—Señorita Jones, nosotras no estamos en el mismo ramo de trabajo, porque usted no ha trabajado ni un solo día de su vida —se rio Valeria—. Y no considero ninguna desfachatez venir, es la fiesta de compromiso de uno de mis socios, y no lo veo particularmente molesto por verme aquí. ¿O acaso le incomo
No podía decir que todos habían escuchado aquella conversación que se había reproducido en el celular de Valeria, pero al menos dos docenas de personas la habían escuchado y eso era suficiente para hacer correr el chisme. Miranda parecía petrificada y a punto de explotar mientras Valeria guardaba s
—¿De cuál de los tres? —preguntó Layla con angustia llegando junto a ellos. —Lo siento, no lo sé, la ambulancia ya se los estaba llevando cuando yo llegué —dijo el detective. Nick apoyó las manos en las rodillas. Sentía que le faltaba el aire y su visión periférica se llenó de puntitos negros. —C
Tuvieron que esperar otra hora antes de que la doctora volviera a salir, y esta vez llevaba una sonrisa que tranquilizó a todos. —El señor Elliot está fuera de peligro —anunció y sin saber cómo Andrew se encontró abrazando con alivio a los Bennet ¡a los dos Bennet!, mientras se limpiaba las lágrima
—¡Imbécil! No estoy jugando, tú eres un hombre comprometido… —Ya olvídate de esa estupidez, revoltosa… —No me llames así, y busca a mi padre. Quiero estar con él… por favor. Valeria estaba tan cansada y medio sedada todavía, que los ojos se le empezaron a cerrar antes de que Andrew entrara por la
¿«Situación»? Aquella sola palabra hizo que Nick se levantara como un resorte. —¿Qué le pasó? —preguntó asustado. —Pues… bueno… Creo que quiere ir al baño —respondió Layla y Nick casi se desmaya del alivio. —Tienes que trabajar mucho en tu forma de decir las cosas, madre —se molestó—. Eso no es
Nick suspiró con impaciencia. —Fui a verla ayer pero su padre me dijo que había viajado a Nueva York. —¿Sin avisar? ¿Muy apresurado, no? —sospechó Layla. —Eso me parece también, pero ahora mismo no tengo tiempo para preocuparme por ella. Su madre asintió, despidiéndose, y apenas cruzó el umbral
Nadie supo que Valeria y Richard habían pasado menos de cuarenta y ocho horas en Nueva York. Y definitivamente durmieron un día completo después de regresar. Justo a tiempo para recibir a Elliot que estaba de vuelta en casa. Tres días después, Valeria salió a buscar su media docena de rosas rosadas