—Creo que es mejor que me vaya… —murmuró Miranda con voz suave, poniéndose de pie. —Sí, es mejor que se vayas. —¡Valeria! —Nick la miró feo y Valeria le sostuvo una mirada enojada. Miranda Jones salió de aquella oficina sabiendo que había cumplido la mitad de su objetivo. Quizás no supiera cómo e
—¿Te importa mucho lo que piense? —se enfurruñó Nick. —¡Por supuesto! Ese hombre está pagando en exclusiva por mis diseños. ¿Qué crees que pasará si cree que los estoy plagiando, Nick? Nick no pudo evitar gruñir un poco porque no le gustaba que Valeria se sintiera presionada por la opinión de Andr
Debían ser quizás las tres de la madrugada cuando Nick escuchó el sonido de su celular y lo respondió. Por primera vez en un par de semanas dormía en su propio departamento, porque las cosas con Valeria no iban tan bien como para pedirle quedarse con ella. Habían pasado cinco días desde que la cuar
Valeria miró su celular, donde las llamadas de Nick seguían entrando con insistencia, y lo apagó para que no la interrumpiera. La hicieron entrar a la oficina de Andrew y el hombre se acercó a saludarla con cariño. —Me alegra que estés aquí. Estoy preocupado por tantas cosas que mi cabeza no alcan
El rostro de Nick se convirtió en una máscara de frialdad mientras miraba la memoria que Valeria le había puesto en la mano. —¿Qué es esto? —le gruñó. —Son las grabaciones de las cámaras de seguridad de mi pasillo… —¿¡Quién te dio esto, Valeria!? —rugió Nick—. ¿Permitiste que Andrew Davies tuvier
—Valeria no está molesta por eso, Miranda. Ya no te pongas así… —dijo Nick suavizando la voz y Valeria le dirigió una mirada asesina. —¿Ah, no? —levantó la cabeza con todo el maquillaje corrido—. ¿Entonces por qué está molesta? —sollozó de nuevo y allá fue Nick a acercarle un vaso de agua. —Estoy
El mundo era demasiado oscuro, tan oscuro y frío que no quería despertar, pero algo la empujaba a abrir los ojos, y cuando por fin lo hizo el dolor de cabeza era insoportable. Estaba en el asiento trasero de un auto estacionado y miró al lado reconociendo a Andrew. —¿Con qué me pegaste? —se quejó V
—Bien, firma aquí. —Andrew le pasó la pluma y Valeria firmó sin mirar—. Ya vuelvo. El hombre de dirigió al mostrador, pero antes de llegar a él, marcó la casilla destinada al Examen de Paternidad. Ya estaban allí, la hoja de consentimiento estaba firmada… solo era una simple X, no le haría daño a n