Nick jamás había sido un hombre impulsivo cuando se trataba de mujeres, quizás porque saber que su padre se había matado por una, hacía que pensara dos veces antes de involucrar sus sentimientos en el asunto, pero con Valeria era diferente. Aquella pequeña revoltosa era su droga personal: después de
—Oye… Anna es una envidiosa y solo dijo estupideces. No le prestes atención —le dijo, pero la expresión de Valeria era fría y distante. —Sí, bueno… no es la primera que lo dice. Tú se lo enseñaste muy bien —replicó. Nick cerró los ojos y encajó el golpe. Era justo que se lo recordara. —Tienes raz
Valeria podía notar que estaba nervioso. —Te agradezco, Nick, pero yo no soy una diseñadora extranjera… —Valeria —él le dio la vuelta entre sus brazos para enfrentarla—, lo que quiero decir es que ahora mismo Bennet Designe tiene dos departamentos vacíos, y nadie se merece vivir en un lugar cómodo
Nick se subió de nuevo las mangas de la camisa mirando alrededor. Había estado intentando contratar un camión de mudanzas toda la semana, pero Valeria no se lo había permitido, argumentando que con su camioneta era más que suficiente. Y viendo que solo habían cajas para dos viajes en la camioneta,
—¿De qué hablas…? —Puedes preguntárselo tú misma, pero a ella no le gusta la forma en la que él la mira —le explicó Nick—. Parece que Alan la trata con lástima y ella se da cuenta. No supo si lo hacía porque Valeria tenía derecho a saber cómo se sentía Alice, o porque quería abrir aquella pequeña
Que Nick fuera un hombre posesivo no le sorprendía, después de todo estaba acostumbrada a verlo llevar las cosas a los extremos, pero que a ella le excitara la forma en que era posesivo con ella, eso sí no se lo había esperado. —Yo creo… que es mejor que me vaya… —murmuró apenas. —¿Te quieres ir,
Nick estaba parado en la puerta, con el ceño arrugado y una expresión como si estuviera listo para derribar aquel lugar a golpes. —Se-señor… ¡¿qué hace aquí?! —tartamudeó Anna—. ¡Esta es una junta de la línea de diseño nada más! —¡Esta es mi maldita empresa y yo estoy donde me dé la gana! —rugió N
Valeria lo miró como si se hubiera vuelto loco. No sabía si asustarse o tomarlo en serio. —Espera, Nick… ¿es de verdad? —Claro que es de verdad —aseguró Nick acariciando su rostro—. ¿No quieres ser mi novia, revoltosa? Valeria se mordió los labios y asintió. —Emmm… sí, supongo… que sí… —¿¡Supon