—¡No! —gritó—. ¡Las oportunidades se ganan, no se reclaman! ¡Usted no es mi padre, Nathan King es mi padre, él es el único que ha estado ahí para mí cuando lo he necesitado! —¿Y qué? —preguntó Edgar amargamente—. ¿Por qué tiene él que quedarse con mi hija? ¡Yo fui quien debió estar ahí, y criarte..
Rex cerró los ojos por un instante mientras Meli terminaba de explicarle a Nathan todo lo que había sucedido y que Edgar Hudson reclamaba ser el padre de Sophia. Ahora Nathan entendía por qué la muchacha le rehuía y tenía tan mal presentimiento sobre él. Sophi siempre había sido muy intuitiva y al p
Rex hizo un gesto de impotencia, pero el agente del FBI a cargo se lo llevó aparte. —Ella no está aquí —le dijo. —¡Pero ni siquiera hemos revisado los pisos superiores! —Sería una pérdida de tiempo, él está demasiado seguro de que no la encontraremos, eso solo quiere decir que la tiene en otro lu
Sophia se tropezó con el primer escalón abollado de la entrada de aquel teatro abandonado. Edgar Hudson la hizo subir los escalones a tropezones y la empujó dentro de un ático con un domo enorme. En otro tiempo aquello parecía haber sido un club lujoso, pero ahora solo había cosas viejas por todos l
Arriba, mientras daban una segunda vuelta por todas aquellas locaciones, Nathan y Rex casi se dejaban dominar por la desesperación y la angustia, cuando los ojos de este último captaron un enorme letrero brillante sobre el cristal del domo. Un gran "SOS" junto al que habían pintado una pequeña balle
"...la señorita King está embarazada". "...la señorita King está embarazada". "...la señorita King está embarazada". "...la señorita King está embarazada". "...la señorita King está embarazada". Aquella frase se repetía una y otra vez en la mente de Rex. No iba a preguntar "cómo" porque eso ya
Nathan le agradeció y luego volvió a la habitación con su hija. La prioridad era mantener a Sophia tranquila y feliz. —Meli, cielo, ¿pueden darme un momento con ella? —pidió Rex y tanto Nathan como su esposa entendieron por qué debían hablar a solas. Apenas salieron Sophia se movió y le hizo espac
Sophia sonrió emocionada. —¿Hoy? ¿Quieres decir...? ¿Ahora mismo? —preguntó sin poder creer que Rex estuviera tan loco. ¡Bueno, sí lo creía, pero últimamente había estado tan calmado que no parecía algo muy propio de él! —Sí, amor, ahora mismo —respondió Rex—. Mira, agarramos nuestros papeles, no