Maddi se mordió los labios para que las lágrimas de emoción no se le salieran demasiado rápido. —Entonces... ¿vendrías a ayudar en la escuela a tiempo completo? —preguntó y James asintió con ternura. —Si la señora directora me deja, claro que sí —respondió él—. Así tú tendrás tiempo para estudiar,
Aaron Orlenko, el mayor de los gemelos Orlenko, solo tenía un instinto básico y ese era "pelear o pelear". Era un guerrero nato, quizás por eso las jaulas de peleas clandestinas eran su lugar preferido. Callado, versátil y peligroso, había puesto en práctica cada una de sus habilidades para fundar u
—Amén, hermano —suspiró Aaron y exactamente cinco minutos después salían a la oficina. Esa misma noche a las once abordaban un avión con destino a Boston. Apenas si habían despegado cuando Aaron lo vio pelearse con una computadora portátil. —¿Todo bien? —¡Esta m*****a cosa no se quiere conectar a
La conversación de ahí en adelante fue trivial. Ella había terminado de estudiar la preparatoria con honores y quería estudiar en Europa. —¡¿Cómo que en Europa, Nahia?! —rezongó Austin acelerando—. ¡Yo acabo de llegar! Ella lo miró a través del espejo y asintió. —Lo sé, Austin. Pero ¿qué me quier
Comencemos por lo que de verdad nos interesa: ese pedazo de cosa sexy que era Aaron Orlenko. Gemelo, protector hasta el infinito, adoptado junto a su hermano a los doce años por la familia más hermosa y más dura que había en Ucrania. Adoraba a sus padres y a sus cuatro hermanos, y ellos lo habían c
Jeff Carter se puso pálido como la cera al oír esas palabras y se sentó pesadamente en su silla ejecutiva mirando a su hijo. —¿¡Casi atropellas a una persona!? —gritó furioso—. ¿Y dices que ella está tratando de cargártelo? ¡Como si no alcanzara quiénes son, ahora tengo que besar el suelo por donde
Realmente no estaba para disculpas, estaba muy molesta con Austin, no lo había visto en seis meses y el primer día, la primera hora que se veían pasaba aquello. No estaba muy animada a perdonarlo, pero en cuanto abrió la caja y vio aquella pulsera sintió que se enternecía. Era la única cosa que su n
Aaron quería ahogarlo con sus propias manos, no podía creer que algo medianamente parecido a un humanoide fuera capaz de tener pensamientos tan asquerosos por uno de sus semejantes. —¿Es una maldit@ broma, Carter? —siseó. —No, para nada. Fíjate que los King son una familia con mucho dinero, y Nahi