Hacía tantos años que Layla Bennet no escuchaba aquellas palabras, que se le humedecieron los ojos. Nick siempre había sido un niño independiente. Tanto que parecía que había dejado de necesitarla a los siete años. Pero no sabía cómo, su hijo la estaba apachurrando con más fuerza de la que esperaba
Él estacionó sin responderle y le dio la vuelta al auto para abrirle la puerta. —Vamos a subir —dijo él ofreciéndole el zapato que ella le había lanzado. —¡Yo no voy a subir ahí! —Como quieras —respondió él con calma antes de sacarla a la fuerza del auto y echársela al hombro, como todo neanderta
Valeria leyó aquella carta de arriba abajo. —¿Es en serio? —preguntó desconcertada—. ¿Vas a renunciar a Bennet Design? —Voy a renunciar a mi puesto como CEO del estudio. Solo me mantendré como uno más de los accionistas —le explicó él. —Pero… pero… ¿por qué? —lo increpó Valeria sin comprender. Sa
Nick arrugó el ceño. —¡Pues felicidades! ¡Lo conseguiste! ¡Pero esta también te la voy a cobrar! Si quería provocarlo había surtido perfecto efecto. Layla ya le había hablado de aquella apuesta, pero aunque no lo hubiera hecho, Nick ya estaba convencido de que le dejaría pasar a Valeria casi cualq
Valeria le dio vueltas a las opciones que compra que tenía frente a ella en el escritorio. Estaba sentada en la misma silla que había sido de Nick por muchos años, y ahora la ocupaba ella. No le veía la luz al final del túnel a aquella oferta de los Jones. Todos sus instintos le advertían que se me
Juntó otros papeles y volvió a golpear la engrapadora.—¡Tú…! —golpe—. ¡Eres peor…! —golpe—. ¡…que Judas! —golpe.—O quizás no.—¡Dijiste que me apoyarías! —exclamó enojada mientras golpeaba la engrapadora con fuerza—. ¡Dijiste que…! ¡Eres un mentiroso!Golpe.Golpe.Una grapa se trabó y ella la sac
Valeria sintió el roce de sus labios sobre su mejilla y él se separó un segundo después. —Mejor cárgalo a mi cuenta, revoltosa, porque es probable que acabe haciéndote cosas peores que besarte. —¡Basta! —se escandalizó Valeria apartándose de él y Nick sonrió mientras negaba. Sí, aquella sería una
—Val… ¡Por Dios! ¡Eres deliciosa! ¡Te deseo tanto! Valeria cerró los ojos y se dejó consentir, sintiendo aquel calor que le bajaba hasta el sexo y que cada vez se iba haciendo más intenso. Movió las caderas de forma provocativa, sintiendo la violenta erección de Nick contra su intimidad, y gimió po