—No quiero que me dejes… Valeria pegó su oído a la boca de Nick, pero apenas si podía escucharlo. —Nick, estoy aquí… ¡Vamos, levántate, tienes que ayudarme! —La muchacha intentó levantarlo, pero a menos que Nick pusiera de su parte, sería imposible. —¿Por qué te fuiste, revoltosa? ¿Dónde estás…?
Valeria estaba bastante consciente de que debía evitar aquello, pero por desgracia ser la única que estaba en sus cinco no ayudaba, porque los cinco eran unos traidores. Gimió cuando la boca de Nick bajó por su garganta, su cuerpo se arqueó involuntariamente y sintió que todo el calor que desprendía
Nick la amaba. Que ella no quisiera aceptarlo era una cosa, pero eso no quería decir que no fuera cierto. —Pero no será tan fácil, muñeco… —murmuró—. Simplemente no puedo perdonar lo que me hiciste. Valeria se levantó y miró alrededor, la habitación estaba hecha un desastre, así que se dedicó a o
Después de tantos años siendo un hombre de negocios, no le era difícil a Andrew Davies reconocer a un estafador, o al menos a alguien con intereses muy opuestos a los que solía venderle al público. Por eso cuando le habían anunciado al padre de Alice, Andrew se había asegurado de que se llevaran a l
En ese mismo instante, Nick dejaba a un lado todo su malestar y todas sus dudas por lo que había o no había pasado la noche anterior para concentrarse en Valeria. —¿Qué está pasando? —le preguntó porque él no había escuchado de la conversación más de lo que ella había dicho. Y para ese momento Val
Valeria pasó toda la noche preocupada por aquella nota, especialmente porque alguien estaba vigilando a Alice. Sin embargo no podía asustar a la nena cambiándola de escuela. Apenas pudo descansar, pero no podía quedarse en casa solo sintiendo miedo, así que se enfundó en uno de los vestidos que más
—¿Ahora? ¿Ahora vienes a qué? ¿A estar con Alice? ¿A llevarla a la escuela? ¿A llevarla a sus consultas médicas? ¡Por favor! Ahora estás aquí porque quieres dinero. ¿O me equivoco? Porque Miranda te dijo que soy rica y crees que vendrás, me amenazarás, y soltaré algunos millones solo para que me dej
A Valeria le temblaban las manos mientras el sedán se movía entre el tráfico, y Nick terminó separando una mano del volante para sostener las suyas. —Tienes que calmarte, revoltosa. No va a ayudar en nada que te pongas así. Valeria negó con vehemencia mientras se mordía el labio y se aguantaba las