Nick no supo exactamente cómo había llegado de la oficina de Valeria a su departamento, solo que apenas era consciente de que se movía. Todavía podía sentir los dedos de Valeria marcados contra su cara, pero no era lo peor que le había pasado. Lo peor era saber que él mismo había cavado su tumba y
—Pues la ceguera se puede curar, hermanito —advirtió Richard—. Solo tenemos que pensar en un buen plan. Elliot puso cara de asesino a sueldo, y se echó hacia adelante con los codos en las rodillas. —¿Qué tienes en mente? —preguntó. —¿Recuerdas a Steven Harris? —respondió su hermano. —¿El que sac
Nick ni siquiera podía articular una palabra, y realmente agradecía que a Jack le gustara el café frío porque Valeria lo había dejado empapado. —¿No vas a decir nada? —lo increpó ella. —Sí, te estoy siguiendo —murmuró él, mirando al frente y apretando el volante. —¿Y lo dices así? ¿Tan frescament
—¿Conoces a Steven Harris? —preguntó y Miranda pareció perder toda la borrachera en ese momento. —¡Noooo! Claro que no. Pero todos dicen que es el mejor, ¡y es nuestra boda, Nicky! ¡Solo quiero lo mejor! Nick asintió sin responder nada, pero salió de aquella casa con una pequeña espina enterrada.
—¡Te hice una pregunta! —rugió Nick con rabia mientras llegaba juntos a ellas—. ¿«Debimos» tú y quién más? Anna se puso pálida como un papel. Valeria sabía perfectamente de lo que ella hablaba, pero no esperaba que el señor Bennet la estuviera escuchando. —Fue… fue una expresión, señor Bennet. Ust
—No puedo seguir así, me estoy volviendo loco —dijo con voz ahogada—. Me disculpo por lo que pasó con Anna, sé que en el fondo también es mi culpa si la gente de esta empresa se comporta mal contigo, porque solo siguen mi ejemplo… —Tienes razón, es tu culpa. Pero las cosas ya no son como antes, no
Decir que Nick se había quedado pensando era poco. Se había quedado atormentado por cada una de las palabras de Valeria, porque estaba seguro de que todas eran ciertas. Y no tenía idea de cómo arreglar nada de lo que había hecho. El resto de su semana se resumió en esconder la cabeza entre papeles
—A mí me importan poco las intenciones de Miranda, me importa lo que vamos a hacer al respecto —había dicho Elliot mirándola a los ojos—. Si quieres dejar que esa mujer se salga con la suya, lo voy a aceptar por mucho que me duela; pero si no, vas a ir ahora mismo a arreglarte, te vas a vestir para