Pocos minutos después la familia escuchó la noticia y enseguida comenzaron a gritar y aplaudir al escuchar al saber que todo estaba bien con los bebés. —Te amo. ¿sabes que te amo? ¿Te lo digo seguido? —preguntó James besándola cien veces en los labios. —Sí, y me lo demuestras más —sonrió Maddi. —
Dos meses después... Maddi respiraba de manera superficial mientras pensaba si abrir o no los ojos. Tras ella podía escuchar el ronroneo de James y sentir el calor de sus manos recorriéndola. —Solo tienes que decirme lo que quieres, nena... ¡Dímelo! —ordenó él con tono demandante mientras le rozab
Exhaustos pero felices, James la estrechó tiernamente mientras miraban las estrellas por la ventana. Era un momento perfecto para estar juntos, y ninguno de los dos podía creer lo afortunados que eran de haber encontrado al amor verdadero. —¿Conteo de soldados? ¿Cómo está la capitana? —preguntó Jam
—¿Crees que Sabrina lo haya hecho a propósito? —preguntó Maddi de repente y James suspiró. —¿Hay algún daño que ella no haga a propósito? —replicó James—. Lo que no entiendo es por qué. —Bueno... a Sabrina le gusta el lujo y la buena vida, y tú querías un hijo. A lo mejor creyó que si sabías de su
Para Maddi tener a aquellos bebés en sus brazos fue la experiencia más feliz y perfecta del mundo. Las niñas tenían poco cabellito, muy claro y encaracolado como el de James, y el niño se parecía más a ella. —Tienen tus ojos —murmuró Maddi emocionada y James sintió que se derretía por dentro mientr
Maddi se mordió los labios para que las lágrimas de emoción no se le salieran demasiado rápido. —Entonces... ¿vendrías a ayudar en la escuela a tiempo completo? —preguntó y James asintió con ternura. —Si la señora directora me deja, claro que sí —respondió él—. Así tú tendrás tiempo para estudiar,
Aaron Orlenko, el mayor de los gemelos Orlenko, solo tenía un instinto básico y ese era "pelear o pelear". Era un guerrero nato, quizás por eso las jaulas de peleas clandestinas eran su lugar preferido. Callado, versátil y peligroso, había puesto en práctica cada una de sus habilidades para fundar u
—Amén, hermano —suspiró Aaron y exactamente cinco minutos después salían a la oficina. Esa misma noche a las once abordaban un avión con destino a Boston. Apenas si habían despegado cuando Aaron lo vio pelearse con una computadora portátil. —¿Todo bien? —¡Esta m*****a cosa no se quiere conectar a