Valeria se incorporó en cuanto sintió movimiento, y giró la cabeza para encontrarse el rostro agotado de Nick, que forzaba una sonrisa. —Tiene quince minutos —dijo el detective abriendo la puerta para dejarlo pasar. Valeria se lanzó a sus brazos y Nick dejó a un lado lo que llevaba en las manos pa
Nick suspiró con un alivio que no había sentido en años. —Espere… ¿y qué pasó con el testigo? —preguntó Nick—. Porque es obvio que está mintiendo. El detective asintió. —Sí. De eso venía a hablarle también al señor Sheffield —admitió el detective—. Por más duro que fue el interrogatorio, no conse
Nick se restregó los ojos y se desperezó un poco mientras le servía café a la trabajadora social, que había hecho esta vez una visita de cortesía tras enterarse de todo lo que había ocurrido. —Lo lamento, señora Baptiste… —Lidya, por favor. —Lidya… Val no se ha sentido bien. No está durmiendo, ap
—No, al contrario, yo quiero ganarme todo de ti. La desnudó despacio, porque realmente tenía todo el tiempo del mundo para hacer el amor. Besó cada centímetro de su piel, disfrutándola, reconociéndola de nuevo mientras Valeria se volvía una pequeña hoguera entre sus brazos. Nick había estado desean
Valeria leyó aquella notificación y sintió que el pecho le iba a estallar de la alegría. Gritó, saltó, se colgó del cuello de Nick y lo besó sin importarle que los estuvieran viendo. —¡Por fin! ¡Dios! ¡Una buena noticia! —exclamó mirando al cielo y Nick la abrazó por la espalda, besando su cabeza m
—Lo hago. Y lo acepto. Lo único que quiero en este momento es firmar la paz —dijo extendiendo una mano hacia Elliot—. ¿Estás de acuerdo? Elliot miró esa mano por un momento y luego alargó la suya para estrecharla. —Por ella —advirtió. —Por ella —accedió Nick. —Y ahora explícame eso de que no est
—¡Val! —Nick no supo de qué forma ahogó aquel grito, pero la alcanzó en un segundo y la levantó en brazos, acostándola en la cama—. ¡Val, por Dios! La sacudió con toda la suavidad que los nervios se lo permitían y sintió que el alma le volvía al cuerpo cuando la vio reaccionar un poco. —¿Nick…? —
—De la bancarrota de los Jones —dijo Andrew, señalando a la comentarista que salía en la televisión. «Las últimas acusaciones contra la heredera de uno de los principales distribuidores textiles del continente, Empresas Jones, ha traído durante los últimos días una baja peligrosa en las acciones de