Andrew Davies echó la cabeza hacia atrás, sentado en la silla detrás de su escritorio, en su oficina de Davies Inc. Había pasado a recoger los resultados de los exámenes de Valeria hacía más de tres horas, pero desde entonces solo había mirado el sobre sobre la mesa, sin poder reunir el valor para a
—¡Nick! ¿qué diablos te pasa? —sollozó Valeria—. ¿Qué significa esto…? ¿Por qué…? Sentía que su corazón se estaba rompiendo. Cada palabra de Nick era más hiriente que la anterior, pero que las dijera frente a Alice era lo que más le dolía. La niña estaba pegada a la pared contraria del pasillo, sin
Miranda observó aquel documento con frustración. No le servía para nada y había pagado una cantidad considerable por él. La noche anterior Nick había vuelto a verla, se había peleado con Valeria y la había echado de su departamento, pero por más feliz que eso la hiciera, Miranda sabía que no era suf
—¡Eso es mentira! ¡Yo jamás me he acostado con Andrew! ¡Nunca! Si había algo que Valeria odiaba era ser acusada injustamente. —¿De verdad? ¡¿Es mentira que te llevó a hacerte una prueba de embarazo?! —la atacó Nick. Valeria retrocedió, estupefacta. ¿Cómo sabía Nick de sus análisis? —Sí, eso es c
Valeria cayó en medio de aquel círculo de gente sorprendida e impactada, y su primer instinto fue hacerse un pequeño ovillo. Pero estaba desnuda. Desnuda, expuesta y vulnerable frente a toda esa gente y eso no cambiaría. El frío del aire acondicionado le hería la piel y su mejilla estaba pegada al
Caminó hasta el ascensor con Valeria. No sabía si tenía que empujarla o arrastrarla, porque la muchacha parecía estar en un completo shock. No era para menos, jamás había visto a una mujer desnuda ser humillada de aquella forma, y por más cabrón que él fuera, no podía ser indiferente ante algo así.
Valeria no podía recordar la última vez que había bajado la cabeza ante nadie, y esta vez lo hacía en medio de una multitud desconocida, porque aunque no podía retener las lágrimas, tampoco quería que los que estaban a su alrededor la vieran llorar. Por suerte en el autobús todo el mundo iba perdido
Elliot y Richard lanzaron un suspiro, porque lo que decía tenía mucha lógica y en efecto, Valeria no parecía la mujer que se guardaba sus sentimientos, buenos o malos. —Está bien, te creemos, pero papá está de viaje resolviendo algunos problemas de la empresa. Intentaremos ponernos en contacto con