El ruido de las puertas siendo abiertas con fuerza rompió el silencio del harén del Rey Ulrich, interrumpiendo el tranquilo sueño de Phoenix. Parpadeó, aún adormilada, y se levantó lentamente de la cama, sus sentidos alerta mientras los guardias reales entraban en la habitación con una presencia intimidante.
Phoenix enfrentó a los guardias con una expresión seria, una mezcla de determinación y aprensión visible en su rostro. Había enfrentado muchas pruebas desde que llegó al castillo de Ulrich, y cada vez que los guardias la llevaban, nunca sabía qué esperar.
"¿A dónde me llevarán esta vez?" preguntó Phoenix, su voz firme a pesar del nerviosismo que sentía.
El guardia real, un hombre de apariencia austera y mirada penetrante, miró seriamente a Phoenix.
"Solo necesitas acompañarnos", respondió &eac
La risa de Ulrich resonó en la habitación, echando como una música siniestra. Observó la reacción de Phoenix con una mezcla de diversión y admiración."Pareces sorprendida", comentó, su voz teñida de humor. "Pero no te preocupes, te acostumbrarás".Phoenix sintió un rubor caliente subir por sus mejillas, pero se mantuvo firme en su determinación. Respiró profundamente, controlando sus emociones mientras Ulrich le daba sus siguientes instrucciones. Con un suspiro resignado, se acercó al armario, observando cómo Ulrich seleccionaba sus prendas con aire despreocupado."Necesitaré una camisa de lino y mis pantalones de montar", dijo Ulrich, su voz sonando distante mientras examinaba las prendas de vestir. Phoenix asintió en silencio, su mente dando vueltas con una serie de pensamientos tumultuosos.Phoenix hizo lo que se le ordenó, tra
Ulrich, con su típica expresión adusta, avanzaba con pasos firmes hacia el campo, sus guardias reales siguiéndolo de cerca. Phoenix, su fiel esclava, caminaba a su lado, observándolo con una mezcla de temor y curiosidad. Era un día claro y soleado en el Reino del Norte, pero la irritación de Ulrich flotaba en el aire como una tormenta a punto de estallar. Al llegar al campo, se encontraron con Finnian, el Rey de las Dos Islas, esperándolos. Ulrich miró a Finnian con expresión desconfiada."No recuerdo haber concertado nada contigo", dijo, su voz cargada de autoridad.Finnian miró a Ulrich con una sonrisa tranquila."Envié a mi emisario hace algunos días y recibí una respuesta positiva con el sello de los ancianos de tu reino", explicó.El semblante de Ulrich se endureció aún más."¿Y quién se atrevió a firmar esa carta? Me encargaré personalmente de ese anciano impertinente", gruñó, su paciencia agotándose rápidamente.Finnian simplemente sonrió, como si estuviera acostumbrado a los c
Ulrich se mantenía imponente en su caballo, mirando fijamente a Finnian con una expresión firme y determinada. Escuchaba las palabras del Rey de las Dos Islas con una atención calculada, evaluando cada movimiento y cada inflexión en su voz." Me enteré de que tus hombres están deambulando por mis tierras sin ningún aviso previo", comenzó Finnian, su expresión mezclando sorpresa y cautela."¿Viniste aquí solo por eso? Finnian, tienes mucho tiempo libre, o tal vez me extrañabas. En cualquier caso", empezó Ulrich, su voz sonando calmada pero cargada de autoridad. "Pero no te preocupes, no buscamos conflictos. Solo estamos llevando a cabo una búsqueda".Finnian miró a Ulrich con curiosidad, ponderando sus palabras."¿Una búsqueda?", repitió él, arqueando levemente las cejas. "¿Y qué tipo de búsqueda sería esa? Si necesitas ayuda, puedo estar dispuesto a colaborar".Ulrich mantuvo su mirada firme en Finnian, respondiendo con su habitual autoridad."Si necesitara tu ayuda, la habría pedido"
Ulrich miraba a Phoenix con una intensidad sombría, sus ojos dorados penetrando profundamente en los suyos azules mientras le proponía mostrarle su otro lado, su lado bestial, su verdadera naturaleza feral. Era un aspecto de sí mismo que solo sus enemigos tenían el privilegio de presenciar, y usualmente era lo último que veían antes de sucumbir a su furia.Phoenix enfrentó a Ulrich sin retroceder, sus ojos llenos de determinación mientras aceptaba su propuesta."Sí, me gustaría verlo", respondió, su voz firme a pesar de la ansiedad que sentía.Una sonrisa se curvó en los labios de Ulrich, revelando su satisfacción por la valentía de Phoenix."Muy bien", dijo, su voz profunda resonando en el aire.Dando un paso atrás, Ulrich se apartó de Phoenix, creando una distancia segura entre ellos. Phoenix observó con curiosidad mientra
Phoenix estaba sentada sobre el lomo de Ulrich, su corazón acelerado por la adrenalina de la velocidad y la emoción de estar tan cerca del temido Rey en su forma bestial. Acarició el pelaje de Ulrich, sintiendo la textura áspera bajo sus dedos mientras el viento le golpeaba el rostro. El calor del cuerpo de Ulrich irradiaba hacia ella, envolviéndola en una emoción excitante mientras galopaban por el campo abierto.Era una sensación poderosa estar allí, montada en Ulrich mientras él avanzaba con destreza. Phoenix se sentía libre, como si pudiera volar, mientras Ulrich se movía con gracia salvaje a través del prado verde. Miró hacia abajo, viendo pasar rápidamente la tierra bajo ellos, los poderosos músculos de Ulrich flexionándose bajo su pierna mientras avanzaban.El viento susurraba en sus oídos, llevando consigo el aroma de la tierra mojada y la vege
La pregunta tomó por sorpresa a Phoenix, dejándola sin palabras por un momento. Miró a Ulrich, indecisa sobre cómo responder. Era una cuestión personal e invasiva, algo que no esperaba que Ulrich preguntara."Eso... eso no es algo que se le pregunte a una dama", respondió Phoenix, con la voz vacilante.Ulrich parecía no importarle la etiqueta y continuó presionando."Eres una esclava, no una dama", le recordó. "Entonces, ¿ya lo has tenido?"Phoenix se sintió acorralada por las preguntas directas de Ulrich. Tragó saliva, luchando por encontrar las palabras correctas."No es asunto tuyo", respondió finalmente, con la voz temblando ligeramente.Ulrich arqueó una ceja, su mirada penetrante fija en Phoenix."¿No es asunto mío?", repitió, su voz cargada de frustración. "Eres mi esclava, Phoenix. Todo acerca de ti es
"Majestad", comenzó Galadriel, su voz resonando en la sala del trono, "enviamos emisarios a los cuatro rincones de la tierra en busca de una pretendiente real que posea las características deseadas: cabello negro y ojos azules."Ulrich escuchó atentamente las palabras de Galadriel, su expresión permaneciendo impasible mientras procesaba la información."Perfecto", respondió simplemente, su voz profunda resonando en el salón."¿Hay algo más que su Majestad quisiera añadir?", preguntó Eldrus, buscando los ojos de Ulrich.Ulrich reflexionó por un momento, considerando sus propias preferencias y deseos."No es esencial", comenzó él, su voz reflexiva, "pero sería preferible que la pretendiente ya hubiera despertado su loba interior."Bastian, otro de los presentes, arqueó una ceja con curiosidad ante la peculiar solicitud de Ulrich.
Phoenix entró en los aposentos de Ulrich, su corazón aún cargado con el reciente desdén del Rey. Sus ojos ardían con las lágrimas no derramadas, su mente giraba con pensamientos confusos sobre su lugar en el palacio. Sin embargo, su angustia fue momentáneamente interrumpida cuando se encontró con una sirvienta retirando las sábanas de la cama del Rey. Sorprendida, Phoenix limpió sus ojos húmedos y se dirigió a la mujer con voz temblorosa. "Lo siento mucho", murmuró, "no sabía que habría alguien aquí." La sirvienta, amable, se volvió hacia Phoenix con una sonrisa tranquilizadora. "Está bien, mi querida", respondió, su voz suave trayendo un poco de consuelo a la atmósfera cargada. "Ya estoy terminando mi trabajo." Observando a la sirvienta con curiosidad, Phoenix expresó su confusión. "Pensé que este sería mi trabajo", confesó, tratando de entender su nueva posición en el palacio. La expresión de la sirvienta cambió ligeramente, revelando sorpresa ante las palabras de Phoenix. "¿