—¿Te gusta eso, revoltosa? —preguntó pegándose a su espalda y hablándole al oído mientras le daba otra nalgada y volvía a penetrarla con los dedos. Los movió en círculos, buscando abrirla o de lo contrario la lastimaría—. Respóndeme… ¿te gusta? —Sí… —apenas pudo articular ella. —¿Quieres más, revo
Nick sonrió cuando la vio ponerse su camisa. Le llegaba casi a las rodillas y parecía una muñequita hermosa con ella puesta. Había pasado toda la noche abrazado a su cuerpo y le preocupaba el hecho de que era la mejor sensación que había tenido en mucho tiempo. Tenía sentimientos muy fuertes por Val
La mujer la miró de arriba abajo pero se cuidó de hacer cualquier gesto negativo. —Te seguimos —dijo el señor Jones y Valeria se despidió de Nick con un beso corto antes de dirigirse a los ascensores, pero apenas entró se dio cuenta de que solo los padres la habían seguido, Miranda seguía parada y
—Creo que es mejor que me vaya… —murmuró Miranda con voz suave, poniéndose de pie. —Sí, es mejor que se vayas. —¡Valeria! —Nick la miró feo y Valeria le sostuvo una mirada enojada. Miranda Jones salió de aquella oficina sabiendo que había cumplido la mitad de su objetivo. Quizás no supiera cómo e
—¿Te importa mucho lo que piense? —se enfurruñó Nick. —¡Por supuesto! Ese hombre está pagando en exclusiva por mis diseños. ¿Qué crees que pasará si cree que los estoy plagiando, Nick? Nick no pudo evitar gruñir un poco porque no le gustaba que Valeria se sintiera presionada por la opinión de Andr
Debían ser quizás las tres de la madrugada cuando Nick escuchó el sonido de su celular y lo respondió. Por primera vez en un par de semanas dormía en su propio departamento, porque las cosas con Valeria no iban tan bien como para pedirle quedarse con ella. Habían pasado cinco días desde que la cuar
Valeria miró su celular, donde las llamadas de Nick seguían entrando con insistencia, y lo apagó para que no la interrumpiera. La hicieron entrar a la oficina de Andrew y el hombre se acercó a saludarla con cariño. —Me alegra que estés aquí. Estoy preocupado por tantas cosas que mi cabeza no alcan
El rostro de Nick se convirtió en una máscara de frialdad mientras miraba la memoria que Valeria le había puesto en la mano. —¿Qué es esto? —le gruñó. —Son las grabaciones de las cámaras de seguridad de mi pasillo… —¿¡Quién te dio esto, Valeria!? —rugió Nick—. ¿Permitiste que Andrew Davies tuvier