James sintió que la habitación le daba vueltas. —¿Perdón? —murmuró ¿Qué quieres decir con...? ¿En serio? El conde Westerfield asintió y James no estuvo muy seguro de si creerle o no, porque eso podía tener demasiadas ramificaciones en las que en ese justo momento no quería pensar. Ya había mandad
—¿Y tú no confías en mi esterilidad? —preguntó James. —Nunca confié en Sabrina, empieza por ahí —murmuró su madre con una mueca—. Y con respecto a los resultados de tus exámenes... hijo, ¿cómo es que tú dices que son? —Pocos, lentos y feos. —¡Bueno, eso no significa horribles, inválidos y extinto
Era como una patada en el estómago, una que le sacaba el aire y lo llenaba de rabia al darse cuenta de que aquella era la voz de Martin Prescott. —¿¡Qué le hiciste a Maddi!? ¿¡Dónde está!? —gritó furioso pero no necesitó preguntar dos veces porque el llanto de los bebés de fondo le decían que estab
James apretó los dientes. —De preferencia que pueda caminar hasta la cárcel —gruñó. —Haré lo que pueda —sentenció Aaron entregándole un audífono para que se lo pusiera—. Pero no le prometo nada. Echó a andar hacia el patio posterior mientras James subía las escaleras desde la entrada principal e
—¡Los bebés! —y aquellas dos palabras fueron una orden. James entró corriendo y se agachó junto a Maddi, que se había dejado resbalar por la pared de la impresión. —¡Nena! ¡Nena, mírame, estás bien! ¿Estás bien? La puso de pie, revisando rápidamente su ropa, que estaba intacta, pero ella parecía
James se quedó mudo cuando escuchó el grito, pero no vio a Martin intentando agarrarse del vacío frente a sus manos mientras caía. Corrió hacia el borde, pero en solo un par de segundos se escuchó aquel golpe seco contra el suelo. Se asomó al borde de la terraza y vio allá abajo el cuerpo de Martin,
—Entendido, señora. Ahora déjame ir a limpiar un poco antes de que regresen los niños. Mientras tanto Maddi iba muda en aquel auto que casi llegaba al hospital. Las manos le temblaban sin que pudiera evitarlo y las náuseas apenas la dejaban abrir los ojos. —Dime qué pasó, James. Tienes que decírme
James no supo cómo interpretar su expresión, pero cuando la vio respirar profundamente antes de hablar supo que estaba a punto de decir algo muy delicado. —Maddison... —dijo tomando una silla y poniéndola al otro lado de la cama para sentarse frente a ellos—. Tenemos que conversar sobre algo import