CAPÍTULO 51
—¡Ya son cuatro días! —gritó Leone furioso luego de recibir el reporte de que la emperatriz, como todos le llamaban por orden de él, seguía sin hacer ninguna solicitud, que ni siquiera se movía de la cama donde a ratos dormía y a ratos no hacía nada, porque esa mujer ni siquiera lloraba ya.

» ¿De verdad piensas morir aquí? —preguntó el emperador tras respirar profundo y la respuesta no llegó, pues la pregunta ni siquiera fue hecha a ella, él estaba en su oficina trabajando en otras cosas.

Leone II negó con la cabeza y, luego de eso, decidió pasar a verla cuando todo su trabajo terminara; de todas formas, ella no moriría aún de hambre, tenía comprobado el tiempo en que las personas sobreviven sin comer, lo preocupante con ella era que ni siquiera había tomado agua tampoco, y eso sí era bastante peligroso.

» Cenaré en su habitación —declaró el emperador, que usualmente no cenaba—, que preparen comida para dos, ligera y blanda.

El mayordomo del palacio asintió y, reverenciándolo, se r
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