—¿De cuál de los tres? —preguntó Layla con angustia llegando junto a ellos. —Lo siento, no lo sé, la ambulancia ya se los estaba llevando cuando yo llegué —dijo el detective. Nick apoyó las manos en las rodillas. Sentía que le faltaba el aire y su visión periférica se llenó de puntitos negros. —C
Tuvieron que esperar otra hora antes de que la doctora volviera a salir, y esta vez llevaba una sonrisa que tranquilizó a todos. —El señor Elliot está fuera de peligro —anunció y sin saber cómo Andrew se encontró abrazando con alivio a los Bennet ¡a los dos Bennet!, mientras se limpiaba las lágrima
—¡Imbécil! No estoy jugando, tú eres un hombre comprometido… —Ya olvídate de esa estupidez, revoltosa… —No me llames así, y busca a mi padre. Quiero estar con él… por favor. Valeria estaba tan cansada y medio sedada todavía, que los ojos se le empezaron a cerrar antes de que Andrew entrara por la
¿«Situación»? Aquella sola palabra hizo que Nick se levantara como un resorte. —¿Qué le pasó? —preguntó asustado. —Pues… bueno… Creo que quiere ir al baño —respondió Layla y Nick casi se desmaya del alivio. —Tienes que trabajar mucho en tu forma de decir las cosas, madre —se molestó—. Eso no es
Nick suspiró con impaciencia. —Fui a verla ayer pero su padre me dijo que había viajado a Nueva York. —¿Sin avisar? ¿Muy apresurado, no? —sospechó Layla. —Eso me parece también, pero ahora mismo no tengo tiempo para preocuparme por ella. Su madre asintió, despidiéndose, y apenas cruzó el umbral
Nadie supo que Valeria y Richard habían pasado menos de cuarenta y ocho horas en Nueva York. Y definitivamente durmieron un día completo después de regresar. Justo a tiempo para recibir a Elliot que estaba de vuelta en casa. Tres días después, Valeria salió a buscar su media docena de rosas rosadas
Enterraron las cabezas en el trabajo y en todo lo que restó de día pusieron en orden todo lo que faltaba para el desfile. Andrew personalmente fue a buscarla ese día así que si Nick tenía algún plan en mente, se lo frustró Davies abiertamente. Sin embargo al día siguiente, cuando llegó al trabajo,
Nick le pasó a Valeria su vestido para que se lo pusiera, pero no se movió de posición ni por un milímetro. —¡Cálmate, Miranda! Este no es lugar para hacer un escándalo —dijo con firmeza. —¡¿Pero sí lo es para que te acuestes con esta zorra?! —Sí, para eso cualquier lugar es bueno… ¡y ya te dije