Ve delante.

Willow entró, vacilante, mirando a su alrededor como si esperara que todo aquello fuera una trampa. El sirviente se quedó en la entrada, haciendo una nueva reverencia.

"Estos son sus nuevos aposentos, Lady Willow," anunció, con voz calmada y respetuosa.

Willow se giró lentamente para mirarlo, la sorpresa visible en sus ojos.

"¿Mis nuevos aposentos? ¿Por orden de quién?"

"Del señor Turin," respondió el sirviente.

Ella sintió su corazón acelerarse por un breve instante.

"¿Y no dijo nada más?"

El sirviente negó con la cabeza.

"No, señora. Solo que debía asegurarme de que todo estuviera listo para su llegada. Si necesita algo, solo llámeme."

Con eso, el sirviente hizo otra reverencia y salió, cerrando las pesadas puertas tras de sí.

Willow permaneció inmóvil, asimilando lo que acababa de ocurrir. Sus dedos aún sostenían la copa de vino mientras su mirada recorría los detalles de la habitación. Ese era un gesto inesperado de Turin, pero no podía decidir si era un regalo o un golpe cuidados
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