—Sí —respondió Valeria sencillamente—. Modificaré mi frase: eres odioso pero esos detalles son buenos, no soy ciega. ¿La segunda? —Hablaste en plural. ¿«Intentaban»? —preguntó Nick. Valeria se giró hacia él con ademán molesto. —¿Todavía eres tan ingenuo como para pensar que Anna hizo esto sola? —
—¡Por supuesto que no hay nada! —escupió Miranda—. La mandaste a borrar, ¿Verdad, maldita? ¡Para poder incriminarme! Valeria lanzó una carcajada perentoria. —¡Por supuesto que no, querida! ¡De eso te encargas tú solita! —Alargó la mano y Jack le entregó el control remoto de la pantalla de la sala—
Nunca en su vida Nicholas Bennet había corrido más rápido entre más obstáculos, pero le tomó un segundo atravesar el corredor, la sala y llegar a la puerta. Su madre lo miró con reprobación y empujó el periódico de la mañana contra su pecho. —¿No pensabas invitarme? ¿O es que ya estabas seguro de q
—¡No me importa! ¡No voy a casarme con ella! —sentenció Nick. —El estudio también se verá afectado —dijo Valeria secamente. Nick se cubrió el rostro con las manos y ahogó un grito de frustración. —¿Y qué demonios quieres que haga, Valeria? —preguntó con desesperación. —Cásate. Jamás a Nicholas
Layla atrapó las manos de su hijo antes de que se anudara la pajarita. —¡Por supuesto que no vas a hacerlo! —exclamó—. ¡No te voy a dejar! —Mamá, ya está decidido —respondió Nick apartándola despacio para mirarse al espejo. Se sentía como un idiota, pero no había nada que hacer. —¿Valeria se volv
—Pues eso dice otra cosa. —Valeria se encogió de hombros señalando a una de las paredes laterales y la imagen se iluminó en la pared desde un pequeño proyector. Un sonido vibró y todos se giraron para ver a los gemelos Davies encender un par de altoparlantes. —¿Querías hundirme, Miranda, eso querí
La semana siguiente fue una vorágine de noticias. La demanda de Davies Inc. hacia el estudio de diseño de Steven Harris resonó a tal punto que Harris dejó su empresa en bancarrota y escapó a Europa para evitarse la vergüenza en los círculos donde lo conocían. Aunque no pasaría mucho tiempo antes de
—¿Y para qué lo quiero? ¡Dime, si no tengo nada! ¡No tengo nada, Layla! ¡Perdí a la mujer que amo y nada va a cambiar eso! Layla cruzó los brazos con rabia. —Pues para empezar podrías hacerte cargo de las consecuencias de tus acciones —lo regañó—. Y no puedes decir que no te lo advertí Nick, pero