Solo quería ayudar...

La cámara estaba sumida en un silencio casi sepulcral. El cruel rey alfa Ulrich yacía inmóvil sobre el lecho de piedra fría, su pecho subiendo y bajando a un ritmo lento y letárgico. La Somnífera Lupina había surtido efecto, reduciendo a la fiera implacable a un prisionero de la inconsciencia. Pero eso estaba a punto de cambiar.

Una sombra se movió entre las penumbras, acercándose con un frasco en mano. En su interior, una mezcla de hierbas picantes y aceites penetrantes, triturados hasta liberar su esencia ardiente. Pimientas salvajes, raíz de jengibre, mostaza negra y una infusión de guaraná, todo combinado en una sustancia lo suficientemente fuerte como para despertar incluso a los muertos.

Con un último suspiro de valentía, la figura acercó la mezcla a la nariz del rey dormido y rompió el frasco, liberando una nube penetrante. Por un segundo, no pasó nada. Entonces, el aire se rompió.

El pecho del alfa se arqueó violentamente, como si el mismo infierno lo estuviera devolviendo a l
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