Nick miró alrededor. El departamento no tenía ni una mota de polvo, y se aseguró de que la señora que acostumbraba a limpiar usara productos sin olor. Se dio un baño antes de salir y no se echó nada de perfume. Sacó ese día la camioneta, que estaba bien limpia y se dirigió hacia el departamento de
—Aquí están todos los juegos y estas cuatro son las consolas —le dijo Nick, sacando varios libros pequeños de un armario. —¿Me vas a enseñar a jugar? —preguntó Alice, subiéndose a uno de los sillones. —¿Estás loca? Claro que no —dijo Nick—. No quiero avergonzarme. Además en un par de horas termina
Estaban muy locas las dos, pero se notaba que se conocían. Nick levantó en brazos a Valeria, parecía mentira que pesara tan poco con lo pesado que tenía el carácter. La llevó a la habitación y la acostó del lado que la niña le señaló. Del lado derecho, tomó nota mental inmediatamente. La arropó con
Todas las estupideces, la forma en que había prejuzgado a Valeria, la forma en que había usado a Alice y al padre de Alice para molestarla… ¡Cristo, casi era mejor abrir un hueco en la tierra y lanzarse dentro antes que enfrentar a Valeria sabiendo la verdad! —¿A ti te gusta mi hermana? —preguntó A
Por toda respuesta Alice le enseñó los dientes limpiecitos. —Bueno, ¿qué quieres desayunar? Alice le dio indicaciones precisas y Nick consiguió hacer un desayuno que les gustara a todos. La niña arrastró a Valeria fuera de la cama y la obligó a sentarse a la meda medio dormida. —¿Dónde es el fueg
Valeria respondió al saludo con cortesía, y luego se enfocó completamente en Alice mientras la mujer hablaba con Nick como si estuviera hablando con Zeus en el Olimpo. Le pareció gracioso que Nick no quisiera presentarla como su ex, aunque definitivamente se notaba que era el modelo de mujer que a é
Recordó sus palabras: la gente no era en blanco y negro, pero él sí. Lo había sido durante mucho tiempo, y por más que le costara reconocerlo, Valeria no era una mujer que pudiera encasillar. Valeria era coqueta y dulce, atrevida y cariñosa, desafiante y preocupada por la gente que quería. Valeria e
—No… —murmuró suavemente—. No era lo que quería oír porque pareciera que te molesta el simple hecho de decirlo… —¡Valeria! ¿Estás loca? —la regañó Nick riendo—. ¡Me diste un susto de muerte! ¡Iba a salir corriendo a buscarte aun sin saber dónde estabas! Todavía me tiemblan las piernas solo de pensa