común, y eso es su miedo a Roger. 

—Está bien, hablaré con él —dije. 

—Pero Raven, te puedes meter en otro problema con el jefe —protestó Dayana. 

—Él dijo que mientras esté aquí adentro no puedo hablar con nadie, ¿Verdad?, Entonces solo saldremos y hablaremos afuera —dije con cinismo y empecé a caminar. 

—No creo que funcione así —pronunció Loren, mientras ella, Dayana y GU, el guardia, me seguían. 

Al llegar a la sala principal, en la cual se encuentra el escenario, como de costumbre hay varios empleados limpiando y organizando; pero solo hay un hombre sentado en la barra tomando lo que parece ser whisky. 

—Es él —dijo GU. 

—Okey, ustedes me esperan aquí —les dije a Dayana y a Loren; sus miradas eran de desacuerdo total, pero tenía que hacer esto si o si. 

Respiré profundo y con determinación caminé hacia aquel extraño. 

—¿Para qué me está buscando? —solté esa pregunta a sus espaldas y sin molestarme en anunciar mi llegada. El hombre se volteó y solo bastó verlo un segundo para reconocerlo. Creí que sería el raro que me pidió ser vi*lado pero no, en realidad era el raro que me había quedado viendo mientras besaba aquella chica. 

Su mirada me recorrió de pies a cabeza y luego me sonrío de una forma juguetona y seductora; sin embargo, no pude evitar poner mis ojos en blancos. 

—Definitivamente me odio a mi mismo, quería darle un regalo a mi amigo para su despedida de soltero, cuando te vi en el catálogo intenté ocultar tu foto para pedirte para mí pero el muy maldito me descubrió  —pronunció con una sonrisa mientras sus ojos verdes brillaban un poco. 

Suspiré y me crucé de brazos sabiendo que seguramente esto me llevará más tiempo del que tenía previsto. 

—Mas te vale ir al grano antes de que me desespere y me vaya —le dije con seriedad. 

—¡Okey, una chica ruda! Pero me gustan así, son mujeres interesantes. Por cierto, me llamo Fabricio pero puedes llamarme el amor de tu vida o Fran, es más corto. 

—Como mi paciencia y esa ya se me acabó, adiós, Fabris —le dije con una sonrisa sarcástica y al darme media vuelta él me tomó y cuando volteé mi cabeza para mirarlo llena de enojo, su rostro estaba a centímetros del suyo y su cuerpo rozaba el mío; ni siquiera me dí cuenta cuando se levantó de la silla. 

—Necesitaras más que un adiós para deshacerte de mi —pronunció con una sonrisa. 

—¡Suéltala! —le exigió Loren, acercándose a nosotros con Dayana y GU. 

Fabricio las miró y al volverme su mirada hacia mi, me sonrío con picardía y me soltó; aunque en realidad no me estaba agarrando con fuerza, podía fácilmente zafarme de su agarre. 

—Tranquilas chicas, estoy bien —dije y volví mi mirada hacia el tal Fabricio— Es tu última oportunidad para decirme que es lo que quieres. 

—Está bien, solo vine a buscar la billetera de mi amigo. Al parecer la dejó en la habitación en la que estuvieron juntos —informó mirándome fijamente. 

—Hubieras empezado por ahí, sígueme —le dije y empecé a caminar hacia las escaleras. 

En menos de dos minutos llegamos a la habitación en cuestión y después de abrir la puerta me hice a un lado para que él pasara. 

—Entra y búscala —le dije con indiferencia. El tal Fabricio sonrío, hizo el saludo militar y entró a la habitación. 

Después de varios minutos de verlo buscar por toda la habitación, por fin encontró la billetera metida entre el colchón y la cabecera de la cama. 

—¿Ya? —le pregunté fastidiada de esperarlo a que la revisara. 

—Relájate bombón, ¿Qué tal si te invito a tomar algo para celebrar que mi misión salió perfecta? 

—No me digas bombón, no me importa tú misión y mucho menos iré a tomar algo contigo, ¡Jamás! —le dije de forma contundente. 

—Te sorprendería saber lo persistente que soy, lograré que aceptes salir conmigo —afirmó con una sonrisa que deja ver su perfecta y blanca dentadura. Volteé los ojos una vez más y empecé a caminar de vuelta a la sala principal mientras él me seguía y podría jurar que siento como su mirada está fija sobre mi. 

Al bajar las escaleras veo a Dayana con el teléfono en la mano… 

—La engreída ricachona te necesita “Urgente” —informó Dayana con un tono lleno de fastidio. 

Sabía perfectamente que se referían a Raquel, ya que ese entre otros apodos, son los que usan para referirse a ella. Por alguna extraña razón que aún no entiendo, a Loren y Dayana, no les cae bien Raquel. 

Volteo los ojos restándole importancia y tomo el teléfono, pero antes de contestar levanto mi ceja izquierda y miro a Fabricio, quien se ha detenido a mi lado. 

—¿Qué esperas para irte? —le pregunté. 

—Tal vez un beso —contestó con descaro, lo cual hizo que Dayana y Loren, se rieran. Respiro profundo y cierro mis ojos por unos segundos buscando en mi interior algo de paciencia— Está bien, está bien, no vayas a estallar, solo quería preguntar ¿Si harás tú presentación mañana? Porque quiero venir a verte. 

—Has lo que quieras, no me importa —le contesté y él sonrío. 

—Lo tomaré como un sí —dijo y luego les hizo una reverencia a Dayana y a Loren— Un gusto conocerlas señoritas, con su permiso —agregó y se fue. 

—Es gracioso, y lindo —dijo Loren. 

—¡Está loco! —repliqué y me dispuse a contestar mi llamada: 

«—Hola Raquel, lamento a verte hecho esperar. 

—No te preocupes, pero necesito que vengas a mi casa lo más pronto posible. 

—¿Por qué? ¿Qué pasó? Además que no entiendo porqué no me llamaste a mi celular. 

—Deje mi celu en casa de Camilo, y como no me sé tú número, tuve que llamar al número del club, aún tengo una tarjeta de allí. 

—Okey entiendo, pero ahora no puedo ir, quedé de hacer algo con las chicas, si quieres mañana antes de venir a trabajar paso por tu casa y te cuento todo lo que pasó con Bruce… 

—No, no te llamo para eso, o sea si quiero que me cuentes pero ahora necesito que me saques de un gran apuro. 

—Me estás asustando, ¿Qué pasó? 

—Bueno no sé que le hiciste a Bruce pero llamó a mis padres e insistió en verme o más bien en verte ¡Hoy mismo! Al parecer quiere llevarte ha cenar al “Palace” un restaurante extremadamente lujoso, así que tienes que venir para que yo pueda arreglarte. Por favor Raven, no te niegues, tienes que ir a esa cita, te lo suplico. 

Mi corazón empezaba acelerarse con tan solo la idea de volverlo a ver, las palmas de mis manos sudaban y en mi estómago sentía aquellas llamadas “Mariposas”. 

No sabía que decir, pero tenía el presentimiento que está decisión traería una gran consecuencia, pero no sabía si está sería mala o buena. 

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