Quizás en otro momento, en otra vida, Valeria hubiera podido decir las palabras que quería decir, pero por lo pronto solo le salió la verdad. —Ve, Alan. Es mejor si vas. El médico bajó la cabeza, comprendiendo claramente lo que aquellas palabras significaban. Había creído que podía conquistar a Va
—A mí, todo —confesó él con seriedad—. Pero no vine a molestar, ustedes me llamaron. Valeria abrió la boca muchas veces pero siempre acababa cerrándola sin decir nada hasta que Nick le señaló la carpeta de diseños que tenía sobre la mesa. —Esos son míos. —¿¡Tú…!? ¿Tú diseñaste…? ¿Tú diseñaste est
—¿Te has puesto a pensar que podrías matarme de un infarto? —rezongó Valeria y Nick se quedó paralizado. Levantó la vista de los reportes y la vio, muy acomodada en el sofá donde la había dejado dormida. —Emmmm… despertaste. —No, espero estar durmiendo todavía, o de lo contrario a alguien le irá
—No se preocupe por eso, señora Davies. Yo la sostengo —se rio Gilbert—. Pediré que le lleven ropa adecuada a su habitación, ¿nos vemos en las pistas en media hora? Valeria asintió y Artur Gilbert salió de la sala de juntas del hotel con una sonrisa. —Nick, por Dios, que no se te ocurra hacer una
A Valeria le encantó aquel paisaje. Esquiar era mucho más difícil de lo que parecía, pero tanto Artur como sus chicos se habían portado como profesionales. O mejor dicho, como nanas con mucha paciencia, porque ella se iba de bruces cada cuatro metros. Finalmente después de cuatro circuitos Valeria
—Aun así no podría volver —dijo uno de los chicos que iba a salir junto con Nick en las motos—. Hubo un deslizamiento de nieve en la ladera sur. Todo el camino se tapó. Nick gruñó con frustración y ajustó la radio que se llevaba. —Si la encuentran avisen enseguida. Otros tres hombres y él saliero
Valeria miró afuera, por suerte la puerta estaba contra el viento, pero aún así no pudo evitar un escalofrío de terror. —No… Nick, no podemos salir… ¡Es muy peligroso! —tembló. —Nena, escúchame, mírame. ¡Vamos a estar bien! Pero es peor quedarnos aquí —le aseguró él. Nick se aseguró de que el ano
—Nena, esa no vas a encontrarla afuera —le aseguró Layla—. Pero quizás si te aplicas, puedas crearla para ti y para tu familia. —¿Qué me estás diciendo? ¿Que deje de pelear? —No, pero valdría la pena que dejaras de crear campos de batalla donde no los hay. Créeme, estás en medio de una guerra muy