Mientras terminaba la limpieza del salón, Phoenix se esforzaba por dejar el lugar impecable, como si ningún vestigio del terrible suceso permaneciese allí. Deseaba que esas manchas de sangre fuesen borradas no solo del suelo y las paredes, sino también de su propia conciencia, donde resonaban como un recordatorio sombrío de su supuesta culpa.
Con la tarea concluida, Phoenix se dirigió hasta la puerta del salón y golpeó, aguardando ser recibida por los guardias. Cuando las puertas se abrieron, se encontró ante los guardias, con la expresión cansada y el corazón pesado de preocupación.
Encaró al guardia frente a ella con determinación, decidida a enfrentar al Rey Ulrich y obtener respuestas para sus preguntas angustiantes.
"Terminé", anunció ella, su voz cargada de agotamiento. "Quisiera hablar con el Rey."
El guardia la miró con una expres
El Rey Ulrich estaba sentado en sus aposentos reales, disfrutando de una copa de vino después de un día largo y agotador. El fuego crepitaba en la chimenea, iluminando ligeramente el lujoso ambiente mientras él contemplaba sus pensamientos. Su mente se empeñaba en volver al encuentro con Galadriel y al salón principal ensangrentado.Las imágenes del salón inundaban su mente, el brillo escarlata del líquido carmesí que manchaba el suelo y las paredes, el pesado silencio que se cernía en el aire como un manto sombrío. Ulrich recordaba vívidamente el sonido de sus dientes en Galadriel esparciendo sus restos por todas partes. Se preguntaba qué habría pensado Phoenix al encontrarse con esa horrible visión. ¿Estaría asustada? ¿Impactada? Quizás incluso desconfiada de él, considerando las circunstancias sombrías.Ulrich cerró
Phoenix luchó por recuperarse del impacto del empujón, su mente girando con una mezcla de emociones. Sabía que estaba en una situación peligrosa, pero también sabía que no podía retroceder ante Ulrich.Ulrich estaba sobre Phoenix en el sofá, su expresión cargada de irritación y determinación. Él la miró con intensidad, sus ojos centelleando de ira contenida."Si pensabas que yo era una criatura odiosa, prepárate para inventar un nuevo adjetivo solo para mí", dijo Ulrich, su voz sonando como un gruñido bajo.Phoenix tragó saliva, sintiendo el peso de la amenaza de Ulrich sobre ella. Lo miró con una mezcla de miedo y desafío, sin retroceder ante su ira."¿Qué vas a hacer?", preguntó ella, su voz temblorosa pero firme.Ulrich respiró hondo, controlando su ira mientras seguía mirando a P
Las palabras de Phoenix cayeron como una bomba en el tenso silencio del harén. Naomi y Willow intercambiaron miradas sorprendidas, incapaces de creer lo que estaban escuchando."¿Él qué?", exclamó Willow, su voz llena de shock."Dios mío", murmuró Naomi, apenas pudiendo articular una respuesta adecuada.Willow, por otro lado, parecía más intrigada que impactada."Por supuesto que te negaste", sugirió ella, con un brillo de curiosidad en los ojos.Phoenix cerró los ojos, sintiéndose consumida por el abrumador peso de la situación."Yo... no pude", confesó ella, su voz temblando con el dolor de la resignación. "Él usó a mi madre en mi contra. Dijo que si aceptaba, mi madre sería perdonada."Naomi colocó una mano reconfortante en el hombro de Phoenix, su expresión llena de solidaridad."Phoeni
Las tres concubinas se acercaron a Ulrich con pasos cautelosos, sus cuerpos esculpidos moviéndose con gracia y elegancia mientras se dirigían a su señor. Cada una de ellas exhalaba un aura distintiva, una mezcla de deseo, nerviosismo y un intento de seducir al Rey con su presencia.Ulrich las observó atentamente mientras se acercaban, sus ojos dorados recorriendo cada curva, cada detalle de los cuerpos de las mujeres ante él. Podía sentir la tensión en el aire, el palpitar acelerado de sus corazones resonando en el silencio de la habitación.A medida que se acercaban, el espacio entre ellos disminuía, hasta que las tres concubinas estaban frente a Ulrich, a pocos pasos de distancia. Sus miradas encontraron las suyas, llenas de expectativa y ansiedad por lo que estaba por venir.Ulrich permaneció inmóvil por un momento, absorbiendo la visión de las tres mujeres frente a él.
Phoenix estaba junto a la ventana del harén, observando el horizonte teñido por los primeros colores del amanecer. La ciudad aún dormía, sumida en la quietud que precedía al despertar del nuevo día. El sol despuntaba en el horizonte, pintando el cielo con tonos de naranja y dorado, mientras los primeros rayos de luz penetraban suavemente a través de los vitrales, iluminando el interior del harén.Sin embargo, sus pensamientos estaban lejos de allí. La propuesta de Ulrich resonaba en su mente como un eco sombrío, llenándola de una mezcla de desesperación y resignación. Casarse con el Rey, darle un heredero... Era como si todas sus esperanzas de libertad estuvieran siendo sofocadas por un fardo no deseado.El viento susurraba suavemente entre las cortinas, trayendo consigo la frescura de la mañana. Phoenix cerró los ojos por un momento, respirando hondo e intentando a
La sala del trono estaba repleta de figuras importantes, un mar de expectativas e intrigas que flotaban en el aire como una cortina densa. Phoenix observaba al Rey Ulrich en lo alto del trono, una figura imponente y envuelta en su propio poder, mientras que a su lado, Naomi también observaba la escena con interés. "Cuántas personas aquí", comentó Phoenix, mirando a su alrededor, perpleja por la multitud que llenaba la sala. Naomi asintió, compartiendo un destello de sabiduría. "Son los más importantes", explicó ella, "los ancianos, los nobles, los sirvientes, la guardia... incluso algunos campesinos que vinieron a la corte, y, por supuesto, las concubinas." Phoenix abrió los ojos ante la descripción, sorprendida por la magnitud de la reunión. "Solo los más relevantes son casi el doble del pueblo de donde vengo", murmuró ella, impresionada. Naomi sonrió, tratando de calmar a la joven. "No te preocupes", dijo ella con calma, "cuando te conviertas en reina, manejarás todo el reino"
Aurelius no pudo contener su incredulidad ante la decisión del Rey. Sus ojos se estrecharon al enfrentarse a Ulrich, y no dudó en expresar sus preocupaciones. "Phoenix es una esclava", declaró Aurelius, su voz cargada de incredulidad. No podía aceptar que alguien de origen tan humilde fuera elevado a una posición de tanta importancia. Ulrich, por su parte, mantuvo su postura seria e inquebrantable. Miró a Aurelius con determinación, cuestionando su objeción a la decisión real. Ulrich, manteniendo su postura firme y seria, respondió al anciano con igual seriedad. "Ella era una esclava, Aurelius", corrigió él, su voz resonando en la sala. "A partir de ahora, es mi prometida y futura reina. ¿Tienes algo en contra de mi elección?" Aurelius se sintió incómodo bajo la mirada penetrante del Rey, pero permaneció firme en sus convicciones. "No, Majestad", respondió él, eligiendo sus palabras con cuidado. "Pero creo que Phoenix, al ser una esclava, puede no estar lista para ocupar un cargo
Mientras caminaban por los pasillos del palacio, Naomi lanzó una mirada comprensiva a Phoenix. "¿Cómo te sientes?" preguntó ella, su voz llena de preocupación. Phoenix suspiró, sintiéndose abrumada por la magnitud de los cambios que estaban ocurriendo en su vida. "Estoy bien", respondió ella, tratando de mantener la calma a pesar de la confusión que sentía por dentro. "Solo un poco aturdida con todo esto." Aurelius, que caminaba a su lado en silencio, finalmente decidió romper el vacío de incomodidad. "¿Adónde crees que vas, Phoenix?" Phoenix lo miró, confundida. "A mis aposentos en el harén, como ordenó Ulrich", respondió ella, recordando las instrucciones del rey. Sin embargo, Aurelius negó con la cabeza, su expresión grave. "Tus aposentos ya no están en el harén. Como futura reina, ahora tienes una habitación solo para ti." Naomi intervino, incrédula. "Pero nadie se aloja en esas habitaciones", dijo, sorprendida por la revelación de Aurelius. Aurelius miró a Naomi, su to